Lomas de Zamora, mar 13 (AUNO) – El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fue electo este miércoles como Papa de la Iglesia Católica por el cónclave de cardenales reunido en la Capilla Sixtina del Vaticano, en Roma, en reemplazo del alemán Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) que abdicó a su cargo el pasado mes de febrero.
“Hermanos y hermanas, buenas noches, me vinieron a buscar al fin del mundo, agradezco por recibirme de esta forma, gracias. Primero de todo quiero rezar una oración por nuestro querido Benedicto XVI, nuestro obispo emérito. Vamos a orar juntos por él”, fueron las primeras palabras del flamante Papa al dirigirse a los fieles congregados en la Plaza San Pedro.
De esta forma, Bergoglio, de formación jesuita, se convirtió en el primer latinoamericano en acceder a la cúspide del catolicismo y regirá bajo el nombre de Francisco I, en honor a San Francisco de Asís.
Nacido el 17 de noviembre de 1936 en la ciudad de Buenos Aires, el flamante pontífice es hijo de Mario y Regina, un matrimonio de inmigrantes italianos.
Tres años después de egresar como técnico químico del colegio secundario ENET Número 27 Hipólito Yrigoyen, ingresó a la Compañía de Jesús, en la cual se ordenó como sacerdote.
En 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, Bergoglio quedó cerca de convertirse en sucesor del Papa polaco, al recibir 40 votos de los 77 necesarios para ser elegido en una de las reuniones que celebró el cónclave que finalmente se inclinó por Ratzinger.
Tras una larga trayectoria como sacerdote y profesor de teología fue designado obispo titular de Buenos Aires, en mayo de 1992. Seis años después asumió como arzobispo, en reemplazo de Antonio Quarracino, un conservador emparentado con el gobierno de Carlos Menem.
Juan Pablo II lo nombró cardenal en febrero de 2001, y de esta forma accedió al título de primado de Argentina, es decir el titular de la Iglesia Católica del país.
La difícil relación con Kirchner
Bergoglio mantuvo también una conflictiva relación con el presidente Néstor Kirchner, que se originó en la decisión del santacruceño de derogar las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y los indultos, con el propósito de habilitar el camino de la justicia en cuanto a los crímenes de lesa humanidad que se perpetraron durante la última dictadura militar.
En una homilía pronunciada en 2005, el entonces cardenal fustigó a los “progresistas adolescentes” en una clara alusión a la figura de Kirchner y su política de derechos humanos.
Fiel a su estilo, Kirchner respondió con dureza a los dichos del religioso, al señalar que prefería ser “un adolescente toda la vida a tener que resignar sus convicciones”.
Y si a convicciones se refiere, para algunos críticos analistas de la Iglesia consideran que el actual heredero de Pedro reúne dos vertientes ideológicas que en la mayoría de los casos resultan antitéticas: el conservadurismo teológico y la sensibilidad en cuestiones sociales.
En privado, Bergoglio se define como justicialista y algunos allegados aseguran que su grupo de pertenencia como militante fue Guardia de Hierro, un grupo claramente ubicado a la derecha del movimiento fundado por Juan Domingo Perón.
“Iglesia y Dictadura”
En su libro Iglesia y Dictadura, editado en 1986, el militante de los derechos humanos Emilio Mignone y fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se refirió a Bergoglio como “un ejemplo de la siniestra complicidad eclesiástica con los militares, que limpiaron el patio interior de la Iglesia con la bendición de los prelados”.
En su trabajo, Mignone da cuanta del secuestro del presbítero Orlando Yorio, ocurrido en mayo de 1976, en el barrio porteño de Bajo Flores por efectivos de la Armada.
Durante su cautiverio en la ESMA, que se prolongó por cinco meses, Yorio aseguró que sus captores le revelaron que Bergoglio, su superior provincial en la Compañía de Jesús, lo había “entregado” a los hombres del almirante Emilio Eduardo Massera.
Un caso similar al de los sacerdotes jesuitas Luis Dourrón, Enrique Rastellini y Francisco Jalics, que también fueron secuestrados y conducidos a la ESMA, de donde fueron liberados gracias a la intervención de monseñor Jorge Novak.
En relación a este tema y a modo de descargo, Bergoglio reconoció públicamente en la década pasada que les advirtió a los religiosos en cuestión que corrían peligro, ya que “la represión era despiadada”, por lo que les convenía abandonar su trabajo en Bajo Flores. Como los sacerdotes no lo hicieron, les aconsejó dejar la Orden.
El periodista Horacio Verbitsky abonó en los últimos años la tesis de la presunta complicidad de Bergoglio con la dictadura en diversos artículos publicados en el matutino Página/12, y sobre todo en el libro El Silencio, en el que se narra la existencia de una quinta ubicada en el Tigre, donde algunos cautivos de la ESMA eran trasladados para ser “rehabilitados” y servir al proyecto político de Massera. Verbitsky afirmó que Bergoglio conocía la existencia de ese lugar.
En el marco de la Megacausa ESMA, Bergoglio declaró en noviembre de 2010 ante el Tribunal Oral número 5 durante cuatro horas, y aseveró que concurrió a varias reuniones con Massera y el dictador Jorge Rafael Videla para pedir por la suerte de los sacerdotes secuestrados.
AUNO 13-03-13
LC-HRC