Escapó del Borda y apareció ahogado en el Río de La Plata: la familia de Renzo Ferreira exige justicia

El joven de 24 años era oriundo de Villa Albertina. Su madre, Isabel, se prometió esclarecer los hechos “para que no ocurra lo mismo con otros chicos”. Denunció al neuropsiquiátrico y al Hospital de San Isidro.

Un doloroso caso conmociona a la localidad lomense de Villa Albertina: la muerte de Renzo Ferreira, un joven de 23 años que escapó del Hospital Borda y apareció dos días después ahogado en el Río de la Plata a la altura de San Isidro. Luchó durante dos meses en estado de coma y finalmente falleció el 3 de noviembre. Tras el lamentable desenlace su familia radicó denuncias contra el neuropsiquiátrico y el Hospital de San Isidro, por abandono de persona y mala praxis respectivamente, y exige una investigación profunda de lo sucedido.

La causa contra el Borda se encuentra bajo la órbita de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N⁰56; la que apunta al Hospital de San Isidro quedó en manos de la Fiscalía General de Martínez. A Isabel Duarte, madre de Renzo, la concatenación de hechos no le cierra por ningún lado. ’’A mi hijo me lo mataron’’, aseguró en diálogo con AUNO. Por esa razón, a pesar a sus limitados recursos económicos –la familia no posee un abogado para el caso–, se prometió a sí misma dedicar el resto de sus días a buscar un esclarecimiento de los hechos “para que no ocurra lo mismo con otros chicos”.

Crónica de un calvario

El 22 de mayo del 2021 Ferreira consumió con su primo un chocolate que contenía marihuana y que le provocó una convulsión. Según contó su hermana Vanina, nadie lo ayudó. A partir ese momento nunca volvió a ser el mismo. Al poco tiempo, el joven hincha de Boca se fue de su casa y estuvo varios días desaparecido. Cuando lo encontraron fue internado en el Hospital Evita, de Lanús, lugar en el que le diagnosticaron un brote psicótico.

Si bien estaba medicado, ya en su hogar volvió a descompensarse durante una tarde y se determinó que debía quedar hospitalizado.

La primera gran señal de alarma ocurrió el 7 de enero, jornada en la que se escapó y apareció en la costanera: en aquel momento fue trasladado al Hospital Rivadavia, donde permaneció hasta el 4 de abril. “Ahí lo atendieron y cuidaron muy bien, pero no era el lugar en que tenía que estar, dada su condición. Nos dijeron que estaba esquizofrénico, y por lo tanto lo derivaron al Borda”, relató la madre.

En el hospital psiquiátrico de la calle Ramón Carrillo las cosas fueron de mal en peor. Inicialmente los médicos le comentaron a Isabel que su hijo estaba muy deteriorado y que debía quedar encerrado hasta que su condición mejorase. De esa forma quedó recluido en el pabellón 4, sin posibilidad de tener contacto físico con ningún familiar.

‘’Una vez hablando con él a través de una reja me dijo ‘má, no puedo estar ni parado, me siento muy mal’. Era incapaz de agarrar un tenedor, no podía comer, me partía el alma’’, recordó Isabel, angustiada. A los pocos días, a Ferreira lo internaron en la clínica que tiene el centro hospitalario por un cuadro agudo de deshidratación. ‘’El aseguraba, por su patología, que el agua estaba contaminada. Por eso yo me desesperaba y les pedía a los doctores que estuvieran encima de él.”

Una gran dificultad en lo que al tratamiento refiere era la negación de Renzo a tomar los medicamentos, algo típico en pacientes con esquizofrenia. Su madre asegura que mientras en el Rivadavia eran más exhaustivos, atando sus extremidades para que no se negara a consumir sus pastillas, en el Borda ocurrió lo contrario. ‘’Estaba muy abandonado, sucio; pareciera que si no tenés una obra social o un poder adquisitivo alto la atención real es mínima’’, lamentó.

El 6 de junio el joven escapó por primera vez del neuropsiquiátrico, un temor que Isabel siempre tuvo porque era un acontecimiento que ya había ocurrido en su estadía en el Evita. Para mayor gravedad, en esta ocasión fue una trabajadora del propio hospital la que abrió una puerta que siempre debía estar con llave.

‘’Yo estaba presente en el pasillo y vi que la psicóloga se acercó a la puerta e intercambió unas palabras con mi hijo. Al rato le abrió y se escapó, yo corrí para agarrarlo de la remera, lo tiré al suelo y lo contuve como pude”, recordó Isabel, que aquella vez mantuvo una fuerte discusión con el cuerpo de profesionales a cargo. “Ella me pidió disculpas, pero ¿qué hacía yo con eso si a mi hijo le pasaba algo?”, añadió.

El 25 de julio Ferreira escapó nuevamente. La pregunta sobre cómo eso es posible estando recluido en su habitación, que en la práctica debía permanecer cerrada, sigue abierta. En aquella ocasión estuvo vagando por los pasillos hasta que el personal de seguridad lo halló. Ante la consulta a una profesional a cargo de su tratamiento sobre si realmente estaba tomando la medicación indicada, la respuesta fue un no tajante. Para su madre, ésa fue la prueba suficiente para terminar de comprender ‘’que al personal no le importa nada de los pacientes, si comen bien o toman lo que deben, nada’’.

Como las mejoras no aparecían, los especialistas decidieron aumentar la medicación. Sin embargo, el 12 de agosto Renzo se fue otra vez y nunca más regresó. Al momento de su desaparición, el esquema terapéutico que figura en la historia clínica era el siguiente: Olanzapina (10mg/día), Divalproato Na (1000 mg/día), Biperideno (4 mgd/día), Haloperidol (15 mg/día), Lorazepam 5 (mg/día) y Clozapina (150 mg/día).

“Cuando yo le pregunté poco antes de que se fuera nuevamente qué le estaban dando me dijeron clozapina de 25 mg al día y dos medicamentos más. En cambio, la historia clínica muestra que eran seis, y en el caso de la clozapina con una dosis mucho mayor. Uno en el momento confía, no sospecha, pero luego me di cuenta que me habían mentido, porque si realmente él hubiera consumido esa medicación tan fuerte, ¿cómo hace para escaparse?“, sostuvo Isabel.

A los dos días, el joven fue encontrado ahogado a las 16 en el Río de la Plata a la altura de San Isidro y sin signos vitales. Mientras era trasladado al hospital de esa ciudad, el cuerpo médico realizó los ejercicios de reanimación correspondientes y logró que el corazón del joven volviera a latir, aunque el daño neurológico fue importante.

Si bien los estudios no arrojaron muerte cerebral, la respuesta a diferentes tipos de estímulos realizados fue nula. Desde un primer momento el pronóstico fue desalentador, al punto que al tercer día de internación desde el centro asistencial intentaron que la familia firmara los papeles para la futura donación de órganos.

Su madre decidió negarse porque en los últimos días aseguró haber sentido, al igual que la hermana del joven, un apretón de manos de Renzo. También vieron lágrimas rodar por sus mejillas.

Insistencia por el traslado y el peor final

Más allá de la angustia por la situación, una de las cuestiones más graves para la familia Ferreira radica en la insistencia permanente en los últimos días por parte de una médica para hacer el traslado a otro centro sanitario. ‘’Me decían que él no era de la zona y no aportaba nada, que tenía que apurarme y hacer el traslado. Somos personas humildes, no teníamos dinero para llevarlo a otro lado y se supone que para eso están los hospitales públicos’’, expresó entre lágrimas Isabel.

El 3 de noviembre Renzo falleció tras sufrir una arritmia cardíaca. Cuando su madre y hermana fueron a despedirse de él en su habitación vieron que estaba atado de pies y manos, dato que llamó enormemente la atención de quien tomó la denuncia que la familia realizó en contra del Hospital de San Isidro por Mala Praxis en la Fiscalía General de Martínez. ¿Por qué era necesario en un paciente que jamás recobró la conciencia? ¿Por qué atarlo recién un mes y medio después?

Por otra parte, se hizo una denuncia formal contra las autoridades del Borda por abandono de persona, proceso que no fue sencillo porque en una primera instancia Isabel remarcó que no se la querían tomar. ‘’Me dijeron que habían hecho una investigación en el neuropsiquiátrico y les habían asegurado que mi hijo firmó un papel en el que renunció a su tratamiento y se fue por sus propios medios. Me puse mal, sentí que me estaban cargando y recién cuando sugerí la opción de llamar a la prensa me derivaron para radicar la denuncia formal’’, contó. La causa, que se encuentra bajo la órbita de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N⁰56, está a cargo del juez Edgardo José Orfila.

Al estar judicializado el caso, el cuerpo del chico de Villa Albertina no podrá ser cremado –como su familia deseaba en primera instancia– por un período de cinco años. Consultada sobre la respuesta emitida desde el Borda ante el pedido de observar las cámaras, Isabel reveló que ‘’se negaron a hacerlo y que eso solo ocurrirá si la Fiscalía así lo requiere’’.

AUNO intentó comunicarse con las autoridades del Hospital para conocer su versión de los hechos. En la institución aseguraron que de momento “preferían no hacer declaraciones a la prensa’’.

Un cúmulo de interrogantes permanecen suspendidos en el aire, y de ahora en más, el accionar de la Justicia será clave para resolverlos. Mientras que en los pies de Renzo aparecieron lastimaduras lógicas en las desapariciones anteriores por caminar sin zapatillas, esta vez no hubo ni un rasguño. Como si no se hubiera movilizado, aunque la teletransportación al Río de la Plata por el momento no existe.

’Hoy que viví esto me enteré de cientos de denuncias vigentes contra el Borda por el abandono a sus pacientes, por las condiciones en las que están. Todo lo relacionado a salud mental es muy complejo. Voy a seguir luchando hasta saber lo que pasó con mi hijo, y para que otros chicos no corran la suerte de él”, finalizó Isabel.

AUNO-12-12-2022
FC-MDY

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