Los 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía, porque ese día y mes de 1845 el Ejército de la Confederación enfrenta y derrota a la flota británica y francesa, potencias colonialistas saqueadoras, en la batalla de la Vuelta de Obligado, en el actual partido bonaerense de San Pedro, a orillas del Río Paraná.
En el centro de ese evento bélico se encontraba (se encuentra) la disyuntiva básica para las repúblicas de América Latina: proteccionismo o libre cambio/libre comercio, contradicción básica que todavía sigue vigente en los albores del siglo XXI.
Pensemos que la Confederación que presidía Juan Manuel de Rosas ya había tenido que sufrir la violencia de dos bloqueos de Francia: en 1838 y 1839, cuyas maniobras eran dirigidas o ideadas por Gran Bretaña.
Rosas era el gran obstáculo para esos fines colonialistas, que además instigaban nuevas balcanizaciones. La clave estaba en la proteccionista Ley de Aduanas de 1835. Por supuesto que los bloqueos/invasiones estaban precedidos de campaña mediáticas (El Facundo, de Sarmiento, se inscribe en esa práctica) y justificaciones engañosas.
Pensemos que Gran Bretaña invitaba, por las buenas o por las malas, a adoptar el libre cambio cuando se había convertido en nación preeminente gracias al proteccionismo, que todavía aplica y que debemos imitar.
El gran triunfo de los ingleses estuvo en convencer culturalmente o por medio del soborno a cuanto gobernante felón [el concepto lo usa San Martín contra Rivadavia] había y hay en la Argentina.
Sembraron también para que no podamos examinar nuestro pasado desde un punto de vista nacional y que sea el lente propio el utilizado para hacer nuestras críticas a nuestros héroes y no desde el punto de vista de la prédica británica mitro/sarmientina.
Todos los historiadores serios acerca de esas invasiones colonialistas coinciden en que Gran Bretaña buscaba abrir mercados a sus productos manufacturados, un dato que para entonces ya tenía su historia con el Tratado de Libre Comercio de 1778 de los Borbones, que habría sido “sugerido” por los británicos.
Imponer por la fuerza el libre cambio o la libertad de comercio es el motivo esencial del levantamiento armado de los líderes políticos federales o proteccionistas del siglo XIX, desde Artigas en adelante, y el de los movimientos políticos del siglo siguiente: el peronismo nace proteccionista, no librecambista. Ese es el peronólogo inapelable.
Por tanto, la batalla de la Vuelta de Obligado se inscribe en el contexto mundial donde una potencia colonialista, que ocupa todavía parte de territorio de la Argentina, intenta imponer e impone la libertad de comercio, motivo principal de las ruinas de las repúblicas de Iberoamérica o América Latina.
A esa prédica británica se le debe sumar la balcanización del continente y la difusión de la zoncera discriminatoria, según la cual ellos son los civilizados y nosotros los bárbaros, cuyos voceros más notorios eran Sarmiento y Mitre, a través de quienes se dicta una brutal falsificación de la historia.
La zoncera de Sarmiento inserta en el Facundo sobre “el mal que aqueja a la Argentina es la extensión”, es una propuesta de balcanización. Con el fin de destacar lo grave de ese tema, Arturo Jauretche ubica a esa “zoncera” en segundo lugar, como hija de “civilización o barbarie”.
Bibliografía
José María Rosa, Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Peña Lillo, Buenos Aires, 1986.
Jorge Abelardo Ramos, Las masas y las lanzas. 1810-1862, Buenos Aires, Senado de la Nación, 2006.
Fermín Chávez, Iluminismo e historicismo en la cultura argentina, Buenos Aires, CEAL, 1982. El autor analiza el concepto grecolatino de barbarie; y civilización y barbarie como fórmula iluminista “funesta”.
Arturo Jauretche, Manuel de zonceras argentinas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1986.
Marcelo Gullo, La historia oculta. La lucha del pueblo argentino por su independencia del imperio inglés, Buenos Aires, Biblos, 2013.
AUNO-18-11-20
HRC SAM
