“Muchas veces los virus, además de hacer emerger la enfermedad, dejan ver otras cosas, como la pobreza, la falta de infraestructura. Por eso muchas veces tenemos altas médicas pero no sociales.” La frase de la jefa del servicio de Pediatría del hospital Gandulfo, de Lomas de Zamora, Máxima González Miño, pone de manifiesto la grave situación social que afecta a la gran mayoría de las personas que se atienden en el hospital público, y las dificultades que se presentan para la promoción de la salud.
González Miño, en diálogo con AUNO/Ciencia, destacó que si bien no hay en la actualidad una epidemia de bronquiolitis en la provincia, las condiciones socioambientales son claves en el contagio y la propagación de la enfermadad. “Como sostuvo el doctor Ramón Carrillo, muchas veces, los microbios, como causas de enfermedades, son pobres causas”, enfatizó.
“Aunque tratamos de brindarle algo desde lo afectivo, los pacientes demandan mucho desde lo social y cuando vemos que hay hacinamiento, analfabetismo y falta de agua, en fin, (notamos que) todo eso contribuye a la enfermedad”, destacó la médica.
En la misma línea, Mario Vinocus, médico asesor del servicio de Pediatría destacó que los chicos “están en un hogar y conviven en una habitación con nueve hermanitos y no tienen lugar para lavarse las manos, y es ahí donde surgen los problemas”.
Los profesionales explicaron que en el Gandulfo pusieron en funcionamiento un “sistema de demanda espontánea” por el cual “nadie tiene que venir a las 3 de la mañana a pedir un turno, sino que se presentan directamente y son atendidos”.
“El paciente pediátrico necesita muchísima coordinación e infraestructura dentro y fuera de la institución y por eso hay un Centro de pre hospitalización que se abre entre mayo y agosto (los meses en los que se detecta el pico de casos de bronquiolitis) que atiende a todos los menores de 2 años que son los que más riesgo corren. Está abierto de domingo a domingo, funciona en un lugar distinto de la guardia y tiene los recursos y el personal necesario”, señaló Vinocus.
Para que este sistema de atención espontánea funcione, añadió González Miño, “armamos un mecanismo que hace que los distintos servicios del hospital sepan cómo se debe tratar a cada paciente según su gravedad”.
“Nosotros empezamos en la organización —continuó la especialista— que incluye desde la Dirección hasta la gente de seguridad, y como somos los que atendemos de manera temprana necesitamos de la gente de laboratorio, enfermería, rayos, de la farmacia y también de los médicos y del epidemiólogo que va a ir dando los datos. Y no hay que olvidarse de la gente de mantenimiento, que hace que los equipos funcionen y a los de seguridad, que no dejan entrar a toda la gente que viene con el paciente, porque siempre vienen tres o cuatro personas con cada uno.”
González Miño se planteó, desde que asumió el cargo hace un año y medio, tener una base de datos para llevar un control sobre la situación para poder dirigir los recursos. De esa manera, se encontraron con que los problemas más recurrentes son las bronquiolitis y neumonías, en mayo, junio y julio, además de los accidentes y los casos de violencia familiar.
Acerca de lo que se encuentran los médicos cuando atienden a los pacientes, la jefa del servicio explicó que “el virus hace emerger otras cosas; además de la enfermedad se ven la pobreza y falta de infraestructura, con lo que muchas veces tenemos altas médicas pero no sociales”.
Sobre cómo actúa el hospital en los casos de extrema pobreza que llegan, comentó que el hospital brinda apoyo y comida a las personas en situación de riesgo y puso como ejemplo el caso de “una mamá que vino con cinco hermanitos que no tenía donde dejarlos, y dijo que se iba a llevar al (que estaba) enfermo; se lo hicimos dejar porque se iba a morir en el camino, ya que necesitaba oxígeno, y a los otros nenes los dejamos en el pasillo y les dimos de comer”.
La jefa de Pediatría, quien trabaja en dos niveles de salud pública, en Unidad Periférica (que reúne a las salas de atención primaria) y en el hospital, destacó que “algo muy importante son los promotores de salud, es decir las personas que pueden hacer el seguimiento de los pacientes que salen de la internación y detectan a las personas con mayores riesgos siguiendo parámetros de salud que ya se implementaron en Chile: las madres adolescentes, las que tienen falta de instrucción o viven hacinadas”.
Sobre cómo se debe actuar frente a una epidemia, González Miño señaló que “lo importante es tener bien diferenciadas las cosas como a veces no pasa en otros hospitales, donde hay 200 chicos esperando en la guardia aunque haya cuatro o cinco médicos atendiendo, pero no se discrimina a los menores de 2 años o de menos de seis meses y que para ser atendidos tienen que estar esperando cuatro horas que pueden ser vitales”.
En este centro asistencial hay elementos de promoción para que las madres salgan con más información: un enfermero hace una pequeña encuesta sobre el medio en el que vive el paciente y según el grado de desarrollo, después de varias horas de observación, se internan o se los deja volver a su casa y se los mantiene en observación.
González Miño explicó que “algo muy importante es que el hospital está abierto las 24 horas y recibe pacientes de manera constante. En cambio, algunas salas cierran sus puertas por la tarde y algunas guardias que existen en el distrito no tiene pediatras”.
“En el Gandulfo –señaló— todos los menores de 2 años se van a atender en la guardia de Pediatría y desde allí los derivan al centro de pre hospitalización, donde se sigue la estrategia que corresponda según cada caso”.
“Hace algunos años, los chicos llegaban deshidratados y la gastroenteritis mataba. Con programas como éste y con la difusión, logramos cambiar esto”, explicó Vinocus.
Otros tipos de enfermedades con las que se encuentran en mayor medida en el servicio son el síndrome convulsivo por falta de medicación, accidentes y violencia familiar, chicos con maltrato, intoxicaciones por intentos de suicidio.
Vinocus destacó que el máximo desafío es “qué hacer con las causas no médicas de las enfermedades”, para lo cual cuenta con “psicólogos infantiles y asistentes sociales, para ver qué le puede dar el hospital”.
En el Gandulfo funciona una ludoteca, en la que trabajan estimuladoras tempranas y terapistas ocupacionales. “Usamos ese tipo de estímulos para chicos que a lo mejor, por el contexto en el que viven, tampoco tiene los estímulos suficientes”, comentóGonzález Miño. “Así fuimos creciendo, se buscó sesoramiento en el servicio de Psicopatología . También vamos a tener un acuerdo con la Escuela de Jardinería del municipio para que se parquice parte de nuestra área”.
“Yo me siento contenta con estas cuestiones que no siempre se entienden. Algunos creen que un médico tiene que estar con el estetoscopio o dando medicamentos para curar, y esto no siempre es así”, concluyó.
MS-EV-AFD
AUNO-03-O7-08