Los perritos que van a la universidad

Son tres. Viven en el  predio de la UNLZ y a veces conviven en las aulas con los estudiantes. Los cuidan trabajadores y trabajadoras de distintas facultades, que hasta les dieron un lugar en las redes sociales. 

Por Sergio Cabezas

En el predio de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) suelen merodear perritos que con su compañía alegran a estudiantes, profesores y trabajadores. Se llaman Jade, Negrote y Osito. Pocos respecto a otras épocas. Eran cuatro, pero Gigantón murió hace un mes. Subsisten gracias a la generosidad de la gente, pero sobre todo porque hay un grupo de trabajadores de distintas facultades que se preocupan por cuidarlos y hasta hacerle un lugar en las redes sociales.

Una de ellas es Vivi, trabajadora no docente de la Facultad de Ciencias Sociales. Viviana Garay comenzó a ocuparse del bienestar de ellos hace 25 años, primero informalmente y desde hace aproximadamente 15 años de manera más organizada. “Fuera de crear conciencia (sobre el rescate de animales), es ser vehículo y un vínculo con los que están preocupándose”, le contó a AUNO.

No solo les dan comida, también les cocinan. Viviana suele hacerlo a la mañana temprano no bien entra a la universidad, para que los perritos no estén persiguiendo a los estudiantes que cursan.

Luego, durante el día los alimentan trabajadores de las distintas facultades y buffets que están en permanente contacto a través del grupo de Whatsapp. La dedicación de Vivi es tal que va hasta el campus universitario los días feriados y algunos días de las vacaciones de verano, cuando no hay clases. En ese momento todo está cerrado pero hay un sereno y también la gente de seguridad que les dan de comer.

Cuando ella empezó a trabajar en UNLZ ya había perros en el predio y “otra gente que se encargaba” de ellos. Ahora, ella colabora junto a otros colegas de distintas facultades, y también empleados de buffets y de seguridad. “Estamos todos relacionados, manejamos la información sobre los perros”. El grupo de whatsapp se llama “Perros universitarios”.

Es más, tienen Instagram y Facebook. Del manejo de esas redes sociales está a cargo Malena Gutierrez, quien trabaja en el área de Alumnos de la Facultad de Sociales, estudia Nutrición en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y comenzó a involucrarse en esta labor el año pasado cuando aparecieron Jade y Zafiro. “Soy bichera, me encantan todos los animales”, expresó. 

La importancia de las redes sociales, más allá de compartir la vida de los perritos, reside en que “ahora ya hay un lugar al que recurrir” para colaborar. Reciben donaciones de alimento balanceado y también de dinero por Mercado Pago, que sirve para cubrir gastos en remedios o atención veterinaria. 

https://www.instagram.com/perrosdelaunlz

Los seguidores “nos acompañan mucho” y “la idea de las redes es esa, que todos los conozcan”. “Más que nada nos pasó con Gigantón, que es el que más andaba adentro y por las aulas”, recordó. 

“ÉL ME ACOMPAÑÓ”

Gigantón fue uno de los más conocidos. Era manso, blanco y negro como una vaca y siempre andaba por los pasillos y los buffets junto a los estudiantes y trabajadores.Tenía aproximadamente 14 años y hace poco falleció por una insuficiencia renal. “Lo extrañamos, es como que el último mes estuvo andando por todo el predio, por las facultades, y se fue despidiendo”, lamentó Vivi. 

Cuando murió, en las redes hubo “mucha gente que había cursado y se encariñó con él. Nos mandaron mensajes diciendo ‘yo lo conocía’ y ‘él me acompañó’. Las personas tuvieron una relación muy especial”.

Quien siempre estaba a su lado era Negrote, un perro de color negro que eventualmente frecuenta el interior de las facultades y es territorial. Sin embargo, después de perder a su amigo comenzó a andar junto a Jade, una perrita de color amarillo que es algo tímida.

Un caso particular es el de Osito, al que se lo puede encontrar en las inmediaciones de la Planta de Agua que está al lado del predio de la universidad sobre ruta 4. “Es mediano, rubión, parece un albino y no es sociable, es arisco”, lo describió Viviana.

HISTORIAS DE ADOPCIÓN

El propósito de quienes los acompañan es cuidar de ellos pero también que su estadía en la universidad sea un lugar de tránsito hacia la adopción. Malena contó que muchas veces no los pueden retener, porque “solo cruzan el predio” y se van para Ruta 4 o Juan XXIII. “Ni bien aparece un perro Vivi sale con el taper para darle de comer.”

También reconoció la ayuda de la gente de Seguridad, ya que “los siguen a ellos” y no entran a las facultades. Es el caso de un perro que siempre estaba junto a uno de los vigiladores, al que cuando se le venció el contrato pasó días más tarde por la universidad para adoptarlo.

Algo similar fue el caso de Arturo, un perrito llegó en mal estado, con garrapatas y enfermo. De inmediato lo llevaron al veterinario y luego fue adoptado por una estudiante, que al poco tiempo lo devolvió. Una alternativa fue que Malena lo adoptara, pero no podía porque podría contagiar a sus propias mascotas. Entonces se lo encargó a su papá, quien “se encariño mucho y se lo quedó”.

Vivi narró la historia de una perra que apareció hace 8 años y a la que llamaron Nala. Solía estar por la Facultad de Económicas y daba vueltas por el predio. “Una chica le puso un abriguito, hacía frío y otra le sacó una foto con un cielo muy gris mirando a la nada en Juan XXIII”, pero un día desapareció.

Al tiempo se enteraron que una persona de un refugio era la dueña de Nala, que en realidad se llamaba Pancha. La foto que la chica le había tomado llegó a la dueña, quien de inmediato vino al predio de la UNLZ para recuperarla. Y al encontrarla junto con otra perrita llamada Morena, las adoptó a ambas.

Hay muchos casos de perros que aparecen y son adoptados, y de otros que desaparecen o no se sabe qué pasó con ellos. A veces hay algunos que solo cruzan al predio, no los pueden retener y se van. Malena recordó que el caso de Kevin: “Hace dos semanas que no lo vemos. Es un perrito mediano y muy dócil” que estuvo durante un tiempo. “O volvió al lugar de donde era o alguien lo levantó”, opinó.

Vivi tiene tantos recuerdos, anécdotas e historias que podría escribir un libro sobre los perritos de la universidad. “Hay material como para escribir, las fotos, pero me falta el tiempo para hacerlo”, reconoció. 

Quienes junto con Viviana y Malena se encargan de esta noble labor son Flor (de la Facultad de Sociales) Laura, Lore, Mirtha y Estela (de Derecho),  Carlos (de Ciencias Agrarias) e Ivana (de Económicas). También Sole, que trabaja en el buffet de Ingeniería; Luis, de la Planta de Agua; y alumnos y profesores que no están en el grupo pero colaboran para el bienestar de los perros universitarios de la UNLZ. 

SSC-AFD

AUNO-17-05-2024

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