Estaba nublado y el viento zonda de los días anteriores había entristecido toda la zona sur de la provincia, conocida como los Llanos riojanos. El aspecto penumbroso de Chamical contrastaba con el entusiasmo, porque en pocas horas se iba a celebrar el segundo domingo de Polco, donde desde hace tres siglos feligreses de todos el país cantan, rezan, beben y bailan, en homenaje a la Virgen del Rosario.
Esas fiestas patronales, sin patrones, se realizan en Polco, casi al pie de la sierra de Chamical. Se trata de una localidad que durante la colonia del virreinato del Río de Plata era una posta, y por allí durante el siglo XIX se iba o se volvía de diferentes puntos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Las fiestas se hacen los dos primeros domingos de octubre. La de Polco es la celebración religiosa popular más grande de La Rioja después de la de San Nicolás de Bari, patrono de la provincia: El santo negro que había sido obispo y perseguido por el emperador romano Flavio Licinio (siglos III-IV).
Ahora se estaba en el siglo XX. La elección del lugar, emblemático, respondía a un razonamiento. Exprofeso. El 18 de julio de 1976 la dictadura había mandado a asesinar a los curas Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias.
El 25 de julio de ese mismo año la dictadura cívica y militar asesina a otro colaborador del obispo de la provincia, el laico Wenceslao Pedernera. Y a los pocos días, el 4 de agosto siguiente, asesinaron a Enrique Angelelli, a pocos kilómetros hacia el norte de Chamical, sobre la ruta nacional 38.
Sábado cenizo
El sábado 7 de octubre de 1989, el entonces presidente Carlos Menem anunció desde Chamical el indulto a 280 militares y a civiles de organizaciones armadas. El acto se realizó en la Sociedad Rural local. Fueron incluidos en esa medida también los integrantes de la junta militar que condujo la guerra por las Islas Malvinas (1982) y los que intervinieron en los alzamientos de Semana Santa, Monte Caseros, Villa Martelli, y el copamiento del Aeroparque.
Los últimos cuatro hechos, en que participaron civiles y militares, se registraron durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Los indultos de Menem habían tenido como antecedentes las leyes de Punto Final y Obediencia Debida aprobadas durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín, como fruto de las presiones de militares carapintadas alzados contra el sistema democrático.
El 29 de diciembre de 1990, Menem completó el indulto al liberar a los dictadores y represores Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Emilio Eduardo Massera, Ovidio Pablo Ricchieri y Ramón Camps. E incluyó además al ex jefe de Montoneros Mario Firmenich (encarcelado en 1984) y al ex general Carlos Guillermo Suárez Mason, que estuvo detenido tres años.
Además de Firmenich, otros dos civiles recuperaron la libertad con el indulto: la dirigente peronista Norma Kennedy y Duilio Antonio Rafael Brunello (secretario de Bienestar Social durante el gobierno peronista hasta 1976), quien había sido acusado de presuntas irregularidades por la dictadura de Videla.
La decisión de Menem había beneficiado también a quien fuera ministro de Economía de la dictadura civil y militar de 1976: José Alfredo Martínez de Hoz, procesado durante la democracia por los secuestros de los empresarios del rubro textil Federico Gutheim y su hijo, Miguel, ocurridos en 1976.
Al morir, Martínez de Hoz cumplía prisión preventiva en su departamento, por su estado de salud, debido a la causa en la que se lo investigaba por esos secuestros, delitos tipificados como de lesa humanidad.
Dos demonios
Los indultos anunciados en Chamical tenían como fondo básico la ideología llamada ‘teoría de los dos demonios’.
Consistía en equiparar judicialmente las acciones guerrilleras acometidas por civiles, con las torturas, secuestros nocturnos o diurnos, violaciones, robos, muertes y desapariciones del Estado terrorista vigente entre 1976 y 1983.
Esa ‘teoría de los dos demonios’ había sido echada a correr durante el gobierno de Alfonsín y estaba corporizada en el prólogo que había escrito Ernesto Sábato para el libro Nunca Más.
“Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países (…)”, dice el prólogo de Sábato. La democracia empezaba a renguear apenas daba los primeros pasos.
AUNO-12-10-19
HRC-SAM