Atrapado sin salida, Abel Romero (25), el principal sospechoso del homicidio de Cristina Iglesias y su hija de siete años en la localidad bonaerense de Monte Chingolo, partido de Lanús, confesó este lunes haber sido el autor del doble femicidio en su indagatoria ante la Justicia.
Dos días antes el acusado había brindado ante la Policía distintas versiones –sin validez legal– en las que se declaraba inocente. Sin embargo, luego de que un perro rastreador lo incriminara al identificar como suyo un rastro de olor que quedó en la sábana que envolvía el cadáver de la niña, se autoincriminó.
“Se hizo cargo del hecho y reconoció que actuó solo. Dijo que él las mató con la cuchilla de la casa, que lavó, guardó y ya tenemos secuestrada. También confesó que él las enterró y luego limpió toda la casa”, dijo a la agencia Télam una fuente judicial vinculada al expediente.
Romero declaró que la noche del miércoles Iglesias y él habían tomado pastillas y fumado marihuana. Más tarde, agregó, comenzaron a discutir, y señaló que ella quiso agredirlo con una cuchilla, la misma que él le quitó y con la que después cometió el doble asesinato.
Respecto a la niña, el acusado dijo, según indican los voceros judiciales, que la mató porque se despertó y gritó al ver tirada a su madre. No obstante los investigadores sospechan que esto es mentira y que a la niña la atacó mientras dormía.
Por último, también reconoció que se deshizo del celular de su pareja y que para intentar desvincularse introdujo como sospechoso a un ex vecino que tenía antecedentes por narcotráfico, porque sabía que se había mudado al interior del país.
La autopsia realizada en la morgue judicial de Lomas de Zamora indicó que Iglesias (40) presentaba entre cinco y siete puñaladas y su hija Ada (7), dos o tres heridas de arma blanca y signos de asfixia.
Romero fue indagado por el fiscal de la causa, Jorge Grieco, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 descentralizada de Lanús, quien le imputó un doble homicidio triplemente agravado por haber mediado violencia de género (femicidio), por el vínculo (en el caso de su pareja) y por alevosía (en el caso de la niña), delito que prevé una pena de prisión perpetua.
Ruidazo para decir basta a los femicidios
El lunes, por la tarde, se sintió en las calles, desde los balcones, terrazas y ventanas de cientos de casas el ruido de los cacerolazos y los aplausos que realizaron las mujeres organizadas en repudio a los femicidios que se suman en el año y que incrementaron en el plazo de la cuarentena obligatoria.
El domingo, cuando se dio a conocer que al menos once mujeres y niñas habían sido víctimas fatales de la violencia machista desde el inicio de la cuarentena, organizaciones feministas y sociales convocaron a un «Ruidazo Feminista» para alertar sobre esta cuestión.
La campaña del ‘barbijo rojo’
Las personas que sufran violencia de género podrán acercarse o llamar a la farmacia del barrio o de confianza, y pedir un «barbijo rojo»: este es un código para pedir ayuda a los farmacéuticos en caso de que las mujeres no puedan realizar una denuncia a la línea 144 desde sus viviendas.
La iniciativa, que comenzará a funcionar desde el 1 de abril, se lleva adelante de forma conjunta entre el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD) y la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA).
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