El 2001 fue una bisagra, un punto de inflexión en la sociedad argentina. Las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre mostraron el desenlace de un proceso gestado en la década de 1970. A siete años de aquel estallido social, la palabra “crisis” es una idea que aún está fresca en la sociedad argentina marcada por ese histórico diciembre. El apriete financiero y las falencias del sistema capitalista —que en el presente acechan y tienen expectante a la población global— no condicen con un marco social y económico que pueda soportar un proceso de deterioro similar al de 2001, coincidieron los economistas Abraham Gak, del Grupo Fénix, y Claudio Lozano, diputado y referente de la CTA, en diálogo con AUNO.
La reacción de la población frente a la crisis que tuvo su punto máximo entre el 19 y 20 de diciembre de 2001 se dio a partir de que el entonces ministro de economía Domingo Cavallo pusiera en vigencia el decreto 1570 que creó el “corralito”, un mecanismo bancario que restringió a los ahorristas la extracción de dinero en efectivo. Un cacerolazo espontáneo de la clase media, saqueos en los barrios, enfrentamientos entre civiles y uniformados que tuvieron la orden de reprimir, es el retrato que quedó de esos dos días.
¿Qué quedó de esa reacción, siete años después? Claudio Lozano resaltó la diferencia entre el contexto actual y el ambiente en el que se dio aquella vez: “Hoy se evidencia una situación social que no se paraliza, sino que vuelve a emerger a través de distintas reacciones”, una actitud que demuestra que la sociedad no permitirá que las medidas que se implanten para afrontar la actual crisis mundial “afecte su bolsillo” como en 2001.
Según el diputado nacional, se pueden evidenciar dos claras actitudes sociales como consecuencia del 19 y 20. La primera se debe a que “la gente no va a soportar la posibilidad de un mayor deterioro en su nivel de vida para afrontar el proceso de reestructuración económica” difundido para enfrentar la crisis que este año tuvo su epicentro en Estados Unidos.
La segunda es que los ciudadanos “mantienen un profundo cuestionamiento al sistema político. Está instalado en la sociedad el descreimiento de todos lo que dicen los funcionarios”, sentenció. Y esta “falta de confianza” es reflejada en la consigna que imperó durante aquella época: “Que se vayan todos”.
“LA CRISIS AÚN NO TOCÓ FONDO”
Por su parte, el economista y director del Grupo Fénix, Abraham Gak, estimó a esta agencia que la crisis que irrumpe en el estado del norte “aún no ha tocado fondo” y precisó que las consecuencias de la implosión de ese modelo global “no pueden equipararse con el 2001, ya que para los argentinos representan peligros de distinta envergadura”.
Los motivos que expuso para ratificar esta afirmación fueron que en aquel momento, “el país venía de cinco años de recesión, en cambio ahora hubo un gran crecimiento. No es poca cosa que haya casi 4 millones más de puestos de trabajo”, resumió.
No obstante, precisó que un problema que perdura es que en la población “sigue subyacente el neoliberalismo y el individualismo”. Y ejemplificó esto, con las actitudes que toman los distintos sectores de la economía como el agrario o el industrial que “reclaman solamente por lo suyo”.
En este sentido, el especialista hizo un reparo: “No hay consenso social” como el de aquel entonces en que “se logró derrocar un gobierno como para pedir, por ejemplo, una reforma tributaria”.
No obstante, destacó dos puntos para continuar con la estabilidad financiera y el crecimiento económico en todos sus aspectos y evitar que la población sea perjudicada: “Mantener las reformas que se vienen implementando desde 2002 y fortalecer la intervención del Estado”.
Aunque las dos crisis —la argentina en 2001 y la norteamericana en 2008— se dieron en contextos totalmente distintos, ambas surgieron de un modelo que no pudo sostenerse a sí mismo. Según Claudio Lozano, tanto la de 2001 como el declive mundial de 2008 corresponden a una crisis de “acumulación financiera” en distintos niveles.
Es que, argumentó, el paradigma que rige la lógica mundial se basa en que “toda deuda puede transformarse en objeto de inversión”. Y por ello “el sistema mundial ayuda para que estas deudas se multipliquen y generalicen, produciendo, indefectiblemente, una disociación en el circuito financiero”.
El sistema neoliberal que depende de la especulación de mercado, desencadenó una crisis cuando esas obligaciones financieras se tornaron imposibles de afrontar. Esto fue lo que sucedió en 2001 y desató una movilización popular generalizada. Y es lo que sucedió Wall Street, pero con consecuencias que aún no están definidas.
CP-RCI-AFD
AUNO-19-12-08
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