El real significado de un proyecto

La solidez dirigencial, el respaldo al cuerpo técnico y la conformación de un plantel que combina hombres de experiencia con chicos talentosos surgidos del club, dieron como resultado un exitoso presente deportivo que se cristalizó en la vuelta olímpica. Hoy, todos los clubes quieren mirarse en el espejo granate.

Mariano Verrina

En el fútbol argentino la palabra proyecto está desdibujada. Eso sí, se la utiliza siempre. Ya sea como muestra de principios ante la contratación de un cuerpo técnico, como plataforma para elecciones presidenciales o en cada comienzo de temporada. En este contexto de histeria generalizada y en el que la base de cualquier análisis es el resultado de 90 minutos de juego, cualquier club querría mirarse en el espejo de Lanús.

Los que estuvieron en aquella calurosa tarde de la Bombonera, vieron festejar a un verdadero equipo. Acompañado por un trabajo serio y silencioso del cuerpo técnico, respaldado por la mesura y firmeza de la dirigencia. Algo así como un proyecto. Pero real.

Lanús fue campeón con el director técnico que más tiempo llevaba en su cargo: Ramón Cabrero. El nexo perfecto entre el perfil bajo de su dirigencia, que sin hacer locuras mantuvieron sólida la economía del club, y la soltura de sus dirigidos, que jugaron un fútbol lindo, pero efectivo. Desde la llegada de Ramón –en noviembre de 2005-, el equipo comenzó a dejar la tibieza de la mitad de tabla y se animó a pensar en cosas importantes. El camino ascendente arrancó con un subcampeonato, que espantó los viejos fantasmas de la Promoción y lo llevó a la Copa Sudamericana. Siguió con otro segundo puesto, que los premió con el pasaje a la Libertadores y se coronó con la vuelta olímpica el 2 de diciembre de 2007. Ojo: todavía no terminó. Hoy el equipo sigue dando pelea y se prepara para jugar otra vez el certamen más importante de América.

Todo se dio de manera natural. Nada de locuras. Nada de histerias. Nada de cabarets ni egos agrandados por las mieles del triunfo.

Aquel equipo campeón nunca pudo repetir la misma formación dos partidos seguidos. ¿Alguna vez alguien escuchó quejas de Cabrero? Ese grupo supo llevar naturalmente –sí, otra vez esa palabra- la mochila de la presión, ésa que en este Apertura les cuesta tanto sostener a San Lorenzo y Boca. “Nuestro sueño es salir campeones y vamos a intentarlo”, repetían pibes-grandes como Diego Valeri, Agustín Pelletieri, Sebastián Blanco o Lautaro Acosta. Nada de paso a paso. Nada de esconderse o tirarle la pelota a los más grandes, que cada vez se veían más borrosos en el espejo retrovisor.

Aquella tarde calurosa de la Bombonera ganó un proyecto. Y lo más saludable es que los ruidos del título no aturdieron a nadie.

Cabrero ya le pasó la posta a Zubeldía. Naturalmente. Y Luis (otro pibe-grande) ya tenía hecho el mejor curso de capacitación como para seguir el camino sin mirar el mapa. Tomó el equipo sabiendo que atrás seguía teniendo un respaldo. El de Ramón, ahora coordinando todo el fútbol, y el de los dirigentes, que no le desmantelaron el plantel.

Sería injusto hablar de algún jugador en particular. Es cierto que la efectividad de Sand asusta y que el Pepe –goleador sacrificado si los hay- encontró su lugar el mundo. Pero también es cierto que Valeri aportó la categoría de un verdadero crack. Y que Pelletieri corrió a cuanto rival se le acercara. Que Ribonetto y Hoyos se la creyeron –en el mejor sentido de la palabra- y construyeron un muro en defensa. Que Bossio rechazó pelotas e insultos. El pibe Blanco hacía paredes con el viejo Graieb. Acosta desbordaba. Y Fritzler parecía que llevaba una vida en Primera.

Cuando hay proyecto los nombres van pasando pero la idea se mantiene. Hoy la rompe “Toto” Salvio, se destapó Lagos, asoman Quintana y Faccioli, se consolida el Pulpito González. El camino sigue. Naturalmente.

Festeja Lanús. Lo tiene merecido, en el primer aniversario del momento más importante en su historia. Cosechó lo que sembró. Es el presente exitoso de un pasado coherente. Para la institución, el fin no justificó los medios y, por eso, este momento se celebra aún más. Como un eslabón más en su cadena.

AUNO 01-12-08
MV-MFV
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