En Argentina, más de la mitad de los chicos son pobres

Así lo reveló un estudio que, sobre la base de datos oficiales, reformula las mediciones del Indec. Los números sostienen que en el país 7,3 millones de chicos menores de 18 años, el 55 por ciento del total, son pobres, mientras que casi 3 millones viven en la indigencia.

El 55 por ciento de los chicos argentinos menores de 18 años es pobre y el 23 vive en hogares cuyos ingresos están por debajo de la línea de indigencia. Este sector de la población es la mitad de los 15,5 millones de pobres en todo el país, 3 millones más de los que reconoce el Gobierno nacional. Así lo determinó un informe del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), tras reformular la metodología de cálculos que utiliza el Indec. Según esta revisión, la pobreza es un 20 por ciento más de la que se informa oficialmente.
El informe “Una realidad más complicada” precisa que la tasa de chicos menores de 18 años que son pobres no sería del 46,2 por ciento, tal como lo reconoce el Gobierno, sino del 55,6. Mientras que el 22,9 por ciento se encuentra por debajo de la línea de indigencia.
Los datos “ratifican el problema de la infantilización de la pobreza; lo cual, más allá que desde el punto de vista ético sea una atrocidad, cuestiona el futuro de la sociedad y de su fuerza laboral”, destacó en diálogo con Auno el diputado y economista de la CTA Claudio Lozano, uno de los autores del informe.
A la hora de medir la población general, la versión oficial que precisa que los pobres en la Argentina son 12.242.619 es confrontada con la que indica que son 15.422.356; es decir 3.179.737 más. Lo cual significa “un llamado de atención a la visión exitista de la actualidad sobre la base de datos que dicen que la pobreza y la indigencia cayeron”, según Lozano.
La información precisa que en el país hay 7.266.237 de menores de 18 años pobres, y 2.997.327 indigentes. Las cifras son más que alarmantes. Para llegar a ellas, los miembros del Instituto de Estudios y Formación actualizaron la metodología que utiliza el Indec, en síntesis, de esta manera: el Indec registra sondeos en el orden nacional, pero continúa midiendo la pobreza y la indigencia sobre la base de la información proporcionada por la Encuesta de Gastos de los Hogares (EGH) realizada en el período 1985/86. Por su parte, lo que hicieron los revisionistas de la CTA fue aplicar la información de la EGH correspondiente al período 1996/97. De esta confrontación surge un 22 por ciento más de pobreza que la se difunde públicamente.
En esta situación hay un hecho objetivo: cuando el Indec construye la Canasta Básica de Alimentos (CBA) con que se miden los precios y la inflación, toma datos recientes. Pero cuando mide la pobreza, utiliza una canasta básica de hace 20 años. “Obviamente, cualquier tipo de suspicacia se devela frente a este hecho”, explicó el economista.
El objetivo del informe de la central de trabajadores fue saber fehacientemente cuántos argentinos son pobres y cuántos son indigentes. Respecto de la medición de la indigencia, lo primero que se hizo fue valorizar la CBA con precios del primer semestre de 2006.
El resultado obtenido fue una CBA superior al del Indec, de modo tal que la tasa de indigencia trepa así 3,2 puntos, pasando del 11,2 al 14,4 por ciento. Entonces, las personas en situación de indigencia pasarían a ser 5 millones y no 3 millones, tal como se reconoce oficialmente.
En cuanto al cálculo de la pobreza, el informe también supone una serie de cambios. Para calcular la Línea de Pobreza se confeccionó una Canasta Básica Total (CBT) que incluye los alimentos que necesita una familia tipo, sumados a una serie de gastos no alimentarios como el alquiler, educación y salud. La CTA propone mantener fijos los coeficientes específicos de gastos del año 1996/1997 para evitar que el aumento de un bien suponga la disminución de la proporción de los otros bienes y servicios dentro del gasto total del hogar.
Calculando la CBT de esta manera, los índices de pobreza de la Argentina se incrementan 8,2 y llegan al 14.4 por ciento. Y en vez de los casi 12 millones de pobres que cuenta el Indec en su última actualización, la cifra estimada por la central es de 15,5 millones de personas.
Es más, si se actualizara esa canasta dada a conocer semanas atrás, la realidad volvería a cambiar. Y para peor.
Los últimos números oficiales establecieron que la CBT, que define el nivel de pobreza, subió 2,31 por ciento en diciembre de 2006, y que, por lo tanto, una familia tipo necesita 899,44 pesos para no ser “pobre”. En tanto que la CBA creció en el mismo período un 2,80 por ciento; por lo tanto, para no caer en la indigencia, una familia necesitó un ingreso de 414,49 pesos.
“Lo que nosotros hicimos fue establecer relaciones –-argumentó Lozano—. Y si comparamos con la situación del 2002, la pobreza cayó menos de lo que debió caer de acuerdo al crecimiento económico de estos cuatro años. Hay un 18 por ciento más de actividad económica, pero también 3 millones de hambrientos más.”
Según los autores de la monografía, una vía más exacta para calcular la pobreza sería tener en cuenta las canastas regionales o valorar los gastos según las características socioeconómicas de cada sector. Por ejemplo, en un hogar de ancianos, las necesidades son distintas que en una familia tipo.
Por otra parte, una de las formas que la central de trabajadores pregona para salir de esta situación es la aplicación de un subsidio universal por hijo de 150 pesos mensuales para todos los trabajadores, estén o con un empleo formal o “en blanco”.
Actualmente, el universo de trabajadores “en blanco” significa un 38 por ciento de la masa laboral; y hay convenios colectivos con sólo el 17 por ciento. Por eso, concluyó Lozano, “no hay posibilidad de mejorar la distribución del ingreso si no hay políticas públicas de alcance universal”.

AMB-AFD

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