En medio de una brutal seguidilla de sequías e inundaciones en buena parte del país, y con la Ley de Bosques aún a medio camino, las voces de las organizaciones de la sociedad civil que se dedican al medioambiente se hacen escuchar. Desde la Fundación Biodiversidad, en diálogo con AUNO-Tercer Sector, afirmaron que la mayor causa de destrucción de los ecosistemas naturales se da principalmente por “el desconocimiento y el poco respeto”.
El coordinador de proyectos de la Fundación, Guillermo Puccio, subrayó que la Argentina “vive en base a sus recursos, pero le da la espalda a ellos”. Asimismo, evaluó que “es preciso llegar a la gente, para comunicar mejor y educar para optimizar el manejo y aprovechamiento racional de los diversos ecosistemas”.
“La rápida implementación de la Ley de Bosques (funcionando apenas en tres provincias) es fundamental para el mantenimiento de los ecosistemas amenazados por la deforestación, sino el panorama será caótico”, aseveró Puccio.
La ley sancionada el año pasado establece que las provincias no pueden emitir nuevos permisos de desmonte hasta tanto no realicen el ordenamiento territorial de sus zonas boscosas, bajo criterios ecológicos y categorías de conservación que apuntan a evitar la fragmentación y degradación del bosque nativo, y a preservar las tierras utilizadas por las comunidades campesinas e indígenas.
Por este motivo, sostuvo que “el desafío ahora es la conservación de los bosques y humedades en el país”, porque los primeros cumplen una “importante función climática”.
Al respecto, el director de conservación de esta organización de la sociedad civil (OSC), Tomás Waller, aseguró que “el bosque chaqueño ha tenido la tasa más alta de deforestación” y, que a causa de esto, es “puro dióxido de carbono en la actualidad”.
Por efecto de la sistemática tala de bosques se alteró el balance natural de intercambio entre la masa boscosa y el ambiente, lo cual generó gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, en lugar de oxígeno.
La entidad, creada en 1999, apunta a –según palabras de Waller- “más allá de las acciones de difusión, situarse en el trabajo de campo; esto es, estar en el lugar en que lo requiera el proyecto”.
También, el director de conservación de Biodiversidad afirmó que “lo ambiental, económico y social son conceptos entrelazados”, ya que los términos desarrollo sostenible, perdurable o sustentable se aplican al impulso socioeconómico. Por ejemplo, señaló Waller, “en el norte argentino se cruzan el modelo de esa región y el modelo pampeano”.
Según explicó, el primero hace referencia al uso de la tierra en base a sus componentes naturales, promovido por las comunidades aborígenes de esa zona; el segundo, un modelo agroindustrial en el cual grandes propietarios compran extensas superficies para practicar la deforestación y así desplazar a las comunidades que viven allí.
En nuestros días, según expuso Waller, “el modelo agroindustrial avanza, lamentablemente, sobre tierras que son más baratas”. Y apuntó que es algo contra lo que “no se puede luchar”. Asimismo, evaluó que “tiempo atrás, un campo en el bosque chaqueño le daba de comer a determinada cantidad de gente; sin embargo, hoy esa tierra produce mucho más pero no para esas familias, sino para unas 200 empresas que explotan desmedidamente la zona”.