«Hay que desenclaustrar las universidades»

En una entrevista con AUNO, la socióloga consideró que la educación superior actual está haciendo «de las universidades una fábrica de obsoletos y anacrónicos que no van a estar en condiciones de dar respuesta a los desafíos civilizatorios».

Alcira Argumedo es “chiquitita y vieja”, según la describe su hijo Juan Pablo. También, desde los sesenta es militante, profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA), socióloga e integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Tiene voz fuerte y ronca, como de fumadora. En su discurso, es lineal y contundente. Más aún cuando explica de qué manera los nuevos avances pueden materializarte con políticas autónomas que reivindiquen los pensamientos de libertadores latinoamericanos como José de San Martín y Simón Bolívar. Desde diciembre pasado es diputada nacional por Proyecto Sur. Pero sigue siendo una referente del progresismo nacional.

—*¿Cómo se puede medir la magnitud de la catástrofe política, social y económica que dejaron las dictaduras y el neoliberalismo?*
— Estos datos se pueden medir estadísticamente, por ejemplo, entre comienzos de la década del setenta, antes de la dictadura, y el 2002. Las cifras dan que la Argentina tenía un 7 por ciento de la población bajo la línea de pobreza, pero llegó al 56 por ciento. Ahora, es ridículo lo que dice el INDEC, pero los cálculos más serios hablan de un 30 o 35 por ciento. Pero el problema es que la línea de pobreza es engañosa porque, por ejemplo, te dice que si una familia gana menos de 900 pesos por mes, es pobre. Sin embargo, cuando te dice que gana 906 pesos por mes, no es pobre. Entonces no miden lo que es la franja de la población que está inmediatamente por encima de la línea de pobreza y está en esas condiciones. Es una catástrofe. Además se agregó un fenómeno que fue el de los nuevos pobres que son clases media que cayeron en condiciones de pobreza, si a esto se suma el problema de la desocupación, la precarización laboral. Por ejemplo, la Argentina ahora entre desocupados, sub ocupados, precarios, en negro, etcétera, se calcula que está entre 65 o 70 por ciento de la población. Todo esto es una catástrofe, ni hablar de la calidad del sistema educativo. En mediciones que hace la Unión Europea, sobre 57 países, la Argentina solía estar entre el tercer y cuarto lugar, pero actualmente estamos en el lugar 54 sobre 57 países. Nos siguen abajo Burundi, Kazajistán, y arriba están todos los países de América Latina. Para que nos demos una idea de la magnitud de la catástrofe y del desastre que generaron estas políticas, algunas de las cuales han mostrado continuidad, como por ejemplo la de promover la minería a cielo abierto con cianuro o habilitar el desmonte de bosques nativos.
—*A partir de todas estas estadísticas y números, ¿cuál es el planteo que debería hacerse para paliar esta situación?*
— Nosotros planteamos que esta situación tiene solución con dos condiciones fundamentales. La primera, recuperar las rentas extraordinarias y evitar que nos sigan saqueando nuestra riqueza. Esto se puede probar, están todas las cifras, porque Argentina y América Latina no necesitan que vengan capitales extranjeros. Lo que necesitan es que los capitales extranjeros no nos sigan expoliando nuestras riquezas. Entonces, nuestra estrategia es tratar desde el Parlamento, desde los espacios en que se pueda, frenar este verdadero saqueo y recuperar esos recursos para la población, a la cual le pertenecen. El tema es que esto no le pertenece al Estado o a la Casa Rosada, que es un edificio. Estos son recursos que le pertenecen al pueblo. Están estafando al pueblo, no a un Estado abstracto. Y esto permite, tomando en cuenta el impacto y la presencia de la revolución científico-tecnológica, impulsar tres áreas fundamentales: por una parte, un nuevo polo público con empresas públicas de nuevo tipo que es la imposibilidad de volver a establecer la corrupción y el vaciamiento que se hizo durante un largo tiempo, mediante un fuerte control social de los trabajadores, las universidades, los usuarios, etcétera. Que sea un polo dinamizador al mismo tiempo de desarrollo científico-tecnológico. Y, de esa manera, los segundos lineamientos de propuestas tienen que ver con la integración latinoamericana autónoma. Además, por supuesto, promover un cambio en los sistemas educativos que revierta esta catástrofe. También que permitan una reincorporación de una población que de alguna manera está siendo muy fuertemente descalificada. Porque se promocionan sin ningún tipo de exigencias tanto como para cubrir las apariencias cuando podríamos tener una educación de excelencia para el conjunto de la población.
—*Entonces, si tomamos como punto de partida el ámbito educativo universitario, ¿en dónde debería estar ese cambio?*
—El tema es que la revolución científico-tecnológica impone el conocimiento como nuevo recurso estratégico. La cuestión es qué tipo de conocimiento se requiere y las características del nuevo conocimiento que supone capacidad de innovación, miradas integrales, abarcadoras y contextuadas. Es exactamente el espejo invertido del tipo de conocimiento que están gestando en las universidades con éstas hiper especializaciones de los especialistas especializados, que se refieren a expertos que saben mucho de una cosa pero no tienen la más mínima idea de cómo un contexto o un proceso les cambia el fenómeno de estudio. Entonces hay que cambiar la formación. Hacerla más disciplinaria, más abarcadora para después especializarte, porque sino la especialización te deja con una mirada anacrónica y distorsionante. Ese es un debate a fondo para romper las fronteras disciplinarias, intercambiar conocimientos y, a su vez, tener otro aspecto fundamental que es romper el elitismo del conocimiento universitario, porque las formas más avanzadas de las ciencias cognitivas señalan que no hay una jerarquía única del conocimiento válida para todo tiempo y lugar. Por ejemplo, que el hiper doctor del doctorado es el que tiene el conocimiento todo con mayúscula.
—*Entonces, ¿qué se debe plantear?*
— Lo que hay que plantear es que el conocimiento depende del contexto. Es el contexto el que determina la jerarquía del conocimiento en cada momento y lugar. Pongo un ejemplo que lo he repetido hasta el cansancio: si el contexto es que te perdiste en la selva amazónica ¿con qué conocimiento preferís encontrarte? Con el de Albert Einstein que te va a explicar cómo la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, ¡y mientras tanto te están picando las yararás, te morís de hambre! O con el conocimiento de un tupí guaraní que te va a decir cómo curarte, cómo protegerte de las alimañas, alimentarte o cómo orientarte en la selva. Siempre son dos conocimientos, depende del contexto, no son contradictorios. Esto no quiere decir que el guaraní no pueda incorporar conocimientos, lo que quiere decir es que es una barbaridad irresponsable desperdiciar el conocimiento de los guaraníes y pensar que son seres inferiores. Esto hay que sacárselo de la cabeza a los universitarios para que empiecen a ver que el potencial real de su conocimiento es si se logra articular horizontalmente con los saberes sociales y culturales. Y ese es el potencial del conocimiento. Fijate cómo tenés que cambiar la universidad. Estos son todos unos pavotes totales y cuanto más doctorados acumulen, peor porque están enclaustrados ¡Están enclaustrados! Hay que desenclaustrar las universidades, abrirlas a la sociedad y no hacer extensión universitaria, sino hacer mutuo aprendizaje con las sociedades, ¿no? Es decir, Albert Einstein tiene bastante que aprender de los guaraníes y viceversa. Y si no encontramos ese tipo de conocimiento que es todo una ruptura con la idea jerárquica de las universidades, estás haciendo de las universidades una fábrica de obsoletos y anacrónicos que no van a estar en condiciones de dar respuesta a los desafíos civilizatorios que se están planteando.
—*Esto también influye a la universidad en lo que la representa como espacio de formación política, es una realidad que tampoco ayuda demasiado…*
—Sí, sí. Tengo la sensación de que sí. La política universitaria de los últimos tiempos no fue precisamente brillante. Por una parte había grupos sectarios, una falta de respeto hacia el estudiantado, mucho manipuleo de aparatos, todo ese tipo de cosas y ningún debate acerca de qué proyecto de país y qué proyecto de universidad se quería. Además, las universidades estuvieron penetradas por la hegemonía neoliberal bajo distintos aspectos. En las ciencias sociales, por ejemplo, mientras se estaba desintegrando el objeto de estudio que era la sociedad argentina, se estaban preguntando si eran modernos, pos modernos, ciudadanos virtuosos, si la muchedumbre se chocaba con la deconstrucción del sujeto y venía la multitud y atravesaba el rizoma… ¡Já! Y con todos esos neologismos estalló la sociedad y estaban colgados de un pincel, no sabían qué decir y frente a su inmovilidad y su estupidización fueron los sectores más golpeados entre los golpeados los que tuvieron iniciativas, creación, de la cual debieron aprender. Pero me parece que todavía queda por aprender. Todavía falta en la universidad un gran debate para que se inserte en un proyecto.

CP-AFD
AUNO-25-02-10

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