Tras casi 20 años de la publicación de Raúl González Tuñón periodista: medio siglo entre máquinas de escribir y lunas con gatillo, Germán Ferrari publica una segunda edición corregida y expandida (Eduvim, 2025). “Hacía falta un trabajo que pudiera enhebrar toda esa trayectoria de medio siglo desde la década del ’20 del siglo pasado en el diario Crítica hasta su jubilación en el diario Clarín”, explica el autor del libro, que explora y reconstruye la carrera de un escritor mayormente conocido como poeta pero excluido del canon del periodismo argentino.
«Del Tuñón poeta se han escrito libros y trabajos académicos, pero del Tuñón periodista se conocía poco y nada, ahondar en eso es un aporte a la historia del periodismo y a la historia del país«, cuenta Ferrari a AUNO. Raúl González Tuñón periodista reúne las crónicas del enfant terrible de la poesía para reconstruir no sólo el espíritu sociopolítico de la época en Argentina, sino que también reconstruye la figura del mismo Tuñón; su vida, sus andares, su forma de conectar poesía con periodismo y su incansable compromiso como militante comunista.
Ferrari, periodista y docente formado en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, aprendió sobre Tuñón como poeta y periodista cuando cursaba la cátedra de Eduardo Romano. “Sabía que (Tuñón) había trabajado en periodismo, pero no tenía muy en claro cuál había sido su trayectoria. A partir de ahí empecé a interesarme, a buscar material, a leer y a investigar”, recuerda. Tras recibirse, interesado en indagar y divulgar el lado periodista del poeta, Ferrari publicó la primera edición de Tuñón periodista en 2006 (ediciones del Centro Cultural de la Cooperación).

Pasaron casi 20 años de su publicación. En el medio escribió una biografía sobre Osvaldo Bayer (Osvaldo Bayer. El rebelde esperanzado, Sudamericana, 2018), compañero de Tuñón durante sus años en Clarín. Ahora, en el marco de los 120 años del nacimiento del autor, sale una “segunda parte” de Tuñón periodista que fue premiada por el Fondo Nacional de las Artes (FNA). Esta segunda parte vincula temáticas comunes entre el periodismo y la poesía de González Tuñón. En una entrevista con AUNO, Ferrari habla del lanzamiento, el compromiso político del escritor y la importancia de la curiosidad en el periodismo.
—Ya pasaron casi 20 años entre la primera y la segunda edición de Raúl González Tuñón periodista, ¿cambió algo en cómo encaraste la investigación?
—La primera versión me sirvió como columna vertebral para la segunda. Seguí incorporando más fuentes, más materiales descubiertos en los últimos años. Este trabajo fue premiado por el FNA así que se terminó convirtiendo en un libro de 500 páginas. Así que el lector va a encontrar en esta investigación un libro con muchos más datos, muchas más fuentes y muchos textos periodísticos inéditos y desconocidos de González Tuñón a lo largo de 50 años de trayectoria en los medios.
—Otra editorial hubiera hecho un compilado de notas periodísticas de Tuñón con un prólogo al principio, pero acá hay una intención de reconstruir biográficamente su carrera periodística. ¿Por qué tomaste ese camino?
—Me parecía que el camino de ahondar en la biografía periodística era el más rico porque, precisamente, es el menos conocido de Tuñón. Tuñón miraba al país y al mundo con ojos comprometidos políticamente. Él era un activo militante del Partido Comunista, pero más allá de ese sesgo ideológico, había una mirada de poeta, un humanista muy interesado y comprometido con las cosas de su tiempo. Eso se ve en sus textos. Reconstruir la biografía periodística ayuda a comprender esa trayectoria.
—También escribiste una biografía sobre Osvaldo Bayer, a quien habías entrevistado cuando investigaste sobre Tuñón. ¿Cuáles son, para vos, los paralelismos que tuvieron Tuñón y Bayer? ¿Qué diferencias y similitudes tenían como periodistas?
—Pertenecían a generaciones diferentes. Tuñón le llevaba alrededor de 22 años a Bayer, podría haber sido su padre o un hermano mayor. Creo que existen continuidades que tienen que ver con el compromiso con su tiempo, cada uno desde su pensamiento y desde su ideología: Bayer desde el anarquismo y González Tuñón desde el comunismo. Pero ambos tenían un compromiso y una necesidad de contar, en la poesía y en el periodismo en el caso de Tuñón, lo que pasaba en su tiempo en Argentina, en Latinoamérica y en el mundo. Hay temáticas y episodios —algunos que aparecen en los diarios y otros que no— que los sorprendían, les interesaban y los conmovían. A Bayer le pasaba más desde el periodismo y la investigación histórica; a Tuñón también le ocurría, pero con la poesía como un canal adicional. Esos cruces nacen de un compromiso con lo que ocurre a su alrededor, en los grandes temas y también en los cotidianos.
—Mencionás mucho el compromiso político de Tuñón y en el prólogo resaltás que casi no figura dentro del canon periodístico argentino en comparación con otros periodistas comprometidos como Walsh, Bayer o García Lupo. ¿Por qué pensás que Tuñón no figura en ese canon?
—Por su militancia comunista. Él fue ninguneado incluso dentro de su propio partido. Su militancia desde los años ’30 lo convirtió en un poeta y periodista peligroso para el establishment. Fue un escritor “maldito”, dejado de lado, minimizado, tratado solo como un poeta bohemio y despolitizado. En tiempos donde se etiqueta rápidamente como “zurdo” a quien piensa distinto, su caso es un ejemplo. En su época sufrió censura, cárcel y persecuciones. También padeció el ninguneo desde ámbitos intelectuales y culturales, básicamente por su militancia política. Esto hizo que quedara fuera de varios cánones, sobre todo en el periodismo. En poesía, otros poetas lo reivindicaron; en periodismo quedó olvidado. Creo que este libro puede contribuir a reivindicar esa tarea periodística de 50 años.
—Hablando de despolitización y censura al periodismo, ¿cómo pensás que se puede mantener la imagen de periodistas como Tuñón y Bayer activa en el contexto actual?
—Difundiendo su legado, tanto poético como periodístico. A medida que aparezcan más trabajos de investigación y se recuperen más textos, se podrá llegar a sectores que no lo conocen, que no leen poesía o que no comparten sus ideas políticas. Más allá de cómo pensaba Tuñón —y lo mismo Bayer—, es interesante releer o leer por primera vez esos textos para enriquecer el debate intelectual, cultural y periodístico. Hay una capacidad básica que parece obvia, pero que hay que reivindicar siempre: la curiosidad. Tuñón era curioso; Bayer también. Esa curiosidad, ante grandes temas o asuntos cotidianos, permitía que se conmovieran y escribieran. No hay que perder esa capacidad casi infantil de sorprenderse y de interesarse por lo que nos rodea.
—¿Cómo mantenemos esa curiosidad en un momento donde la tecnología parece tenerlo todo a nuestro alcance, con un público cada vez más pasivo que depende cada día más de la inteligencia artificial?
—Es un desafío para periodistas e investigadores: si no somos curiosos y no vamos más allá de lo evidente, difícilmente el lector lo sea. Muchas veces el público pide contenido de calidad, pero lo que se ofrece es pobre en ideas y en profundidad. Eso hay que repensarlo. Tenemos que preguntarnos, siempre, qué podemos aportar de nuevo, qué hay que contar que todavía no se contó y que pueda enriquecer culturalmente a la sociedad.
—¿Y cómo logramos eso en una sociedad que parece que se está despolitizando?
—Con compromiso profesional. Hay que ofrecer textos de calidad, dar voz a quienes no la tienen, investigar a fondo. Si lo hacemos, podemos transformar prácticas y mejorar el periodismo. Esto requiere una actualización constante y alimentar siempre esa curiosidad.
AUNO-20-08-2025
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