(AUNO-TERCER SECTOR*) El comienzo del ataque de Estados Unidos a Irak configura un espacio en el que se pone a prueba la capacidad y la eficiencia de las organizaciones humanitarias de todo el mundo. Su desafío es el más difícil que se les puede plantear: Cómo brindar una respuesta a las personas que sin más se lanzaron al desierto para alcanzar un país limítrofe en el que no los extermine la guerra, cómo socorrer a la población civil que noche tras noche ve caer los misiles en su ciudad como quien mira llover.
Más allá de estos dos factores, el paisaje no es el mejor. El embargo que pesa sobre Irak después de haber sido vencido en la Guerra del Golfo no hizo más que acentuar formas de vida de por sí repletas de carencias, sobre todo, alimentarias. Según datos de Unicef, la tasa de mortalidad infantil se duplicó desde 1990, lo que significa que uno de cada ocho chicos muere antes de alcanzar los 5 años. De los niños que se encuentran en esta franja de edad, un millón está desnutrido, no puede acceder al agua potable, y uno de cada cuatro menores en edad escolar no asiste a clase.
Después de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuviera que escuchar a quienes le aconsejaban suspender sus acciones humanitarias en el territorio porque el ataque estaba cerca, Carol Bellamy, directora ejecutiva de UNICEF, informó que “entregamos comida terapéutica a más de 400 mil niños desnutridos. Pero quedaron más de un millón en esta circunstancia a los que no llegamos a atender. Inmunizamos contra enfermedades a todo niño por debajo de los cinco años, pero no tuvimos tiempo para alcanzar a los que están entre seis y doce que perdieron la oportunidad de inmunizarse cuando fueron menores. Hicimos muchísimo, pero habríamos deseado hacer más”.
La ONU dejó en la zona de conflicto miles de toneladas de insumos de emergencia, como medicinas esenciales, tabletas de purificación de agua, galletas de alto contenido proteico y leche terapéutica. En Irak quedó el equipo nacional de la UNICEF, conformado por 160 personas que se encargarán de distribuir los artículos. “Los chicos van a morir en esta guerra. Ese es un hecho –afirmó Bellamy-. La cuestión es cuántos niños podremos proteger. Esa tiene que ser una prioridad para todos nosotros ahora”.
En cuanto a los irakíes que se verán obligados a dejar sus hogares, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) prevé que serán 600 mil, que quedarán anclados en países linderos como Irán y Jordania, en los que la ONU preparó el territorio, en la medida de sus posibilidades, para recibir a miles de refugiados.
Pero las donaciones recibidas hasta el momento son insuficientes para atender al contingente esperado, cuya sostenimiento durante seis meses requeriría 111 millones de francos suizos (80 millones de dólares). ACNUR envió carpas, utensilios de cocina, colchones, estufas, linternas y suministros para higiene a las quince oficinas que posee en la región, en las que tiene a más de 200 personas trabajando. En gastos de transporte y almacenamiento de suministros no alimentarios, más otras medidas preparativas en la región, el organismo lleva gastados 26 millones de dólares.
Según los integrantes de la fundación Con-Acnur, que desarrolla actividades en Buenos Aires, además del personal estable, el ACNUR tiene siete equipos de emergencia listos para desplegarse en un máximo de 72 horas en caso de cualquier contingencia. Cada equipo está conformado por entre quince y veinte especialistas cuyas tareas van desde la protección y la asistencia hasta el desempeño en cuestiones técnicas.
Por su parte, la Federación Internacional de la Cruz Roja junto con las sociedades nacionales de la Media Luna Roja firmó un acuerdo de trabajo con el ACNUR en la región, con lo que podrán acceder a suministros adicionales.
La organización internacional Médicos Sin Fronteras se encarga de acudir a las zonas de conflicto con el fin de atender a las víctimas civiles. Posee 2 millones y medio de socios en todo el mundo que se encargan de financiar sus actividades. Hace poco no aceptó el aporte del gobierno español para su causa por ser uno de los países integrantes de la coalición que lleva adelante su invasión a Irak. El coordinador de la sección argentina, Rafael Sotoca, la define como “una organización humanitaria independiente de las partes del conflicto. Esa es nuestra norma”.
Sotoca señaló a AUNO-Tercer Sector que la entidad lleva meses realizando en Bagdag campañas preventivas y que posee equipos en las fronteras con los países vecinos, ya que por esos puntos entrarán los refugiados. Cada equipo está conformado sobre la base de un médico cirujano, un enfermero, un logista y administrativo y un traductor.
Según Sotoca, actualmente se encuentran trabajando en la zona seis equipos, realizando relevamientos, evaluaciones de las circunstancias y de los números de recursos. Cuando las mediciones estén realizadas, la organización prevé tener instalados en 24 horas los equipos que crea necesarios.
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Cómo comunicarse: Médicos Sin Fronteras: Teléfono 4371-4334.
Comité Internacional de la Cruz Roja. Teléfono: 4515-1118.
ACNUR: 4815-7870.
UNICEF: 4312-0123.
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Revista Tercer Sector