En la región, Argentina es el país donde más aumentaron los discursos de odio y la violencia de género según un informe de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad. En estos tiempos donde la violencia discursiva cada vez corroe más rápido los puentes de diálogo entre las personas, la organización, nacida en 2012 con el fin de promover la igualdad de género en la comunicación, puso en la mesa el siguiente interrogante: ¿es posible debatir en medio de discursos de odio?
Los discursos violentos atentan contra la agenda de género y ponen en riesgo el debate público. Así lo señala la investigación de la ONG que buscó detectar acciones estigmatizantes y discriminatorias en torno a la agenda de la igualdad de género. Para ello, analizaron diversas cuentas de twitter de referentxs del Cono Sur a favor y en contra de la agenda de la igualdad de género.
En diálogo con AUNO, una de las investigadoras y participantes del desarrollo del estudio, Paola Ramírez Barahona, explicó: “Es muy difícil dialogar con alguien que te está agrediendo, en este caso, por tu condición de mujer. Cuestiona tu idoneidad, como si sólo fueras un objeto sexual, desconociendo tu carrera y tu trayectoria que ya está claramente probada”.
Del Cono Sur, Argentina es el país donde más aumentó la violencia antigénero y, también, donde hubo menos debate entre quienes promueven la agenda de la igualdad de género y quienes se oponen a ella. Cabe mencionar que, en ese entonces, el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) estaba en auge.
“Esto que está pasando en el Cono Sur es una manifestación de un fenómeno global. Estos sectores antigénero están avanzando en muchos países”, señaló. “El patriarcado siempre te responde y va a querer disciplinarte”, valoró.
El estudio analizó el periodo entre agosto de 2019 y julio de 2020, con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Cono Sur, y se ocupó de recabar información de 12 cuentas en Twitter a favor de la agenda de la igualdad de género y 12 cuentas en contra, de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. A su vez, fueron entrevistadas 24 titulares referentes de cuentas feministas, de los cuatro países.
Un dato interesante que marcó Ramirez Barahona es que el 100 por ciento de las personas entrevistadas admitió haber recibido algún tipo de discurso violento en redes sociales, sin embargo, el 70 por ciento asegura que estaría dispuesta a entablar un diálogo con les agresores en otro contexto.
“Aún habiendo sido violentadas, están abiertas al diálogo. El tema es que no veo que del otro lado estén dispuestos a bajar el nivel de agresión. Lo que vemos es que está escalando el odio en los discursos”, planteó, y enfatizó en que este avance progresivo va en misma línea con la polarización.
Asimismo, subrayó que estos sectores en contra del discurso feminista está por lo general alineado a un sector de por sí antiderecho y a una posición conservadora, neoliberal, antivacuna, y de extrema derecha.
Entre las conclusiones del estudio, se resalta que la violencia colabora en la consolidación de “burbujas” al interior de cada universo ideológico afín, es decir, leo lo que se condice con lo que pienso, y a lo que no, lo ignoro, lo bloqueo y elimino de mi vista.
En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2019 lanzó el Plan de Acción contra el Discurso de Odio al que define como «cualquier tipo de discurso, escrito o conductual, que ataca o usa lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona o grupo sobre la base de lo que son”.
Lo que sostienen desde la investigación es que esta clase de discurso, que dinamita puentes, por lo cual deja de haber un intercambio de ideas “limita la libertad de expresión y afecta el debate público y, por ende, la calidad de la democracia”.
En tanto, otro dato verdaderamente preocupante es que la violencia trasciende las redes: el 46 por ciento recibió mensajes intimidatorios en su teléfono o correo personal, el 33 por ciento violencia en la vía pública y el 4,2 por ciento en su domicilio.
Acallar para imponerse
Argentina y Chile son los países en los que la mayoría declara haber recibido las tres modalidades de violencia, estigmatización, agresiones e insultos y amenazas directas: cuatro de seis personas en cada país. El 66,7 por ciento de Argentina y Chile, y el 50 por ciento de Paraguay y Uruguay, han sido objeto de amenazas contra su integridad física, integridad sexual y, en último término, contra su vida.
Además, las principales razones por las que fueron agredidas fue por el el activismo feminista, la identidad de género y la orientación sexual, como así tambien por el aspecto físico. Se trata de discursos que “acallan voces y empobrecen el debate público” y que consecuentemente, “afectan la calidad de la democracia”.
En la investigación también resaltaron como conclusión que los medios de comunicación tradicionales (prensa gráfica, radio, televisión y portales de noticias), que en general utilizan la estrategia de las “dos campanas” para tratar la agenda de la igualdad de género, lleva a que no haya moderación en el debate, beneficiando la imposición de los discursos violentos, que además, son los que más venden.
Desafíos
En tanto, Ramirez Barahona, quien también es licenciada en Comunicación Social y parte de la asociación que impulsó el estudio, resaltó que uno de los desafíos a futuro es la dificultad en la regulación de estas redes. “Hoy en día en las redes hay más censura sobre un pezón o un desnudo que sobre algún mensaje de odio explícito”, apuntó. El principal problema de las redes sociales es que las empresas propietarias de las plataformas tienen sede en otros países, por lo que su regulación se vuelve dificultosa.
Si bien los discursos discriminatorios y sexistas no son discursos que inciten directamente a la violencia, sí “son discursos que en forma mediata generan ‘el caldo de cultivo’ que luego sostiene formas físicas de la violencia».
Por otro lado, la investigadora subrayó como importante la formación en “ciberseguridad y uso estratégico de los entornos digitales” para desarrollar un mejor «autocuidado».
En cuanto a las oportunidades, señaló que en tanto estrategia para fortalecer el trabajo de quienes impulsan la igualdad de derechos de género, se podrían organizar actividades en coordinación regional para trabajar consignas en común y, también, afianzar alianzas con otros actores sociales relevantes.
“Deberíamos coordinar acciones entre países y estrategias colectivas entre los movimientos feministas, las cuales hoy no existen”, marcó.
¿Hay esperanza?
“No hay que dejar de criticar estos discursos porque el silencio puede llegar a validar esas expresiones”, dejó en claro la investigadora, quien finalmente sostuvo una mirada optimista acerca de si cabe la posibilidad, tal vez, en algún futuro, que se logre finalmente este debate.
“El sector que activa por los derechos humanos y por los feminismos no utiliza discursos de odio, entonces, sí. Es posible”, respondió acerca del “futuro esperanzador”. ¿Vos qué pensás?
AUNO-31-8-21
KK-SAM