“Inclukiosco”, un local atendido por personas con discapacidad

Funciona en el predio de la Municipalidad de Lanús. Es un proyecto de Silvio Catania, presidente de una fundación. Favorece la inserción social y laboral, una deuda del Estado.

Silvio Catania, fundador y presidente de la Fundación Argentina para Personas con Discapacidad (FAPPCODI), supo encontrar en la inmensidad del predio de la Municipalidad de Lanús el lugar indicado para comenzar uno de sus más ambiciosos proyectos en favor de la comunidad: el “Inclukiosco“, un kiosco atendido por personas con discapacidad, pensado como un espacio profesionalizante para los chicos de escuelas especiales y del Centro de Formación Integral (CFI) del partido.

Los cimientos

El local, ubicado en Hipólito Yrigoyen al 3863, fue oficialmente inaugurado la última semana de septiembre. Sin embargo, Silvio viene gestando esta idea desde el año pasado debido a una preocupación que él, al ser una persona ciega, padece en carne propia: la dificultosa inserción laboral de las personas con discapacidad. “Yo tuve la oportunidad y quiero que los demás también la tengan. Creo que desde el lugar que estoy hoy en día trato de hacer lo más que puedo sobre ese tema”, asegura.

Si bien esta preocupación pareciera estar contemplada en la Ley 22.431 -que establece un cupo laboral del 4 por ciento para esta población en los organismos públicos- la mayoría de las provincias no la cumple. Un informe publicado por la Cámara de Diputados señala que “según los últimos datos disponibles de 2021, pertenecientes a la Secretaría de Gestión y Empleo Público, el 79 por ciento de las 191 jurisdicciones ministeriales, entidades descentralizadas y universidades nacionales, informaron que tienen 3011 personas con discapacidad contratadas. Dicha cifra representa un 0,90 por ciento de quienes trabajan en cualquiera de las modalidades de empleo o contratación. Muy lejos del 4 que exige la ley“.

Con esto en mente Silvio se puso a trabajar en la construcción del kiosco, luego de la aprobación del proyecto a través del Concejo Deliberante. No solo logró edificar él mismo las paredes, sino que lo hizo de manera sustentable, con ladrillos reciclados hechos de polipropileno. Este sistema es el único que le permite llevar adelante la construcción debido a su “condición de persona ciega”, además de resultarle divertido y nostálgico en partes iguales: “Se siente como cuando jugaba con los Rastis de chiquito”.

No tiene pensado que sea un proyecto que se quede en Lanús. Desea que pueda replicarse en diferentes partes del país. Tanto el proyecto como el nombre están registrados, pero desde la fundación están abiertos a brindar el permiso para usar los derechos, con su mismo nombre y tipografía.

La inclusión social a través de la laboral

De vez en cuando entran clientes. Algunas caras son desconocidas. Se limitan a pedir alguna golosina y algo para tomar. Otras parecen familiares; ya entran predispuestas a hacer reír a los chicos que están trabajando. El factor común en las escenas es el entusiasmo de estos chicos por recibir a las personas. Están encantados de saludarlas.

El kiosco les brinda a los alumnos una pasantía profesionalizante de 120 horas totales. Trabajan en turnos de tres personas, de 8 a 12 y de 13 a 15, lo que dura abierto el comercio. Todas las tareas están bajo la supervisión de un Maestro de Inclusión Laboral (MIL). Una vez finalizada la pasantía, los alumnos reciben el certificado para acreditar todo lo aprendido por parte del Consejo Provincial de Educación y Trabajo (COPRET).

Entre las principales tareas, se dedican a desarrollar atención al cliente, manejar máquinas registradoras, usar calculadoras para el vuelto, limpiar su lugar de trabajo, aprender a usar la cafetera. Al haber jóvenes que no leen ni escriben, una de las estrategias pedagógicas es ordenar los productos por colores y ubicación para que sean fácilmente localizables. Y, si bien no tienen un sueldo, los alumnos que atienden el kiosco reciben un incentivo económico por las tareas realizadas.

Silvio presentará una propuesta a la Dirección de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires para que los chicos que se hayan capacitado trabajen en los kioscos de las escuelas. La idea es que cuando lleguen a la edad jubilatoria (con 20 años de aporte o a los 45 años de edad) dejen el lugar libre para que sea ocupado por otra persona con discapacidad, creando así un ciclo de capacitaciones y funcionamiento continuo del proyecto.

Isaac y Matías, dos de los chicos que atienden a la mañana, están bajo la supervisión de Guillermo, que no sólo les enseña sino que además se encarga de que no se aburran.

-¿Cómo se sienten con el kiosco?

Isaac:- Bien, estamos bien acá.

-¿Qué es lo más les gusta del kiosco?

Matías:– Todo. Venir y trabajar. Poder trabajar y aprender acá.

Guillermo:- Aparte viven acá cerca, y eso también les permite aprender a viajar, conocer lo que es afuera de la escuela.

-¿Ustedes de dónde son?

I:– Yo soy de Valentín Alsina.

M:- Yo del cementerio de Lanús.

G:- De la parte de afuera del cementerio, adentro no estás vos, ¿no?

M:-¡No! ¡Afuera vivo!

G:– Ah, bueno, pero vos también decís “vivo en el cementerio de Lanús”, ¿en qué bóveda?

Matías se rinde en tratar de explicarle a su maestro la ubicación de su casa mientras que Isaac se limita a reír amistosamente junto a Guillermo. De manera tímida, Matías se termina uniendo en las carcajadas.

Convertirse en cosas inesperadas

Silvio, por su parte, permanece sentado en la mesa de la esquina del kiosco, tomando su café mientras se ríe. El bastón que tiene a un lado de la silla no lo acompañó desde siempre, sino que le llegó en su juventud, con 21 años.

Se quedó ciego por una atrofia bilateral del nervio óptico sin etiología. Es decir, los incontables médicos por los que pasó llegaron a la conclusión de que el nervio óptico se atrofió, pero son incapaces de determinar qué fue lo que causó esa atrofia. Silvio comenta que este episodio no sólo no lo desmotivó, sino que le sirvió para fortalecer su filosofía de vida: “Soy una persona con mucha determinación. Lo que me pasó es difícil, pero creo que la vida simplemente continúa. No digo que uno tenga que ser conformista, pero uno no es el ombligo del mundo, no soy la única persona a la que le sucede.”

Conciente del estigma social al que quedaba expuesto como persona con discapacidad, Silvio se propuso no quedarse quieto y capacitarse en cuantas cosas le sean posibles. Desde ser técnico en lombricultura, pasando por programador de Arduino e incluso ser el primer mago ciego de Argentina. “Me convertí en cosas inesperadas a raíz de mi ceguera. Y es algo que recomiendo a las personas con discapacidad. Si tienen tiempo libre, busquen capacitaciones gratuitas. Algún día la sociedad va a cambiar, y el día que la sociedad cambie y decida darnos una oportunidad laboral, quizás los que no estemos capacitados para cubrir un puesto de trabajo seamos nosotros”, advierte.

En el marco de las elecciones presidenciales de Argentina, Silvio remarca la necesidad de propuestas que alienten la inserción laboral de las personas con discapacidad. Actualmente las que tienen pensión la pierden cuando consiguen un trabajo en blanco. “Como no saben si el trabajo en blanco va a ser definitivo o lo van a perder a los tres meses, cuando se les presenta la oportunidad no optan por el trabajo porque tienen miedo a perder la pensión y no recuperarla en tiempo y forma”, explica Silvio. Sergio Massa, el candidato a presidente de Unión por la Patria, planteó un proyecto para que no hubiese incompatibilidad entre tener una pensión y un puesto de trabajo, permitiendo la conservación de ambos, lo que implica menos temor a la hora de aceptar (o no) un trabajo en blanco. “Es algo interesante y es algo que esperemos que lo cumplan en caso de que asuman”, señala.

Del otro lado del balotaje, el candidato Javier Milei “no presentó ningún proyecto para la temática de discapacidad”, según Silvio. “El único que mencionó la discapacidad fue Massa, para el resto parece que no existimos”, sentencia. Con respecto al reciente repudio por parte de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA) hacia el candidato de La Libertad Avanza por el uso de la palabra “mogólico” como insulto, Silvio remarca que “si uno quisiera decir una mala palabra, estaría bueno que digan ‘guerra’ o ‘hambre’, porque en todo caso a lo que él se refiere es a chicos con síndrome de Down”.

Del café solo quedan gotas y el reloj casi marca la hora de almorzar. Los chicos terminan su turno y se van a sus casas a descansar, no sin antes saludar a Silvio con una sonrisa de oreja a oreja. Él agarra su bastón, con la curiosidad que lo caracteriza pregunta para qué medio va a salir esta nota y, casi como un pedido de inmortalizar una frase de su autoría, dice: “Si yo escribiese un libro, podría decir que hasta los 21 años fui Silvio. A partir de los 21 años me separaron en sílabas. Si vos separás mi nombre en sílabas es ‘Sil vio’. Cosas locas del destino”.

*Les interesades en apoyar el proyecto pueden contactarse con Silvio a través del número 1155624202, o a través de la página fappcodi.org.ar

AUNO-25-10-2023
LM-MDY

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