(AUNO) Datos del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires indican que en los últimos años cada vez más mujeres
argentinas deciden dar el pecho. Una encuesta realizada en centros de vacunación durante 1999 señalaba que el 11, 4 por ciento de las madres elegía amamantar a sus hijos en forma exclusiva, sin la incorporación
de otros alimentos hasta el cuarto mes. Los datos recopilados en 2003 aseguran
que el porcentaje subió a 21,8.
Entre las entidades que trabajan en la promoción de la lactancia materna, en la Argentina, está la Fundación Lacmat, coordinadora de la red nacional de grupos IBFAN (Red Mundial de Grupos pro Alimentación Infantil) Su presidente, Fernando Vallone, no habla de los beneficios de la leche materna para el bebé, sino que pone el foco en “la inmensa cantidad de riesgos para la salud derivados de no amamantar”.
“El ser humano debe recibir esa alimentación. Si esto no
sucede, hay riesgos”, explica el especialista a AUNO. Al momento del
nacimiento, el sistema inmunológico aún es inmaduro. Por eso, es fundamental
que la madre transmita los anticuerpos que la criatura no produce y necesita.
“Las vacunas no sirven para esto, los aportes de la leche materna no se
reciben con ningún otro alimento”, subraya.
Con respecto al crecimiento en los porcentajes de amamantamiento, Vallone apunta que durante la última década “hubo un cambio social importante, un poco
ayudado por la crisis, pero previamente existió gente sensibilizada con la
promoción del tema”.
“Hay evidencias que demuestra que algunas sustancias de la leche sirven al
desarrollo del sistema nervioso central –agrega Vallone-. Y está demostrado que las leches artificiales no tienen esos elementos”. Otro de los motivos para elegir este tipo de alimentación es el aspecto nutricional: “Es imposible que un bebé amamantado de manera adecuada esté desnutrido”. Añadió además que “hay estudios que demuestran que los bebés amamantados durante más tiempo tienen mayor coeficiente intelectual”.
Sin embargo, el tema presenta algunos aspectos no tan vinculados a la salud.
Un ejemplo es que quienes trabajan en la promoción de la lactancia en muchos
casos son acusados de “generar culpa” en las madres. Vallone lo discute: “Si
la mamá decidió no dar de mamar y lo hizo a conciencia, no tiene por qué
arrepentirse. Pero si tomó esa opción por no tener la información necesaria, es
una víctima”.
La Argentina es uno de los países en que la promoción de la lactancia es
desarrollada por grupos de apoyo, formados en su mayoría por mujeres “que ya pasaron por la experiencia y además se capacitaron, pero se conectan desde
la vivencia”. De todos modos, no todas las integrantes de los grupos son madres, pero “cualquier forma de ayuda es valiosa si está bien dirigida, el apoyo tampoco tiene que ser de alguien que hizo un curso”.
Otra de las tareas de la Fundación Lacmat es vigilar la comercialización de
alimentos para bebés en la Argentina. El presidente de la institución cuenta
que en 1979 la OMS y UNICEF comenzaron a analizar porqué en las décadas
previas se registraba una baja de la lactancia. Una de las causas “eran las
técnicas de promoción de estos productos. Muchas madres pensaban que eran
iguales que la leche materna”. En 1981 se adoptó un código internacional que
si bien no impide la venta de leches artificiales, controla publicidades
engañosas.
Por otra parte, Vallone destaca que una situación frecuente “es que un médico
le diga a la madre que tiene poca leche: ella comprendió que su leche no
sirve y le empieza a dar leche de vaca. No tiene noción de las consecuencias
que implica, desconoce todo lo que ese chico no recibe. Respetamos la
decisión de la mujer, pero debe tener información”.
Para contactarse con la entidad, llamar al 4371-2097 o buscar información en www.lacmat.org.ar
