Algunos decían que era un rebelde. Otros, por allí, lo calificaban de poco profesional. Aquellos que lo vieron dentro de una cancha se dieron cuenta de que era un futbolista distinto, de esos que parecen haber sido extraídos de una especie diferente que está en vías de extinción. Unos compartían su forma de jugar y otros no, pero todos debían coincidir en que lo que intentaba ‘Garrafa’, con la pelota pegada en su zurda, era siempre disímil al común de sus colegas.
‘Garrafa’ se fue un domingo. Justamente el día de la semana que más disfrutaba. Aquella tarde lloró su gente. La que lo supo acunar y guiar en Laferrere, la que se ilusionó con su juego en El Porvenir y la que se enamoró de sus gambetas en Banfield. Aquella tarde lloró el fútbol.
Antes de irse, se encargó de dejar su huella en cada lugar en el que estuvo. Desde aquel día en que no pudo seguir entrenándose en Boca porque Bilardo no le permitía ir a la práctica en su moto —vaya paradoja: ni ese golpe en su vida deportiva le sacó su pasión por las dos ruedas—. Pasando por sus tardes de gloria en Gerli, haciendo de El Porvenir un equipo con ilusiones de grande. O en su tierra, en Laferrere, donde es, sin dudas, el profeta de la pelota. Y su larga estadía en Banfield, donde jugó en el Ascenso, en Primera y hasta se dio el gusto de disputar una Copa Libertadores.
Para otro momento quedará el análisis de la salida de ‘Garrafa’ del Taladro. Por lo pronto y con los hechos consumados, se trató de un gesto muy poco amable para el último gran ídolo del club.
Se cumple un año de la muerte del Loco, del Gordo, de Garrafa. Como si tratara de una película, el destino lo hizo terminar sus días en su barrio. Allí, en el lugar que más apreciaba y del que jamás se fue.
El fútbol recuerda hoy a uno de sus últimos rebeldes.
Pero él sigue ahí. Porque ahí también están las banderas y los cánticos que lo evocan. Porque miles de hinchas que lo vieron alguna vez en una cancha lo inmortalizan cada vez que lo añoran.
Porque se hace muy difícil olvidar a uno que era diferente. Y eso era Garrafa. Tan simple y tan complejo. Era eso. José Luis Sánchez. Alguien distinto.
AUNO 07-01-06 MV-MFV