Aunque se encuadran en el fenómeno de la crisis habitacional, las villas y asentamientos son “conformaciones urbanas y formas del hábitat popular distintas”, tanto en su origen como en sus características, especificó Omar Varela, investigador e integrante de Info-Hábitat.
Según relata el estudio realizado por Info-Hábitat, las primeras villas aparecieron en la década de 1930 como consecuencia de las migraciones internas y de la descomposición de las economías rurales del interior del país. El crecimiento poblacional en las ciudades tuvo su paralelo en una importante masa que quedó marginada del proceso productivo.
Los asentamientos, en cambio, surgieron durante el régimen militar de 1976-1983: en principio, la desindustrialización, la destrucción del aparato productivo, el incremento del cuentapropismo, del subempleo y del desempleo estructural generaron la progresiva pauperización de un amplio sector de la población, que se vio obligado a modificar sus estrategias para acceder a la vivienda.
Luego, “los funcionarios de la dictadura barrieron las villas en algunos centros urbanos de la ciudad de Buenos Aires y trasladaron a sus habitantes al Conurbano. Les ofrecían casas provisorias con la promesa de que les construirían una vivienda. Así, a veces con ayuda de los sectores eclesiásticos, la gente comenzó a organizarse para ocupar terrenos y se formaron los asentamientos”, explicó Varela. De ahí que en la Ciudad de Buenos Aires predominen las villas, mientras que en el Conurbano prevalecen los asentamientos.
En sus características, villas y asentamientos también se distinguen. Las villas presentan tramas urbanas muy irregulares, responden a la suma de prácticas individuales y diferidas en el tiempo, se ubican en terrenos del Estado. Por el contrario, los asentamientos poseen trazados urbanos regulares, suponen una ocupación previa organizada colectivamente, y se instalan generalmente en áreas privadas.
MDY-AFD
AUNO-29-05-09
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