Vuelta a clases: preocupaciones y expectativas de los docentes para este año

Maestros de zona sur celebran la perspectiva de una presencialidad “plena, cuidada y continua”, aunque consideran que es necesaria una reflexión respecto de la calidad educativa, a dos años del inicio de la pandemia.

El Ministerio de Educación de la Nación planteó un objetivo claro para este año: garantizar una presencialidad “plena, cuidada y continua” para todxs lxs estudiantes. El comienzo del ciclo lectivo en la provincia de Buenos Aires, el 2 de marzo, puso sobre la mesa miedos e ilusiones en torno al nuevo protocolo. En diálogo con AUNO, docentes de zona sur coinciden en celebrar los propósitos en torno a la presencialidad, aunque consideran que hace falta una profunda reflexión sobre la calidad educativa, a dos años del inicio de la pandemia.

El nuevo protocolo

Claro está que hoy el colegio tiene una geografía particular. Los tapabocas, el alcohol en gel, desinfectar los objetos que se comparten, no compartir otros. Desde hace un tiempo las escuelas transitan una nueva era educativa. El nuevo protocolo nacional dispuso cambios: se eliminaron las burbujas, la ventilación continúa siendo obligatoria y los barbijos lo son desde primer grado.

De qué manera el protocolo resguarda la seguridad es una pregunta que, en este contexto, emerge. “Se tiene que asegurar que haya alcohol en gel, lavandina, kits de barbijos descartables y sobre todo el tema de la vacunación”, dice Analía Gastaldi Rojas, profesora y licenciada en Letras, quien trabaja en la Escuela Secundaria Nº 40 de Banfield.

Asimismo, Alejandra Fernández, maestra de grado en la Escuela Primaria Nº 2, Hipólito Bouchard (Adrogué), subraya que está de acuerdo con la obligatoriedad del barbijo desde primer grado y que la ventilación cruzada es un hecho que se ha cumplido durante los últimos meses. De todas formas asevera que la sanitización de las aulas y la utilería no es tan frecuente ya que “no hay personal suficiente” para ello.

¿Vacunación obligatoria?

Otra de las discusiones que existe actualmente en el ámbito es si la vacunación contra el coronavirus debería ser obligatoria. En este caso, para retomar el ciclo lectivo, la obligatoriedad no es un hecho en la provincia y esta situación preocupa a lxs docentes. “No se está teniendo en cuenta que hay un montón de personas del ámbito educativo que no se quieren vacunar, o que no tienen las dos dosis, y es realmente muy serio esto”, cuestiona Gabriel Santillán, profesor de Matemática que dicta clases en la secundaria del Colegio Modelo, de San José (Temperley).

Laten algunas preocupaciones en torno a quienes aún no se encuentran vacunadxs, la gran cantidad de alumnxs en una misma aula y la no existencia de “burbujas”.

En sintonía, Rojas señala que, para trabajar más segurxs, la vacunación debería ser obligatoria: “Me parece mal que no se exija certificado de vacunación, con las dos dosis, a los pibes, ya que teniendo las vacunas y el uso del barbijo sería maravilloso volver a estar todos juntos”.

“Considero que la vacuna debería ser obligatoria y estar en el calendario escolar de vacunación porque se están viendo un montón de casos de chicos contagiados”, suma Fernández.

Reflexiones sobre la presencialidad

Para Santillán, el problema radica en que “se pone el foco en si hay presencialidad o no, en si hay clases híbridas o no, y no en las condiciones de las mismas”.

“Entonces la grieta que se ha puesto desde distintos medios es presencialidad sí-presencialidad no’, haciendo que se entienda a la presencialidad como una educación eficaz, generando un efecto placebo sobre las familias que creen que sus hijos están aprobando y pasando de año, porque han aprendido todos los conocimientos de ese año, cuando en realidad no”, ahonda en entrevista con AUNO.

Si bien lxs educadorxs consideran necesaria la presencia de lxs estudiantes en las aulas, complejizan un poco el panorama para reflexionar de acá en adelante y discutir la calidad de la educación. “Estoy a favor de que el chico esté en la escuela porque, en ciertas comunidades, es el lugar en donde encuentra un espacio para ser él, para aprender, jugar, para hacer deporte, divertirse, para compartir con pares; es en muchos casos el ambiente más sano que tiene”, expresa Fernández.

Santillán advierte que “intentar garantizar, a cualquier costo, los 190 días de clases presenciales es un error, y no solamente por cuestiones de Covid-19”. Según su visión, se torna un error el hecho de “querer volver a la normalidad”, ya que deberíamos volver a una situación previa a la pandemia, y eso es imposible.

En tanto, Rojas también hace hincapié en que la situación no “es tanto por la cantidad de días, sino por la calidad” de los mismos. Si bien le parece “maravilloso” que se garanticen los días de clases, remarca que esto no debe ser “a cualquier costo”. Lo que hace falta acá es un proyecto profundo y serio, no tener a los pibes en el sistema, a como dé lugar, aprobarlos, cueste lo que cueste, porque no les hacés un favor; después los llevás al fracaso.”

La educación futura

Aunque las preocupaciones más comunes rondan –principalmente– en torno al protocolo y a la vacunación, el contenido no deja de ser importante. El regreso a la “normalidad”, o al menos, al mundo que conocíamos antes de la pandemia mundial, parece ser la prioridad. ¿Pero se puede regresar atrás?

Santillán pone el eje en que “la educación estaba pidiendo un cambio hace un montón de tiempo” y considera que la pandemia “dejó en evidencia que había algo que estaba fallando” y “no podía continuar así”. Algunas de las fallas están a la vista. Otras no tanto.

Ante la falta de burbujas, las aulas vuelven a estar pobladas por una gran cantidad de estudiantes. “Es imposible establecer una estrategia lo suficientemente efectiva en términos didácticos y pedagógicos que abarquen a una gran cantidad de alumnos, y cualquiera me dirá: ‘Si esto se hizo un montón de tiempo, ¿por qué ahora no?’ Sí… pero ¿con qué efectividad se hizo un montón de tiempo?”, pregunta.

Sobre el tema, Analía insiste en que hace falta un proyecto lo “suficientemente serio”, luego de la catástrofe pandémica, que se base en una reprogramación de contenido que esté a la altura de las necesidades del estudiantado. Con sus preocupaciones pero con un horizonte claro. “El docente fue preparado para trabajar en el aula con el pizarrón, la tiza y los niños adelante, el contacto con el alumnado, el ida y vuelta y el aquí y ahora”, esboza esa linda imagen la docente de primaria.

Entonces el contacto y la otredad demandan presencia en la escena, aunque los tiempos hayan cambiado. “El adolescente necesita la grupalidad, porque su identidad depende del grupo. En la adolescencia se da la muerte simbólica de la madre y el padre, entonces uno construye su identidad con los otros”, concluye la licenciada en Letras.

AUNO-10-03-2022
DESP-MDY

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