De cortar el pasto a tener su pizzería: un padre que emocionó en las redes

La historia de Gustavo García se viralizó en Facebook. Hace dos años quedó viudo y empezó a trabajar cortando el pasto por el barrio junto con la compañía de su hijo Thiago. Su pasión por la cocina lo llevó a inaugurar su propia pizzería hace apenas unos días, con la ayuda de vecinos y del municipio de Lomas de Zamora.

Carlos Dileo

Las recomendaciones en las redes sociales pasaron a ser el nuevo boca a boca del barrio. De esta forma se hizo conocida la historia de Gustavo García, un banfileño viudo de 48 años que se las rebuscó para trabajar y criar a su hijo al mismo tiempo. Tras la viralización de su historia en Facebook, consiguió empleo, y hace pocas semanas, logró abrir su pizzería.

Una vecina contó la situación de Gustavo en la red social y la publicación en poco tiempo alcanzó un total de 132 mil compartidos, 71 mil reacciones y 100 comentarios. “Gustavo necesita trabajar. No dudo en comprarse una bordeadora y ofrece cortar (el pasto de) los frentes de las casas. Es el mejor ejemplo, enseñar la cultura del trabajo a su hijo sin tocar timbre y pedir, optó por lo digno”, expresó Pina Vaccaro en 2017.

Estos últimos dos años significaron cambios constantes en su vida. Empezó a cortar el pasto luego del fallecimiento de su pareja, contó en diálogo con AUNO, porque era la única salida laboral que le permitía llevar a su hijo de dos años en cochecito. “Una vecina subió una foto contando mi historia en Facebook y se viralizó, a partir de ahí conseguí la guardería para mi hijo y un trabajo como cocinero para el Instituto Municipal de Discapacitados y Adultos Mayores (IMDIAM)”, detalló.

De un día a otro, miles de vecinos conocían y comentaban su historia en el barrio. Esto se tornó “un poco agobiante” para Gustavo ya que el dolor por la pérdida de su pareja todavía era reciente. Sin embargo, reconoció que gracias a que su historia se hizo conocida pudo salir adelante en poco tiempo.

Silvia tuvo un accidente cerebrovascular (ACV) el 15 de julio de 2016 que le provocó la muerte instantánea. “Fue en un segundo”, recordó. En aquel momento, él trabajaba en un restaurante al que renunció para “hacerse cargo de lo todo lo que hacía ella” por el cuidado de su hijo de dos años, en ese entonces.

La pareja, antes del accidente, vendía comida hecha a buffets y quioscos del distrito. Nunca habían pensado en ponerse un local. La idea de tener una pizzería propia surgió de Gustavo porque “era la única opción de trabajo” que le permite estar en su propia casa para cuidar a Thiago, de 4 años, ya que sino “sería mucho más difícil” repartirse el tiempo entre los dos trabajos y la paternidad.

El cocinero corre de acá para allá. Quiere terminar todos los pedidos antes de que Thiago despierte de la siesta. El tiempo es lo que menos le sobra: por la mañana trabaja como cocinero en el Taller Protegido N°1 del municipio de Lomas de Zamora donde cocina para 80 chicos con capacidades diferentes y de noche abre las puertas de su pizzería. “En este tiempo con un trabajo solo es difícil mantenerse (en lo económico)”, afirmó.

El ruido de ollas y asaderas que se acomodan en la cocina evidencian el trabajo en conjunto. Con la ayuda de sus compañeros, Gustavo pudo conseguir la estabilidad de trabajar de lo que le gusta y criar a su hijo al mismo tiempo.

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Thiago es el motor que lo impulsa para seguir su camino, aunque la pérdida está presente. “El dolor cesó un poco, pero sigue. Mi hijo lo vive con normalidad porque va al jardín de infantes y juega sin ningún problema”, expresó.

Dos hornos, dos heladeras y una balanza son algunos de las donaciones que recibió como incentivo para llevar adelante este proyecto. Con la ayuda de “un par de préstamos” se terminaron los últimos retoques, y así se puso en marcha la pizzería “De Antaño”.

Un emprendimiento que se cocinó a fuego lento durante seis meses a base del esfuerzo de un padre que busca el bienestar de su hijo. El espacio ofrece delivery de pizzas y empanadas horneadas a leña, y funciona desde el 20 de diciembre en Baliña al 1800 entre Godoy Cruz y Darragueira, en Banfield Oeste.

“No tienen que bajar los brazos. Estar tirado en una cama no sirve de nada, y menos si se quedan a cargo de un hijo o de quien sea. Hay que luchar y tirar para adelante”, aconsejó Gustavo a quienes pasan por una situación similar. Las paredes de la pizzería pintadas de color verde esperanza son un símbolo de un padre que no se dejó llevar por el egoísmo y decidió trabajar para darle un futuro digno a su hijo.

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