Los profesores de tango Valeria Buyatti y Marcelo Bottaro invitaban a los vecinos a sumarse a las clases de baile, con las melodías tangueras que musicalizaban el aire de Valentín Alsina en esa tarde gris. Pero la jornada se empaño minutos después de las 17 horas cuando los músicos de la “Orquesta Típica La Vidú” listos para tocar tuvieron que partir rápidamente del escenario para que no se les arruinen los instrumentos con la lluvia. Hace dos semanas, la puesta en marcha del Festival de Tango de Valentín Alsina estuvo pasada por agua.
Antes de la clase de baile y con el sonido tanguero de fondo los profesores dialogaron con AUNO sobre la propuesta de “La Previa y el Festival de Tango de Valentín Alsina”.
¿Cuál es la esencia del Festival?
M. B: Es un espacio de difusión para los artistas y un espacio de vinculación para los vecinos. Termina resultando un espacio muy contenedor. O sea es volver a apropiarnos de la calle y pasa a ser simplemente el lugar de encuentro.
V. B: Esto de los festivales de tango está bueno que se vaya difundiendo, que mucho se hace de boca a boca porque la realidad de estos festivales independientes es a pulmón. Contamos con la difusión que cada uno puede. Esta buenísimo que los vecinos se vayan acercando y encuentren un espacio.
¿Cuál es el enfoque que le darán a las clases de baile?
V. B: Nosotros tenemos la idea de no dividir los grupos en niveles de baile, sino conducir a un mismo colectivo y que cada uno ayude al otro porque todos tenemos para aprender del otro. Cada uno trabaja de manera diferente pero dentro de lo mismo.
M. B: Justamente la idea es que el tango es un vehículo que facilita el encuentro entre las personas, y además pensamos que cuando vamos a bailar tango, vamos a caminar abrazados con otro. Qué más lindo y que más simbólico respecto a lo que es el amor, la confraternidad, el ir juntos por la vida. Y además el espacio de la milonga nosotros lo concebimos, si se quiere, rescatando la idea de nuestros abuelos que tenía que ver con el encuentro con el vecino, con el barrio. Y no lo que se ha dado en los últimos años de la competencia. La idea es juntarse a bailar entre todos. Este es un baile popular, no es un baile académico. Pero el tango es improvisación pura.
V. B: En realidad la idea es compartir, no competir. Por lo menos en lo que se refiere a tango salón, a tango más popular. El tango escénico es otra cosa.
Los músicos y los organizadores, entre los mates que iban y venían, instalaban los equipos de sonido, probaban los micrófonos, acomodaban los carteles del Festival, los chicos jugaban en la plaza y los vecinos que mientras miraban las artesanías se acercaron por curiosidad.
“Pintó el tango”, decía un vecino que se acercó a la plaza. Los bailarines miraban atentamente las explicaciones de los profesores para dar sus primeros pasos y se escuchaba la invitación de la profesora Valeria: “Vení súmate” a una señora que entre risas, sólo quería mirar porque no se animaba a bailar.
Con los equipos instalados y la música que acompañaba, Valeria y Marcelo empezaron con las explicaciones básicas sobre las posturas, los pasos y el abrazo.
La garúa los quería intimidar pero los bailarines ya habían comenzado a moverse en la improvisada pista, rodeada de los puestos de artesanías, los vecinos que miraban, el escenario de fondo y los músicos que repartían los folletos a los asistentes para que conozcan más sobre el festival.
Los bailarines giraban con la milonga para la derecha, algunos muy concentrados, otros más relajados, entre risas o miradas se dejaban conducir por el más experimentado. Después de algunos tangos, cuando ya los bailarines estaban más cancheros se escuchó la consigna de los profesores: “Cambio de parejas”. Y todos, entre pasos apurados y sonrisas, ya estaban listos para un intercambio. Así que la cita ya está pautada para todos los sábados a las 16 en el barrio que vio crecer a Sandro o Edmundo Rivero, entre otros artistas, para disfrutar de la milonga y las orquestas.