La moda, esa dimensión catalogada como materialista y superficial, ha adquirido un rol preponderante en la sociedad postmoderna. Como consecuencia de la creciente y avasallante ola del “glamour” y de los modelos exclusivos con que gustan vestir la mayoría de las mujeres jóvenes argentinas, la cantidad de ferias de diseño en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en Palermo, ha aumentado de una manera notoria en los últimos cinco años. A principios de 2000, la ciudad sólo contaba con tres ferias (El Dorrego, las de Plaza Cortázar y Boutique Nómade) y hoy son más de veinte.
La venta de este tipo de ropa catalogada bajo el nombre común de “diseño de autor” supera la de marcas reconocidas, el principal motivo es la creatividad de los modelos confeccionados. Asimismo, las carreras universitarias y terciarias sobre diseño no han sido ajenas a esta constante expansión numérica.
A raíz de la creciente ola “fashion” que se viene dando en el país, la Ciudad de Buenos Aires es considerada como la segunda capital latinoamericana de la moda, mérito que le llevó años conseguir. El primer país es la ciudad brasilera de San Pablo desde hace varios años, ya que los modelos que presenta en sus pasarelas son considerados como los más “osados y provocativos”, de la región sudamericana. El tercer lugar lo ocupa Colombia.
El aumento de las grandes ferias de diseño patrocinadas por grupos empresarios brindaron la oportunidad a cientos de jóvenes diseñadores de dar a conocer sus modelos y, en el mejor de los casos, mostrarlos y comercializarlos en los mercados internacionales.
El Centro Metropolitano de Diseño (CMD), del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, es el organismo encargado de brindar desde hace seis años asistencia técnica y económica a empresas, diseñadores y emprendedores, con el objetivo de mejorar su competitividad en el mercado textil, a partir del diseño y la innovación.
Adrián Lebendiker, director general del CMD, aseguró que, desde el año pasado, en la carrera de Diseño de Indumentaria de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU) “creció un 12 por ciento el número de inscriptos, y que los egresados encuentran su lugar de expresión dentro de las 23 ferias gratuitas de la Ciudad”.
Desde 1997, en las carreras universitarias de diseño (gráfico, de indumentaria, imagen y sonido, arquitectura) fueron aproximadamente 7.900 los egresados, 2100 de los cuales optaron por indumentaria.
El 85 por ciento de las ferias de diseño se concentran en Palermo y barrios aledaños, como Recoleta y Belgrano, lugares de mucha afluencia turística, zonas vanguardistas.
El ingreso de los diseñadores a esos espacios suelen ser gratuitos, como en la de Plaza Cortázar, en Palermo. Otras, como las del CMD, mediante un concurso previo. Jimena Marote, una joven diseñadora independiente, que expone sus diseños allí, aseguró que “no solamente hay cada vez más diseñadores que quieren mostrar sus modelos, sino que también la concurrencia a estos lugares es mayor, al igual que las ventas”. No obstante, reconoció un problema: las exportaciones, que “siguen siendo bastante difíciles porque es complicado encontrar plata para bancarte sola un negocio”.
Además de las ferias de diseño, también surgieron hace cinco años los llamados “showrooms”, que son locales con prendas y accesorios fabricados por diseñadores independientes, ubicados en bares o sitios o en alguna casa o ambiente hogareño y reciclado como un local.
Según el informe anual de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, la industria de la moda y la indumentaria tiene, a nivel económico, varias particularidades: requiere mano de obra intensiva preponderantemente femenina, velocidad y flexibilidad de respuesta por el entramado Pyme, disponibilidad de fibras naturales exclusivas como las lanas finas y las pieles, profesionales creativos de carreras universitarias y terciarias de diseño.
La creatividad y el “glamour” propio de la cultura pop y rock que se viene dando desde hace un par de años puede verse en las prendas confeccionadas y cada vez hay más diseñadores dispersos en el ambiente.
Si bien los jóvenes modistos cuentan con planes de gestión organizados por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y hay más espacios donde pueden dar a conocer y comercializar sus diseños, la ayuda que reciben para financiar sus proyectos no es suficiente.
Los casos contados en esta nota tienen que ver con los logros alcanzados por el conjunto de actores en juego que han podido desarrollar exitosamente un espacio de producción legítimo y reconocido a nivel internacional, en poco mas de cinco años.
Jéssica Trossman: “El crecimiento de los diseñadores es cada vez más visible”.
“Glamorosa, llamativa y muy sexy”, así define sus colecciones la talentosa diseñadora Jessica Trossman, una de las primeras diseñadoras egresadas de la carrera de indumentaria de la UBA cuyos trabajos desfilan en pasarelas internacionales. Comenzó en los años ´90 revolucionando el mercado con la firma “Churba–Trossman”, (en sociedad con Martín Churba), y en 2003 se lanzó como “solista”.
– ¿Qué importancia tienen las ferias de diseño para los jóvenes diseñadores?
– Está bueno que haya lugares así porque hay cientos de chicos que egresan y no tienen idea de cómo salir al mercado. Son espacios que permiten mostrar tus modelos y poder venderlos, eso es importante porque si no ¿cómo hacés para mantenerte?
– ¿Cómo describirías tus prendas?
– Son prendas que te podés poner desde la mañana hasta que termina el día y estás bien vestida. Sirven para ir al laburo y para un cóctel, reflejan mi manera de ser: media caótica, pirada y rápida. Vivimos en este mundo bastante acelerado, y pensá que la mujer de hoy no tiene tanto tiempo como para andar cambiándose a cada rato. Siempre hay algún brillito cuando diseño mentalmente las prendas, me gusta que sea así.
– Si bien sos argentina, ¿tus diseños conservan esa especie de “argentinidad” o identidad asociada a nuestra cultura?
– La moda nace de cada diseñador y la tradición asociada a sus raíces. El hecho de la “argentinidad” está presente siempre, pero en la etiqueta. Cuando mis prendas son consumidas por otras culturas es justo ahí cuando está presente esa “argentinidad” que vos decís. Creo que el hecho de poder derribar esas barreras que sólo asocian a la Argentina con la carne y el cuero es lo que yo llamaría introducir la tradición de la moda.
-*¿Y cómo ves los diseños argentinos con respecto a los de otros países?*
– Los veo bien, pero menos desinhibidos que los de afuera. Todavía falta ese empujoncito para crear más originalmente, a nuestro estilo. Igual creo que el crecimiento de los diseñadores argentinos es notoriamente visible.