El arte de la fotografía tiene que mostrar esas cosas que la gente no llegó a ver, que pasaron desapercibidas. Así lo entiende Dominique Roger, ex directora de fotografía de la Unesco, quien está en Buenos Aires y habló con AUNO.
“Tenía 10 años cuando pedí mi primera cámara. Quería fotografiar las olas del mar, porque lo amaba. Aunque, quizás, pudo haber sido también una excusa para poder caminar sola junto a las rocas”, recuerda Dominique.
Contó que de grande trabajó como reportera para agencias de noticias internacionales, pero que no se podía ganar la vida como periodista.
“Busqué otra cosa. Me ofrecían tejer o hacer regalos para bodas y no era eso, precisamente, lo que más me gustaba”, señaló, y recordó que cuando llegó a Unesco la contrataron.
Dice que estuvo en las oficinas “y me aburría”. “Le pedí a mi jefe que me pusiera en movimiento. Me enviaron a mi primera misión y a partir de ahí no paré. O bien sí: Paré sólo el día que me obligaron a jubilarme”.
Dominique es francesa, tiene 79 años y cuenta hoy con medio siglo de trayectoria, de los cuales 30 son como directora de fotografía de la Unesco.
Participó de numerosas misiones en más de sesenta países y retrató hombres, mujeres, niños, ancianos, lugares, cosas. Y es así como resume su historia de vida.
‘De lo concreto a lo imaginario’, es el nombre de su nueva muestra en el Centro Cultural Recoleta, que se podrá visitar hasta el 30 de abril, ya que luego recorrerá otros lugares de la Argentina y visitará sedes de la Alianza Francesa en las provincias.
La elección de fotos que están en la retrospectiva de Dominique se presenta, entonces, como un recorrido desde esas caras de niños que participaban de programas educativos hasta texturas de objetos que comunican más allá de su propia materialidad para transmitir sensaciones.
“Lo que más me emocionaban eran las tareas de alfabetización”, reconoce ella, la mujer que estuvo encargada de registrar imágenes para las Naciones Unidas durante toda una vida.
Su personalidad tímida, humilde, se ve reflejada en sus movimientos suaves, su tierno acento francés y hasta en sus prendas de ropa, claras como la luz.
“No aprendí de nadie, no fui a ninguna escuela de fotografía. Siempre fui autodidacta”, le contó la artista francesa a AUNO.
Relató con humildad que “la verdad, es que no tengo un legado en sí para las nuevas generaciones, mi humilde trabajo es lo único que les puedo dejar. Estas fotografías, que son parte de mí”.
Con un sentido solidario, el arte de la fotografía busca transportar al espectador hacia lugares en los que no está, a situaciones que no vivió o a fijarse en detalles que dejó pasar.
Contó que “a veces se ven cosas, pedacitos de cosas, que parecen algo muerto, pero para un fotógrafo puede ser un todo”, sostiene Roger. Y explica, entonces, que “el rol del fotógrafo es encontrar eso que puede llegar a pasar desapercibido y compartirlo”.
AUNO 07-04-11
CD-HRC