Son varias las historias movilizadoras que se generan a través del contacto entre los profesionales y las madres cada vez que hay una mantita de por medio. A veces vinculadas a una triste realidad: la de la pobreza; pero siempre enlazadas al sentimiento de que algo se hizo.
Entre las anécdotas que se pueden contar sobre las habitaciones de los hospitales, Karina Rodríguez recuerda el alta médica de un chico:
La madre había recibido una mantita durante el periodo en que su hijo estuvo internado. Al momento de irse, ella quiso devolverla, pensando que era del hospital. “Llevala, es para tu hijo”, indicó Karina al ver que la mujer se sacaba la campera para abrigar al bebé.
La madre de aquél chico contó que ninguno de sus tres hijos había tenido algo para estrenar, porque siempre habían usado lo que sus primos, amigos o vecinos les regalaban. Era la primera vez que uno de ellos podía usar algo propio, nuevo.
“Muchas veces quienes nos encargamos de la salud estamos atrás de la atención, que es mucha y lleva trabajo. Pero temas como este nos pasa por un costado y no siempre los vemos”, reveló Rodríguez.