Hospitales a la espera de un remedio

Un breve panorama por la situación de los hospitales más grandes de Lomas, Lanús, Echeverría y Brown, donde “la salud es como un barco oxidado que tiene que salir a flote todos los días”, según definió el director de uno de ellos. Los gremios denuncian el “escaso presupuesto” tanto para incorporar personal como para comprar insumos.

Por Belén Escobar, Marina Pandolfi, Julieta Romero y Pablo Tallón

Lomas de Zamora, febrero 25 (AUNO).- En los distritos de Lomas de Zamora, Almirante Brown, Lanús y Esteban Echeverría viven poco menos de dos millones de personas que, en su mayoría, asisten a los hospitales de la zona. Pero el crecimiento demográfico de los últimos años no tuvo su correlato en la situación sanitaria. Falta de profesionales, insumos y malas condiciones edilicias son denuncias gremiales que se repiten a lo largo de los pasillos y consultorios de cada uno de los centros de salud provinciales y municipales ante “el escaso presupuesto destinado al sector y la falta de planificación”, coincidieron los médicos y dirigentes consultados por AUNO.

Los hospitales Arturo Oñativia, de Rafael Calzada; Lucio Meléndez, de Adrogué; Luisa C. de Gandulfo, de Lomas de Zamora; y Evita, de Lanús son los principales y más concurridos de la zona sur del Conurbano por donde cada semana pasan miles de pacientes en busca de un consejo médico. Pero actualmente, el “escaso presupuesto” destinado a los hospitales hace que el sistema sanitario pase a ser “un sistema de salud para pobres. El que tiene recursos va a un lugar para ricos y el que no, debe contentarse con los hospitales en el estado en el que están. Es una asignatura pendiente con la sociedad”, consideró el obstetra y presidente de la seccional de Cicop en el Evita, Mario Franquet, en diálogo con AUNO.

En consonancia, el director de ese hospital, Carlos Frasco, definió a la salud pública como “un barco oxidado que tiene que salir a flote todos los días”. Y, para continuar con la metáfora, el barco debe salir a flote aunque falten marineros, ya que se transformó en un malestar crónico de los hospitales la falta de personal médico en guardias y pediatría.

El Oñativia cuenta con una gran cantidad de médicos residentes que, al finalizar esa etapa, abandonan al hospital para “realizar alguna especialización en algún otro lado”, explicó Pedro Jiménez, uno de los directores asociados. “La guardia del sábado a la noche y domingo a la mañana no tiene médico para cubrirla, por lo que no sólo no se pueden atender a nuevos pacientes sino que tampoco hay quién vaya a ver a un internado”, agregó y consideró que desde el Estado se deben “generar políticas de formación que lleven a los estudiantes a desarrollarse en las áreas en las que se necesite”.

“No hay nombramientos y el aumento del trabajo es cada vez mayor. En la guardia, los enfermeros tienen muchos pacientes diariamente, a veces son sólo dos o tres para atender a todos y, obviamente, no dan abasto”, describió la bioquímica jefa de Laboratorio de ese centro asistencial, Virginia Jewtuchowicz.

Algo similar ocurre en la Guardia del Evita de Lanús, “en donde hay un 20 por ciento del personal que se necesitaría, lo que provoca un cuello de botella en un sector que es la trinchera del hospital. Un déficit que se tornó un malestar crónico”, aseguró Franquet.

A pesar de que faltan profesionales, el espacio físico es otro de los aspectos que no sobran en los hospitales. La construcción de un centro sanitario conlleva requerimientos especiales para tal fin, no sólo es apilar ladrillos. Sin embargo, los médicos deben lidiar día a día con arquitecturas “deficientes e insuficientes”.

Esto bien lo saben en el área donde se realiza quimioterapia en el Meléndez, ya que en la habitación de seis metros cuadrados la única ventilación que existe es un pequeño conducto, que deriva la toxicidad de la medicación a un pasillo por el que circulan constantemente pacientes y profesionales.

La quimioterapia “debe realizarse dentro de un espacio adecuado” y la pequeña habitación del hospital de Adrogué “no está en condiciones” ni para los pacientes ni para los que allí se desempeñan, explicó Marcela Whilem, una de las encargadas del sector, donde no sólo se lleva a cabo el tratamiento sino que también se hacen consultas.

“Yo le estoy diagnosticando cáncer a una paciente, al mismo tiempo que hay otros haciéndose el tratamiento. Es terrible”, lamentó la profesional.

A pocos kilómetros de distancia, el Gandulfo sufre también la falta de espacio, lo que se evidencia año a año con el incremento de la cantidad de pacientes. “A veces no hay camas en los servicios y entonces están todos los pacientes en la Guardia, en los consultorios, en otras áreas e incluso en los pasillos, lo que hace que se dificulte un poco la atención”, relató a esta agencia Marcela Orliacq, médica clínica y una de las jefas de Guardia.

Parecido es el caso del Evita, en el que hay 315 camas habilitadas que “se encuentran constantemente ocupadas, por lo que se podría decir que es un sistema de ‘cama caliente’”, según definió el ginecólogo y director del hospital de Lanús, Carlos Frasco. Además, en ese centro sanitario “la última remodelación fue hecha a fines de los ’90 y rápidamente se deterioró, ya que fueron instalaciones poco adecuadas para un hospital”, amplió.

LA CUESTIÓN DE FONDO
El “escaso presupuesto” al que aluden los trabajadores de los hospitales públicos bonaerenses no sólo dificulta la contratación o pase a planta permanente de médicos, sino también la compra de insumos indispensables para el cuidado diario de la salud. Uno de los ejemplos está en el sector de Hemoterapia del hospital Meléndez, donde grandes cantidades de donaciones de sangre no pueden utilizarse ya que aún no pudieron ser identificados los factores de cada una de ellas por la falta de reactivos.

“Con ese elemento básico nosotros averiguamos el tipo de sangre, y como generalmente no lo tenemos hay litros de donaciones de sangre congelados que esperan a ser clasificados y utilizados en transfusiones”, explicó la directora del Banco de Sangre, Estela Ariza, quien además advirtió que la sangre sin identificar “tiene un vencimiento y luego de esa fecha no se pueden utilizar”.

Otros materiales como gasas, jeringas y solución fisiológica suelen faltar en las despensas del hospital. “Los pedidos se envían al Ministerio de Salud provincial por medio de una licitación mensual”, pero “desde mitad de año salió una sola”, explicaron desde Hemoterapia del Meléndez, por lo que se ven obligados a trabajar con lo poco que tienen.

“Llaves de tres vías, prótesis, vías de canalización y sondas” son insumos básicos que se “utilizan con frecuencia en las cirugías” y faltan continuamente en el Oñativia, por lo que el hospital debió “utilizar el instrumental de reservas”, contó Jiménez.

“Nos faltan muchas vacunas, entre ellas la BCG, que es la principal para el nacimiento de los bebés. Tenemos que decirles a los padres que vuelvan otro día porque no hay. Cuando llegan los insumos lo hacen en una cantidad escasa”, describió la enfermera Arminda Valdez.

En la misma situación se encuentra el Evita, ya que los profesionales no cuentan con una “normal” provisión de “recursos esenciales como medicamentos, placas de rayos y reactivos para el laboratorio”, escasez que no se da en largos períodos, “pero en los tres o cuatro días en que faltan, se siente”, relató Franquet a esta agencia.

Los profesionales de los hospitales consultados por AUNO coincidieron en que, ante los faltantes, la única salida es el “trueque” entre los distintos establecimientos. Lo que a uno le sobra a otro le falta. Sin embargo, desde la dirección de algunos de los centros sanitarios sostuvieron que, mientras no sean situaciones extremas, el intercambio de insumos no debe ser mal visto.

“El trueque entre hospitales siempre existió, no es algo raro consideró Fresco. Aunque en realidad prefiero el término ‘intercambio solidario’, ya que forma parte de una cuestión operativa de la red de centros de salud. Es colaboración mutua entre hospitales y unidades sanitarias que trabajan para un mismo objetivo.”

MBE-MP-JR-PT-AFD
AUNO-25-02-13

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