El país de las mujeres

En _Yo, Encarnación Ezcurra_, la actriz Lorena Vega se convierte en la esposa de Rosas. Lo público y lo privado se condensan para disparar la reflexión sobre el rol de las figuras femeninas en la política. El espectáculo porteño, con dirección de Andrés Bazzalo, se presentó este fin de semana en el Banfield Teatro Ensamble.

Franco Lapalma

Lomas de Zamora, abril 23 (AUNO).- La actriz Lorena Vega presentó el sábado el unipersonal Yo, Encarnación Ezcurra en el Banfield Teatro Ensamble, una obra de Cristina Escofet que reinterpreta la figura de la esposa de Juan Manuel de Rosas y plantea una reflexión sobre el rol de las mujeres en el poder político de nuestro país.

La obra dirigida por Andrés Bazzalo podría ser únicamente un llamado de atención para no olvidar figuras femeninas que tuvieron un rol protagónico en la historia argentina. A aquellas mujeres que ejercieron una posición de poder por la que padecieron varias consecuencias, desde la difamación hasta intentos de asesinato.

Sin embargo, Yo, Encarnación Ezcurra representa más que eso. Porque Lorena Vega, más que interpretar a quien fuera la esposa de Rosas, termina resignificando lo que muchos piensan o saben de la mujer que en gran medida posibilitó el ascenso de su marido a la gobernación de Buenos Aires y que sólo vivió 43 años.

Pueblo, patria, familia, negros, indios, traición, amor, federales, unitarios, espías, soberanía y monarquía: estos son los conceptos más recurrentes en el unipersonal y sobre los que giró seguramente la vida de Ezcurra en una época en la cual la mayoría de las mujeres no hacía política. A su vez, la obra muestra sus secretos, pasiones y deseos en una especie de sesión psicoanalítica con los espectadores y una confesión con Dios antes de su muerte.

Representada como una mujer hábil, inteligente y conspirativa que sabía los entretelones de espías y traidores entre los federales, también cuestiona el poco reconocimiento de parte de su esposo, quien sin ella no se hubiera mantenido en el poder.

Además, en una coyuntura marcada por las próximas elecciones presidenciales y en la que la “polarización” sigue siendo la estrategia principal de varios sectores, Yo, Encarnación Ezcurra también viene a recordar que la división de la clase política es más antigua y profunda que una grieta.

Un fragmento especial es el que trata sobre la Mazorca, en el que la obra diferencia el liderazgo de Ezcurra del accionar sangriento y criminal de sus seguidores para con los enemigos opositores. “Yo no di esa orden, una paliza no es una masacre”, reprochaba la protagonista sobre una de las tantas acusaciones que pesan sobre su nombre.

Desde lo artístico, la música en vivo guía una narración cambiante y atrapante, que juega con la ficción y realidad. En tanto que la iluminación acompaña a la protagonista enfocando toda la escena o solamente a ella en momentos dramáticos.

Estos recursos acompañan los cambios anímicos de Encarnación y la transportan de un momento de relato histórico-político a otro en el que recuerda sueños sexuales, e incluso a momentos graciosos en los que se burla de las unitarias que defienden a sus maridos con lágrimas.

En este sentido, el talento de Vega para manejar la escena a lo largo de una hora, con llantos dramáticos y discursos cargados de ironía, podría ser, en la misma medida, la capacidad que tuvo Ezcurra de manejar las estrategias políticas y realizar la Revolución de los Restauradores mientras Rosas hacía sus Campañas al Desierto.

No hay dudas de que la figura de la “Mulata Toribia” evoca grandes personalidades femeninas del pasado y del presente como podrían ser Eva Duarte y Cristina Fernández. Curiosamente son nombradas casi siempre con los apellidos de sus maridos, por lo que no debe ser casual que el título de la obra de Escofet no lleve el “de Rosas”.

Como ejemplo de la influencia que tuvo en el pueblo, y para tener una aproximación a la gran popularidad de la que gozó entre los más humildes, llama la atención una cifra: de una población de 60 mil personas a comienzos del siglo XIX, a su sepelio habrían concurrido 25 mil.

Varias de las series actuales muestran heroínas que acceden al poder. Sin precisar horas y horas de pantalla, Vega —quien ha trabajado junto a los más destacados directores del teatro porteño, como Mauricio Kartún, Guillermo Cacace y Mariano Tenconi Blanco— configura un espectáculo de calidad que plantea esta temática.

Por último, la repercusión que tuvo y tiene el unipersonal en el público permite una tercera temporada en escena. Además, en el ambiente teatral obtuvo varios premios y nominaciones en la Fiesta Nacional del Teatro, los Premios ACE, Trinidad Guevara, Guerrero, Luisa Vehil, Teatro del Mundo y Teatro XXI.

AUNO-23-04-2019
FL-MDY

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