En este momento, cuando comienzo a escribir ante un pedido de retractación aclaratoria bajo intimación de inicio de acciones legales, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, anuncia el envío de un proyecto de ley por el cual se suprime el delito de calumnias e injurias del Código Penal. Sin embargo, nunca me he amparado en beneficios cuando tengo que asumir mi responsabilidad profesional. Es más,en ese ejercicio nunca he sido acusado de calumniar el buen nombre y honor del persona alguna.
El profesor Claudio Alberto Parica publicó en la agencia universitaria AUNO, cuatro años después, un descargo y pedido de aclaración acerca de un párrafo contenido en un texto de mi autoría del 23 de marzo de 2004, bajo el título “Los primeros días de la dictadura” militar, que me fuera solicitado por quienes conducen ese medio de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora con motivo de un aniversario del golpe.
Existen numerosos ex alumnos de la UNLZ de entonces dispuestos a dar fe y testimonio de mis dichos cuando menciono que su padre, Ivo Parica, al comentar el episodio de su huida o salida de Croacia utilizó el término “disfrazado de cura” sin hacer mención alguna a su condición sacerdotal. Varios autores han investigado que la Iglesia Católica a través del Vaticano creó una ruta para sacar, después de la Segunda Guerra Mundial hacia América, a jerarcas del nazismo alemán y otros estados y organizaciones títeres y cómplices del fascismo, entre ellos varios croatas “disfrazados” de curas para evitar los controles de las fuerzas aliadas y rusas que habían recuperado territorios europeos, quizás con la anuencia de algunos de estos. El señor Parica hijo explica que la Iglesia también habría usado la misma ruta para sacar a perseguidos de otros regímenes, entre ellos posiblemente su padre, tal como lo señala.
Dado el contexto autoritario y de persecución ideológica en el seno de la UNLZ a todo aquel que pensara diferente, tras las intervenciones previas al golpe de estado encarnadas en Ivanissevich y Ottalagano (resistidas por profesores y alumnos, lucha que tuvo su punto trágico con el asesinato del compañero Hugo Hansen); durante el régimen militar a partir de 1976 (con decenas de desapariciones) y la presencia de militares como docentes, era difícil discriminar quién era quién, pero podría sostener que el pensamiento era casi homogéneo. Es probable que aquellos elementos se hayan conjugado con los dichos de fuentes de la época y me llevaran a una interpretación errónea acerca de su padre. No hubo en ella mala fe de mi parte.
Siguiendo el hilo de mi razonamiento y en honor a una cierta trayectoria de casi 30 años como periodista profesional y a la honestidad con la que he pretendido desarrollar mi carrera, quiero admitir que no puedo dar cuenta de la pertenencia de Ivo Parica a esos grupos de choque croatas, ni a grupos colaboradores al nazismo, sin haber albergado malicia hacia su familia ni hacia la colectividad croata en la Argentina en general.
Preservando las fuentes de información de entonces y anteriores a la fecha de publicación de la nota, quiero pensar ahora que di cuenta de las confesiones personales de una fuente de origen croata —pariente de ex oficiales Ustashas ya fallecidos— que decía conocer de nombre al profesor Ivo Parica dentro de la colectividad croata. Reconozco que el vínculo no volvía a su progenitor, el suyo, ni cómplice ni encubridor del nazismo ni de la organización nacionalista croata Ustasha.
El segundo punto es, y admito un error de redacción de mi parte en el texto, cuando digo “…detrás de él toda la conexión Ustasha” , ya que lleva a pensar que su padre encabezó la huida hacia América. En realidad intenté hacer referencia al punto anterior, pero no me gustaría en lo personal ser juzgado por aquello de “dime con quien andas y te diré quién eres” .
Al escribir el texto, tras 28 años del golpe, y en mi recuerdo y el de aquellos que preferimos no olvidar, su padre –como otros que ocuparon cargos— es y será la encarnación de aquella época en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, aún cuando usted hace mención a que por su lucha fue condenado a muerte por el comunismo “al oponerse al sometimiento, a la falta de libertad y fundamentalmente, a cualquier totalitarismo”.
Usted menciona —desde su lugar de hijo— a un hombre al que “se lo puede acusar de haber sido muy estricto y muy recto”, descripción que lo puede legitimar como padre pero debería tener la amplitud de reconocer que lo que para usted es “estricto y recto” para otros que lo sufrimos, haya sido otra cosa. Sin ir más lejos y acostumbrado como estaba antes del golpe intenté discutir ideas en una clase de filosofía dictada por su padre a la que había asistido como “oyente” y fui expulsado por la policía del régimen a su pedido, con todo el peligro que eso implicaba para mi seguridad, lo que está explicitado en mi nota. Desconocía y desconozco su trayectoria en la docencia lomense, sólo se que para que su padre y otros docentes se instalaran con su “capacidad” tuvo que cambiar un contexto de participación democrática del que formé parte a partir de 1973 como alumno.
Señor Parica, no era mi intención herir sus sentimientos, los de su familia ni los de la colectividad croata, ni mucho menos discriminar pueblo o etnia alguna. Siempre he sido un defensor de los derechos humanos por lo que mal puedo albergar sentimientos racistas o xenófobos. Mal podría “acusar” a su padre de “católico” cuando mi padre ha sido y es activo militante de ese credo.
De hecho en la extensa nota dedico un solo párrafo a la presencia de su padre. De no haber mediado la Carta Documento hubiera dado por terminado el episodio con su texto aclaratorio, pero todos tenemos en el fuero íntimo una pelea que nos lleva a confrontar o defender con legitimidad El Nombre del Padre. Espero que mediante esta nota aclaratoria, enviada para su publicación a la agencia AUNO, satisfaga el agravio al que usted invoca en lo que al párrafo en cuestión respecta y hace mención al profesor Ivo Párica. En cuanto al contexto general aludido en aquella publicación de 2004 lo ratifico een ejercicio de la Libertad de Prensa consagrados en los artículos 14 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, y por haberlo vivido y formar parte de mi experiencia como alumno universitario.