Sólo en los últimos seis meses, en la provincia de Buenos Aires más de 18 mil mujeres se animaron a denunciar que sufrieron maltratos físicos y psicológicos en su entorno familiar. Según los organismos encargados en problemáticas de género, las políticas públicas, la propaganda en los medios de comunicación y el apoyo de otras víctimas ayudan a que las mujeres tomen la decisión de denunciar al agresor. Sin embargo, la falta de espacios para contener a las víctimas y una pobre legislación que sólo avala medidas cautelares muestran las deficiencias aún existentes en cuanto a las políticas de género.
“Jamás pensé que podía ser víctima de violencia, pero después de dos años de casada me golpeó por primera vez; aunque el maltrato estuvo siempre”, cuenta Ana, una mujer que hoy puede contar “el infierno” que durante muchos años le tocó vivir junto a su marido. “Cuando me animé a denunciar sentí un alivio enorme —agregó—, fue el primer gran paso en el proceso de recuperación.”
La mujer convive hoy con Juan, feliz y orgullosa de su nueva vida, y colabora con los grupos de apoyo que tratan ese tipo de violencia. Su historia es una de las tantas que desde la Dirección General de Políticas de Género bonaerense se tienen en cuenta para construir el mapa de la violencia de la que muchas mujeres son víctimas.
Según datos relevados por este organismo, en el primer semestre del 2007 se duplicaron ampliamente las denuncias por maltratos (tanto físico como psicológico) respecto de 2006. Desde las comisarías de la Mujer de distintos puntos del Conurbano aseguran que “cada día son más las mujeres que se acercan a pedir ayuda”. Esto lo confirman las casi 300 denuncias que se registraron en septiembre, y que vienen creciendo mes a mes en las comisarías familiares.
Si bien a nivel nacional el Consejo de la Mujer no difunde estadísticas, la Dirección de Políticas de Género lleva un registro de esta problemática que, como concuerdan los especialistas en el tema, “no conoce límites geográficos, culturales ni económicos”, y que ya alcanzó las 18.498 denuncias en el primer semestre de este año. (ver Cuando tomé conciencia de que me podía matar dije basta )
“No olvidemos que es un tema cultural y por eso es tan resistido. Lo que hoy vemos es que la mujer se anima a denunciar porque existe un mayor reconocimiento de la problemática. Quizás hoy pueden dejar el miedo a un costado, ver que no están solas en esta lucha y animarse a revelar que son víctimas de violencia”, explicó Marisú Devoto, titular de la fundación Propuesta especializada en cuestiones de género.
Expertos en el tema destacaron también que ahora las mujeres denuncian más rápido si son víctimas de actos de violencia en su hogar. Sin embargo, hasta hace dos años, para que llegaran a esta instancia pasaban al menos 10 o 15 años desde que empezaba el maltrato. Ahora lo hacen dentro de los dos primeros. Así lo afirmó Beatriz de Chica, quien además evaluó que “lo bueno de manifestar rápidamente que están siendo víctimas es que se puede encarar una terapia familiar, es decir que se puede volver a restablecer los vínculos”.
La experta también destacó que en los últimos cuatro años se incrementaron las consultas. Aún así, los especialistas sostienen que esto no significa que haya aumentado la violencia, sino que está dejando de ser un tema tabú para las víctimas. “Está surgiendo un nuevo movimiento de información desde distintas instituciones, tanto públicas como privadas que incentiva a que muchas mujeres que están reprimidas por sus parejas debido a la violencia puedan pedir ayuda”, explica Sonia Luján, teniente de la Comisaría de la Familia de Esteban Echeverría.
Desde esta institución se atienden “cada día más consultas, y esto está directamente relacionado con las campañas de prevención y concientización que se llevan adelante en los medios de comunicación de distintas organizaciones”, asegura la teniente, que dentro de su lugar de trabajo nota “una preocupación cada vez mayor de parte de las víctimas y de sus propios familiares”.
DESPUÉS DE LA DENUNCIA
Pero uno de los grandes problemas a la hora de denunciar es que, a nivel provincial, las comisarías están desbordadas y los hogares para albergar a las mujeres y a sus hijos son insuficientes. Ellas llegan, denuncian y luego deben volver a sus casas y seguir su vida como si nada hubiera pasado, con el golpeador.
“La denuncia por sí sola no garantiza que el problema sea resuelto”, explica Devoto, quien además es testigo directo de necesidades de mayores albergues para resguardar a las víctimas. De hecho, la fundación que preside asesora, contiene y da ayuda a las mujeres pero no cuenta con un espacio físico para alejarlas del círculo violento.
Desde la Comisaría de la Familia de Monte Grande aseguran que éste es uno de los mayores problemas: “En nuestro caso –-asegura la teniente Luján— trabajamos en red, ya que contamos con un hogar de tránsito que, junto con la Dirección de la Niñez bonaerense, alberga a las mujeres junto con sus hijos para cortar el vínculo de violencia familiar. Pero somos concientes de que se necesitan más espacios como éstos en cada municipio”.
Pero no sólo existe el impedimento del espacio físico, sino también del nivel judicial, ya que las leyes para proteger a las víctimas son insuficientes. Si bien en el territorio argentino existe la ley 24.270 de “Protección Contra la Violencia Familiar”, y en la provincia de Buenos Aires la 12.569 además de más de 20 leyes que amparan a las víctimas frente a actos de violencia, éstas son sólo de tipo cautelar.
“Muchas mujeres que llegan a pedir ayuda no saben que por ley tienen derechos y que están protegidas. Pero aunque lo sepan, las leyes no solucionan nada porque son normas de prevención, y de cuidado, no de sentencia”, explica Marisú Devoto.
Por su parte, Sonia Luján recalca que “cuando existe violencia conyugal y la mujer decide irse de su casa, no hay pérdida de derechos, ya que la ley, aunque cautelar, la ampara. Pero si a pesar del riesgo, la mujer sigue viviendo con el violento, ello se debe a múltiples factores culturales, sociales y psicológicos”. (ver Los números que ayudan )
LOS FACTORES DEL PROBLEMA
Según datos extraídos de las encuestas de las mujeres atendidas por Propuesta, el 84 por ciento de varones que maltratan y el 68 por ciento de las mujeres agredidas fueron víctimas o testigos de violencia en sus familias de origen; lo cual habla de la repetición de conductas aprendidas: el maltrato y el sometimiento.
“Para superar esta crisis es fundamental la continuidad en la asistencia a los grupos de apoyo que dependen de las comisarías o de las ONGs”, asegura Laura, una de las mujeres que asiste a los encuentros de ayuda mutua que se realizan en la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, de Temperley, y que dependen de Propuesta.
Está claro que “no basta con la denuncia y algunas consultas con los abogados: muchas mujeres asisten a grupos de apoyo creen que con eso es suficiente. Y tienen que saber que no, que hay que trabajar día a día para superar tantos años de represión y de trato violento”, sentencia Marisú Devoto. Para ella, “hoy más que nunca debemos trabajar en conjunto para que de una vez por todas despertemos la conciencia y nos demos cuenta que los derechos de las mujeres también son derechos humanos”.
CI-LS-AFD
AUNO-08-11-07
- Producción de la cátedra Periodismo Gráfico 2
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