(AUNO). La iniciativa es parte del trabajo de aplicación práctica que se desarrolla, tanto en la Maestría en Tecnología Aeroespacial, que se dicta en la sede Haedo de la UTN, como en la carrera de Ingeniería Electrónica de la UBA. Actualmente, los estudiantes de ambas casas de estudios trabajan en dos etapas complementarias de la misma iniciativa.
Según el plan de trabajo, en la UTN un grupo diseña la estructura mecánica y de navegación del satélite, mientras que en la UBA, se construye todo el instrumental electrónico que hará posible su funcionamiento. Ambas partes son supervisadas por los ingenieros aeronáuticos Edgardo Rollero y Marcelo Ceroqui, quienes, además de ejercer la docencia en las dos instituciones académicas, trabajan en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
De acuerdo con el desarrollo previsto, el satélite tendrá forma de cubo, y, aunque sus dimensiones no superarán los 50 centímetros de diámetro, podrá captar imágenes y utilizarse con fines meteorológicos. Su lanzamiento está previsto para fin de año, y podría efectuarse desde la república de Kazajastán. Pero antes deberá superar diversas pruebas experimentales en Argentina.
En declaraciones a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión, el ingeniero Marcelo Ceroqui, aseguró que la intención que persigue la iniciativa “es potenciar la capacitación” de los graduados del sistema educativo público en materia de desarrollo aeroespacial, y hacerlo de “la forma lo más práctica posible”.
“La mejor forma de capacitar a los estudiantes es a través de ejercicios práctico como éste, que poseen un alto grado de instrumentación tecnológica. Si la universidad pública consigue poner en órbita un satélite, será un importante avance para la ciencia del país. Pero para hacerlo realidad necesitamos que el flujo de fondos oficiales no se interrumpa”, señaló.
La Argentina tiene ya siete satélites que giran alrededor de la Tierra. Y aunque ha perdido terreno, su desarrollo en materia aeroespacial aún es importante, en comparación al que poseen otros países de la región como Brasil y Perú.
“El país tenía un programa aeroespacial orientado hacia la cohetería con centros de lanzamiento como el de Chamical, que estaba en la Provincia de La Rioja. Lamentablemente todo eso fue desmantelado en los años noventa. Este proyecto es un humilde intento de retornar por aquella senda que nunca debió abandonarse”, recalcó Ceroqui.
Javier Yebrín es un ingeniero aeronáutico de 27 años que cursó la Maestría en Tecnología Aeroespacial de la UTN, e integra el grupo que trabaja en el diseño estructural del satélite. Su función es diseñar el sistema de estabilización que le permitirá orbitar, y que se denomina “Boom”.
“Una vez que es puesto en el espacio, el satélite desplegará unos paneles solares que permitirán su movilidad. El “Boom”, es el sistema de estabilización que permite que una parte de este dispositivo apunte siempre hacia la tierra y oriente la navegación. Es como una brújula, pero que en lugar de funcionar en base a magnetismo, lo hace por gravedad”, explicó en diálogo con la agencia AUNO.
“Construir este satélite fue una gran aventura. Ojalá logremos que se ponga en órbita. Conseguir que parte de nuestro trabajo como estudiantes universitarios flote en el cosmos es para mí algo casi existencial”, puntualizó con entusiasmo.
AUNO 18.03.03 LDC
- Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Universidad Nacional de Lomas de Zamora.