“Toda mi vida rechacé la moda. Siempre me pareció artificial, sin sentido.
Comencé a comprender la industria y el show creativo por mi trabajo”, confiesa Tatiana Baigorria. Ella es publicista y precursora del movimiento global Fashion Revolution aquí en Argentina.
Es un movimiento abierto. Participan de activistas de 93 países. El objetivo es concientizar sobre lo que ocurre detrás de las prendas que compramos. Y así generar una moda más transparente y sustentable, según definen.
Surgió luego de la tragedia ocurrida el 24 de abril del 2013 en Bangladesh, cuando se derrumbó la fábrica textil “Rana Plaza” y murieron 1.134 trabajadores y hubo 2.500 heridos. Fue la evidencia absoluta de una industria autodestructiva y desinteresada por las condiciones de trabajo y el valor humano.
En los últimos años, Tatiana Baigorria se involucró de manera activa para concientizar sobre el consumo de moda. Conoció diseñadores que se ganaron su respeto. Y algunos otros su rechazo.
El movimiento plantea la idea de pararnos como consumidores curiosos. Preguntarnos más sobre cómo está hecha la ropa que consumimos. Y actuar en consecuencia para recuperar “los valores éticos, sociales y ambientales”.
Quitarle el romanticismo a las prendas
Un eslabón importante en esta industria es el consumidor, que busca relación precio-calidad. Y a esto, dentro de la moda, se le suma “tendencia y concepto”.
“El desafío, es que el concepto emocional se fusione con el entendimiento racional y la empatía hacia el otro, el productor”, explica la activista de Fashion Revolution.
Plantea que lo más complejo es decidir la compra: “Nos llenan de opciones que incluyen un detrás de escena demasiado negativo. Considero que lo que me ayuda es quitar el romanticismo de una prenda, y pensar si la necesito o no.”
Por comodidad, o falsa conciencia, muchos deciden quedarse con la superficialidad de la moda. Por esto mismo, Tatiana considera que las personas evitan asumir un “plus negativo” a la decisión de compra. Nos formamos, sostiene, asociándola a “momentos de satisfacción”.
Pero la realidad es otra. Debemos ser conscientes de lo que pasa dentro de la industria. “Pedir más información de lo que nos quieren contar”. Nota la “intención” como el principal cambio. Aunque admite que aún no hay “decisión”. “En Argentina nos falta muchísimo para que sea de acción ¡Pero vamos a por ello!”
Transparentar cómo se hace la ropa
Fashion Revolution se apodera de las redes sociales como la principal herramienta para transmitir su mensaje con eficacia. También llega a su “audiencia” a través de charlas en eventos, exhibiciones en vidrieras y representaciones en locales. “Todo esto se teje mediante una red enorme de personas que tenemos un mismo objetivo. No somos un staff que habla, somos todos que entendemos, sentimos y transmitimos”.
La organización generó un “Google maps” con un listado de marcas que accedieron a responder voluntariamente cómo hicieron su ropa. Usualmente son las nuevas marcas de autor. Con las marcas de ropa más prestigiosas es más difícil. “A veces segmentan una porción de su catálogo para responder a la ética de sus prendas. Todo es bienvenido, buscamos un cambio y si es paulatino, está bien”.
Ante la incertidumbre de considerar este movimiento como “pasajero”. Tatiana acepta que es una “moda”. “Como las tendencias que explotan y llegan para quedarse. Creo que la solución es continuar concientizando a las nuevas generaciones”.
¿Qué sucede en la industria local?
En Argentina el 78% de las prendas que se realizan, están hechas de manera clandestina, según datos de la organización La Alameda. En estos talleres donde se ejerce el trabajo esclavo e ilegal. Tienen trabajando a personas 14 horas por día. “La gente vive ahí. Muchas veces están encerrados, les dan de comer al lado de su máquina para que frenen durante cinco minutos para almorzar y después sigan trabajando, sus hijos también viven ahí”.
Es una situación que va más allá de nuestra imaginación por el mero hecho de que así dormimos tranquilos. “Todos estamos formando parte de esto. Mientras más ropa compramos, mientras no nos importe cómo está hecha la prenda, esto va a seguir pasando”, advierte Tatiana. “Hay 30.000 personas explotadas por trabajo forzoso, y más de 5.000 talleres clandestinos. Hay un ‘Google Maps’ que muestran los talleres que tienen denuncias, la mayoría están en Flores. Los incendios en talleres lamentablemente ocurren de manera más continua que lo que comunican los medios masivos.
Desde Fashion Revolution motivan a las organizaciones que se dedican a profundizar estas temáticas, como Ropa Limpia o La Alameda.
La realidad, piensa Tatiana, es que Argentina tiene herramientas “poco accesibles” para hacer un mejor mercado.“Hoy los consumidores están comparndo menos.La solución actual debiera apuntar a simplificar las prendas y también a destemporalizar la industria, para que las prendas no sean descartadas tan rápido y tengan una vida útil más larga.”