El transplante de las células beta, aquellas que se encargan de medir constantemente el nivel de azúcar en la sangre y de liberar la cantidad de insulina necesaria para mantener un nivel normal de glucosa en el organismo, comienza con la identificación de los islotes (grupos) de células y su separación del páncreas del donante.
Cada transplantado necesita recibir cerca de un millón de islotes de células. De un páncreas se obtienen unos 500 mil, por lo que para cada tratamiento son necesarios dos páncreas.
Una vez que los islotes fueron aislados y se seleccionaron los más aptos, son inyectados en el hígado del paciente a través de un catéter que es insertado en el abdomen y deslizado por una vena que lleva sangre al hígado. En las intervenciones que ya se realizaron, el procedimiento demoró unos 20 minutos y se realizó en dos etapas, con unas semanas de por medio, para que el paciente recibiera la cantidad suficiente de células. Una vez en el hígado, las células se acomodaron y comenzaron a regular el nivel de glucosa segregando insulina.
Los transplantes realizados en Canadá tienen un costo de entre 100 mil y 200 mil dólares, más unos 50 mil dólares al año de la terapia inmunosupresora necesaria para que el organismo no rechace el implante.