Las empresas de bandera Aerolíneas Argentinas y Austral culminaron el año con un déficit fiscal de más de 200 millones de dólares de subsidios, por lo que duplicaron el monto de 90 millones de dólares previstos a principio de 2018, impulsado por “la fuerte devaluación y la suba del dólar”, según datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). A pesar de este contexto, las firmas lideraron el mercado de vuelo de cabotaje y alcanzaron un nuevo récord de 9,8 millones de pasajeros transportados.
La empresa estatal, ahora bajo la conducción del ex hombre de Telefónica Luis Malvido, se enfrenta a un escenario de incertidumbre. Por una parte, el lineamiento impulsado por el Ministerio de Transporte en torno a una desregulación del mercado y a la libre entrada de líneas aéreas low cost, se le suma la desprogramación de flotas para vuelos internacionales que impacta directamente sobre los ingresos. Junto a ello, la incorporación de funcionarios provenientes de LATAM Argentina y el reparo gremial ante una paritaria por debajo de la inflación, no dejan vislumbrar un 2019 sin conflicto.
En diálogo con AUNO, el secretario de Prensa de la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), Hugo Perosa, advirtió que el Gobierno “intenta aplicar un modelo low cost para todo el sector aeronáutico”, y enfatizó que con ello “se desregularía toda la base comercial aeronáutica y la de sus trabajadores”.
El estudio del CEPA da cuenta de un quiebre durante 2018 en la política de reducción sostenida de transferencias de recursos por parte del Ejecutivo. En 2013 los ingresos en subsidios representaban un 27 por ciento de su presupuesto, mientras que 2017 demandó sólo un 7, reemplazados principalmente por el crecimiento en la recaudación por prestaciones de servicios.
Los números muestran cómo las aerolíneas de bandera devuelven al Estado “más de la mitad de los subsidios que recibe anualmente”. Así, por cada dólar gastado, se crean casi tres dólares de valor agregado bruto en la economía local. Además, durante 2018 los costos de remuneraciones y cargas sociales se mantuvieron estables —aunque licuados frente al contexto inflacionario—, mientras que el combustible, segundo componente de mayor incidencia de gasto, también rompió su tendencia a la baja, afectado por el aumento de precio internacional del petróleo y la devaluación.
Frente a este panorama, Aerolíneas Argentinas y Austral han estancado su plan de incorporación de nuevas flotas, afectando principalmente a la posibilidad de establecer nuevas rutas y con ello las ventas de pasajes, su fuente principal de ingreso. De esta forma, el Plan de Negocios diseñado por la gestión de Mariano Recalde, y que tuvo continuidad con el paso de Isela Constantini en 2016, se encuentra congelado desde 2017, mientras que para 2019 se prevé la desprogramación de dos Airbus A340.
La irrupción de las Low Cost
En materia de oferta aerocomercial, ambas firmas mantienen el liderazgo en vuelos de cabotaje, en tanto que en rutas internacionales secunda a LATAM, alcanzando entre enero y noviembre del año pasado un 22 por ciento del mercado extranjero.
Sin embargo, y más allá del posicionamiento preferencial para las compañías nacionales, la autorización de las operaciones de aéreas “low cost” hicieron perder 7 puntos en la participación comercial local, pasando de 74 por ciento en 2017, a reducirse a un 68 en 2018.
“Existe un clara intención de reducir costos a cambios de desregularizar, y eso es muy riesgoso. No solo en nuestro país —con Flybondi que ya contabiliza más de 900 incidentes y JetSmart que también tuvo fallas— sino que en el mundo no ha funcionado. Norwegian se ha declarado en la quiebra”, remarcó Perosa a este medio.
El ala gremial
Sumado al balance deficitario y la irrupción de las empresas de bajo costo, las demandas gremiales también han sido un foco de conflicto en Aerolíneas y Austral. Con un congelamiento de las negociaciones por paritarias y el rechazo al 23 por ciento ofrecido por la empresa estatal, el personal aeronáutico se ha declarado en “estado de alerta”.
Desde APA, Perosa asegura que “el Gobierno plantea un doble discurso: por una parte, el Presidente afirma que Aerolíneas es una empresa quebrada pero los recientes números de pasajeros transportados muestra que es viable”.
Además, el gremialista agregó que los trabajadores están “frente a una discusión retrasada por paritarias en donde la empresa no ha actualizado su oferta en torno a la inflación”, y advierte que existe una “estrategia de desmantelamiento de un servicio público, que representa un factor territorial y de soberanía”.
AUNO-18-1-19
EM-SAM