(AUNO*) Rodeado de bosques, lagos y cerros con cumbres nevadas se encuentra el pueblo de Dina Huapi, al noroeste de la provincia de Río Negro. Allí, muy cerca de la ciudad de San Carlos de Bariloche, sus poco más de mil habitantes pudieron poner en marcha una experiencia comunitaria que hace hincapié en el cuidado del medio ambiente. A partir de los residuos orgánicos que ellos mismos se encargan de separar, y junto al asesoramiento de un equipo de especialistas de la Universidad Nacional del Comahue, se lleva a cabo un proceso de transformación del que se obtiene el compost, un abono de alta calidad. Luego, el material obtenido se distribuye entre los vecinos, que lo utilizan en sus huertas y jardines.
La idea surgió a mediados de 2002 de la Asociación Surcos Patagónicos, una entidad que se dedica a promover una mejor calidad de vida en diversas localidades del sur argentino. Esta organización se ocupó inicialmente de trasmitirles la iniciativa tanto al Grupo de Suelos de la Universidad Nacional del Comahue como a la Comisión de Fomento de Dina Huapi (una suerte de municipalidad del pueblo), quienes dieron el visto bueno para ponerla en marcha.
La presidenta de Surcos Patagónicos, Ana Basualdo, comentó que el objetivo principal de este proyecto es “preservar y mejorar nuestro entorno natural mediante la separación de residuos orgánicos domiciliarios y su posterior reciclado”.
De esta manera, la entidad comenzó a difundir la iniciativa entre todos los vecinos y a realizar la tarea de concientización y capacitación para que todos sepan distinguir los residuos orgánicos principalmente desechos de alimentos de los que no los son.
Por su parte, la Comisión de Fomento se comprometió a distribuir los recipientes para colocar los desechos útiles y a retirarlos tres veces por semana para llevar a cabo la instancia de transformación. Esta tarea es realizada por el grupo universitario: primero, la “chipeadora” se encarga de reducir el tamaño de los residuos y posteriormente se desarrolla un proceso que estabiliza y elimina los olores desagradables. En total, la fase se extiende durante unos 100 días aproximadamente.
“Todos los vecinos de Dina Huapi que participan en este programa separan los residuos en sus hogares y posteriormente, mediante el denominado proceso de compostaje, se estabiliza la materia orgánica y los residuos se transforman en abono de alta calidad. Una vez que termina esta etapa, los participantes reciben una bolsa de compost que pueden usar en huertas y jardines para mejorar la calidad de sus suelos”, explicó a AUNO la titular de la asociación patagónica.
Desde que la iniciativa se puso en marcha, al menos 150 familias participan de manera activa separando sus desechos y utilizando en sus tierras el compost. Asimismo, ya se llevan recolectados y reciclados 15.000 kilos de basura, con lo cual se evitó arrojar esa cantidad en el basurero municipal durante los últimos cuatro años.
Una vez que la metodología de trabajo comenzó a automatizarse entre todos los habitantes, el rol de la organización social se redujo considerablemente. Es por ello que el próximo paso para la entidad es llegar a replicar la experiencia en otras localidades de la región. “Esta sería una buena manera de devolverle a la tierra todo lo que ella le da a la comunidad”, sentenció Basualdo.
Con residuos orgánicos, un pueblo patagónico produce abono de alta calidad
Una experiencia comunitaria en un pueblo de la Patagonia permitió que los vecinos se organicen y separen los residuos orgánicos para luego convertirlos en un abono de alta calidad para sus huertas y jardines. Participan unas 150 familias, que ya lograron recolectar y reutilizar más de 15 toneladas de desechos.