“Vamos a volver las veces que sean necesarias hasta que el arresto domiciliario a Osvaldo Valenzuela le sea denegado”. Familiares, amigas y vecinos de Viviana Giménez, asesinada en octubre pasado en Parque Barón, se manifestaron esta semana en las escalinatas de los tribunales de Lomas de Zamora para exigir que no se le otorgue este beneficio al asesino de la mujer.
Por segunda vez consecutiva, la jueza del Juzgado de Garantías N°5, Marisa Salvo, no recibió a la abogada Claudia Perugino ni a Beatriz, madre de la víctima, ya que no concurrió al tribunal por “cuestiones de salud”. Tampoco las había recibido el jueves pasado debido a que “tenía muchas audiencias”.
“Si no querés escuchar, qué quilombo que se va armar. Justicia para Viviana y que Valenzuela no salga más”. Entre cantos, pancartas y aplausos acompañaron el reclamo organizaciones políticas, centros de estudiantes y familiares de otros casos que sumaron su apoyo al pedido de justicia para la vecina de Parque Barón y todas las mujeres víctimas de la violencia machista.
“Si al femicida no le tembló la mano para amenazar a mi hermana por casi dos años, cruzarse y matarla, ¿qué le va a impedir que un día se cruce y me mate a mí, a mi sobrino, a mi hija, a mi otra hermana o a mi mamá?”, cuestionó la hermana de la víctima, Diana Paz.
También se preguntó por qué le tendrían que otorgar la prisión domiciliaria: “¿Por su edad? ¿Por qué es insulinodependiente? Esas dos cosas no le impidieron en ningún momento acosar, amenazar, hostigar, perseguir y matar a mi hermana”.*
Valenzuela no recibió denuncias previas por parte de Viviana ya que estaba “atemorizada” por las amenazas recibidas. Le tenía “tanto pánico” que decidió instalar un portón electrónico en la casa para no tener que cruzárselo en la calle. El atacante vivía en frente de su casa en Año del Libertador al 200.
Viviana no pudo contarle a su familia por lo que estaba pasando. Valenzuela aprovechó esa “debilidad” para “manipularla hasta el último momento”. Además, él “ejercía su poder” por el hecho de tener armas de fuego y ser un policía de la Federal retirado; a eso se sumó que su hija, perteneciente a la misma fuerza, es parte de la custodia privada de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Este último dato, según denuncian, sería el motivo que le permitiría acceder a este beneficio. “Es muy grave que una funcionaria de una fuerza de seguridad continúe con las amenazas y el acoso a la familia de la víctima. Estamos preparando una denuncia también para ella”, adelantó Perugino.
“Hoy te pedimos que hagas lo que tenés que hacer. Que este señor se pudra en la cárcel y pague por lo que hizo”. El pedido para la jueza Salvo es que “marque una diferencia” para que sea “la voz de las mujeres”.
Cárcel común y efectiva para el femicida
El 18 de octubre, a las ocho de la mañana, Osvaldo Valenzuela, de 75 años, asesinó a Viviana Giménez, de 43 años. La muerte fue instantánea producto de un escopetazo en la cara con un arma calibre 16. Ella volvía a su casa luego de haber dejado a su hijo en la escuela. “El femicida la atacó sin mediar palabra ya que ella estaba en su auto hablando por teléfono con mi mamá”, contó Paz en diálogo con AUNO.
Valenzuela ese mismo día se entregó en la comisaría 9na de Parque Barón. El femicida cumple la prisión preventiva como consecuencia de haber confesado el crimen. Perugino afirmó que las “tranquilizó” enterarse que está detenido con cadena perpetua, pero su preocupación es el hecho de que “presentaron una solicitud de arresto domiciliario la semana pasada”.
“¿Qué informes están esperando? Él reconoció haber matado a Viviana. Están las pruebas que demuestran la cantidad de veces por día que llamaba a Viviana y los mensajes que recibía. Hay testigos. La voz de las hermanas y las amigas. ¿Qué otra prueba más necesitan? ¿Por qué no nos creen a las mujeres?”, reflexiono la abogada.
Los allegados a la víctima coinciden en el acoso sufrido en los meses previos al hecho. “La esperaba en la puerta de la casa, le pegaba tiros en la puerta, le mandaba mensajes, le hacía escenas de celos cuando ella tenía su pareja. Además, en el allanamiento en la casa del agresor encontraron una agenda con los movimientos de Viviana: cuando se iba y volvía de su trabajo, de las prácticas docentes, del instituto y de la escuela de su hijo”, comentó la presidenta del centro de estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente N° 103 de Villa Urbana, Laura Márquez.
La madre añadió que “este monstruo no la dejaba salir sin seguirla ni tampoco la dejaba abrir las ventanas de su casa”. Ella salía sólo para buscar lo indispensable. Tampoco festejó su cumpleaños una semana antes del hecho fatídico. “No quería hacerlo porque sabía que lo íbamos a publicar en Facebook y él la iba a amenazar por eso”.
Giménez no fue la única víctima de su hostigamiento, él tenía antecedentes en el barrio. “Tuvo problemas con muchos vecinos de la cuadra. Con cada uno que se mudaba al barrio él se acercaba en plan de buen vecino y después hacia estas cosas”, detalló la hermana sobre los comentarios que recibió de sus vecinos a raíz del hecho. Inclusive la mujer que le vendió la casa a la víctima “estaba desesperada por irse del barrio porque era acosada”.
Sin embargo, Perugino sostuvo que no hubo denuncias formales sobre estos sucesos previos al femicidio. “Es cierto que las vecinas manifestaron el hostigamiento y el acoso que él permanentemente tenía con ellas”, remarcó. Esta cuestión “ratifica la conducta abusiva” de Valenzuela.
Paz reconoció que siempre le decía a su hermana que lo denunciara, pero ella le decía “¿Qué va a hacer este viejo?”. Hoy esa pregunta tiene un desenlace amargo, pero con la convicción de seguir el reclamo de justicia. “No podemos permitir que le den la prisión domiciliaria porque nada ni nadie nos garantiza que no lastime a cualquiera de nosotros o a algún vecino”, advirtió.
“Somos la voz de Viviana”
“Viviana era una líder, era delegada de su curso, ella sabía dirigir (en el buen sentido de la palabra) en la Defensoría de Género. Una mujer avasallante con personalidad y carácter”, aseguró la presidenta del centro de estudiantes.
Cursaba el segundo año de la carrera para ser maestra de primaria, tenía muy buenas notas y era una excelente alumna. “Ella no imaginó que un tipo que apenas puede moverse la iba a matar”, analizó Márquez como una forma de encontrar consuelo ante una tragedia que las tomó por sorpresa en la comunidad del ISFD N°103. Había empezado a “abrir su mentalidad” gracias a la formación recibió en el área de Género del instituto de formación docente.
Era madre soltera, por lo que su hermana Diana se mudó a la casa de al lado para que esté acompañada en el proceso de crianza. Para Diana era “una persona buena, con un carácter angelical, que jamás tuvo problema con alguien”. En la actualidad se turnan entre la hermana y la madre para brindarle todo al hijo de Viviana. “Hoy estamos nosotros acá para ser la voz de mi hermana”, subrayó.
AUNO-08-12-18
CSD-SAM