El arte como herramienta para luchar contra un sistema que «devora vidas»

El cantautor santiagueño se presentó por primera vez en Monte Grande en un recital a beneficio de comedores populares. Guitarra en mano y mensaje social en su voz, interpretó zambas y charareras para unas mil personas. Dialogó con AUNO acerca de la necesidad deunificar las voluntades para «buscar un camino nuevo».

“Ese es el desafío: tenemos que nacer”, dice “Ey, paisano”, una de las canciones que le dio el reconocimiento como músico y militante. Raly Barrionuevo se presentó en Monte Grande con la impronta social que caracteriza su arte desde hace 18 años, ante más de mil personas que colmaron el gimnasio de la escuela Domingo Faustino Sarmiento. Folclorista que no le teme a los acordes de rock y reggae, el santiagueño se mostró a favor de “participar de la lucha de la gente que trabaja en los barrios” para afianzar la presencia “contra el capitalismo devorador de vidas”.

Además de su compromiso con el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), el artista expresó su preocupación por el futuro de la infancia, en el marco de una presentación a beneficio de los comedores populares echeverrianos “Los Gurices”, “Don Mario” y “Remolines”. Se trata de “articularse y acompañar” desde el escenario a la entrega cotidiana de los que menos tienen pero más luchan, para lo que es preciso “coordinar las diferencias para asumir contra qué luchar”: las viejas conocidas hambre y exclusión. Pero antes, conversó con AUNO acerca de “la fuerza del arte” para hacer flamear la bandera de la lucha.

—¿Cómo se eligieron los tres comedores que son destinatarios del dinero recaudado en la actuación?
—A los comedores los conozco a través de los compañeros de Sercupo (NR: sigla de Servicio a la Cultura Popular, pilar urbano del Mocase), partió de ellos la sugerencia, nosotros vinimos a acompañar. El vínculo que tenemos lo encontramos a partir de las organizaciones campesinas, los campamentos, las actividades de resistencia y de formación. La idea es hacer algo aquí, desde hace tiempo, y ahora hemos encontrado el momento. Amén de que uno está arriba del escenario, todo lo que se canta tiene que ver con cuestiones que ve y siente, con la manera de mirar el mundo y la gente con la que uno elige caminar. La militancia que la hace cada uno.

—¿Considera al arte como una forma de expresar la militancia?
—Necesariamente hay que articularla. Hoy estamos acompañando aquí y nos complementamos con la gente que trabaja con los barrios y las organizaciones campesinas. Hemos juntado fuerzas porque no es lo mismo hacer las cosas por separado. El arte, y la música particularmente, es muy fuerte a la hora de ge nerar encuentro y reflexión. Las canciones suelen tener algo muy importante como el poder de síntesis, porque es un tiempo efímero el que dura la canción y por ende es mucho más potente a la hora de transmitir el mensaje. Me parece que como cantores y músicos que somos, solos no podemos hacer nada en cuanto a buscar un camino nuevo, buscar cambios. Uno tiene que sí o sí articularse. Esta es la forma que elegimos para hacer las cosas, no sólo apoyando sino participando.

—Hablaba de la necesidad de unificarse, ¿cree que, desde la lucha, hay movimientos sociales que trabajan por separado y deberían integrarse?
—La fragmentación está instaladísima. Es un tema delicado porque nos toca reconocer y caminar con la diferencia. A veces, muchas agrupaciones se dividen y forman subgrupos al tener diferencias de criterios. Suele ser muy duro porque hay intereses personales. Hoy es tiempo de identificar contra que hay que luchar.

—¿Qué es eso contra lo que hay que luchar?
—Contra todo lo que se nos viene encima y ataca por todos los flancos, ya sea en las ciudades o en el campo, que es lo que propone el sistema para subdividir. Es una máquina devoradora de vidas que para alimentar sus fauces no le importa nada. Y tiene sus cableados en mucha gente que permite su entrada, siempre fue así. Por ejemplo en Santiago del Estero, cuando una empresa inglesa se quedó con gran parte del Chaco santiagueño, chaqueño, santafesino y hasta salteño. Lo mismo se ve en el avance de la industria minera y la sojera, que generan muerte inmediata y en las generaciones venideras. Las empresas extranjeras han entrado y siguen entrando a través de los traidores que tenemos acá. Por eso, donde yo voy veo gente que se junta, porque no queda otra, no nos queda otra. Hay que tratar de coordinar las diferencias para asumir contra qué tenemos que luchar. Hay muchas cosas contra las que hay que plantarse y pelear.

—¿Esa pelea tiene que ver, entonces, con un cambio colectivo de conciencia?
-Claro, juntarse para darnos cuentas de que caminamos para el mismo lado. Hoy estamos acá para sumar, y mañana podemos ir a una escuela rural o en alguna central del Mocase. Hay cosas que a uno le duele: la exclusión que genera este sistema, la falta de oportunidades que tiene la gente. Es algo que está a la vista, no descubro nada. No importa el lugar, importa luchar, porque todos son compañeros y hay que estar.

MNL-AFD-EV
AUNO-17-12-2008
locales@auno.org.ar

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