Florencia Guimares: furia trava detrás de una cámara

La fotógrafa y militante travesti se prepara para la marcha de “Ni una menos” con un cartel potente: “Yo no le cuido la chota al patriarcado, la prostitución es violencia”. Feminista, irreverente, empoderada, continúa con el legado que dejaron sus amigas Diana Sacayan y de Lohana Berkins y se transformó en una referente del colectivo travesti-trans.

Federico Cavalli

Lomas de Zamora, junio 03 (AUNO) – Florencia Guimaraes García sale del excentro de detención El Olimpo, en Floresta, con una sonrisa amplia y una caminata tranquila. “Recién termino de grabar mi columna para Radio Sur”, dice con algo de cansancio. Sabe que tiene días agitados en la previa a la marcha del Ni Una Menos.

Florencia es fotógrafa, feminista, pero sobre todo es travesti. Ella lo toma como una identidad política, quiere revertir la carga negativa que se le asigna. No le gusta el termino trans, un término “colonizador y académico”, que nada tiene que ver con la cultura travesti. “Cuando me siento a tomar mate con una amigo no usamos la palabra trans, decimos trava”, explica.

“Hay un gran sector del movimiento que está tratando de borrar la palabra travesti, con todo lo que acarrea, para suplantarla por trans. Tengo muchas diferencias con eso. Cada uno puede definirse como quiera, mientras tanto no quieras anular una lucha que lleva tantos años”, cuestiona.

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Aunque no lo diga abiertamente, Florencia es referente del colectivo travesti-trans. Pero abre el juego: “De otros movimientos también, porque soy travesti, feminista y abolicionista del sistema prostituyente. Recojo el guante de Diana Sacayan y de Lohana Berkins, y lo hago muy activamente”, sentencia.

Florencia era amiga y compañera de Lohana, quien fue símbolo de lucha para muchas travas. Falleció el 5 de febrero del año pasado. Para Florencia fue una pérdida irreparable. “Ella fue la que me hizo conocer cada marcha y lugar a donde voy. Era mi amiga y referente, no hay que olvidarla”.

La marcha del año pasado fue la primera en la que no tuvo al lado a su amiga y compañera. Florencia, quien tiene la sonrisa pegada, mira al horizonte y se pone sentimental cuando la recuerda. “Tenía una amistad de muchos años. Fue fuerte marchar y no estar al lado de ella, con esa chispa que llevaba: ‘marica venite, vamos a comer primero y después vamos a la marcha’, me decía. Era un ritual”.

En la primera marcha, la del 2015, Lohana y Diana Sacayan llevaron carteles con el lema “basta de travesticidios”. Era un término que en el colectivo se venía acuñando hace varios años y se instaló ese día. Florencia las retrató con su cámara. A los pocos meses, Diana fue asesinada. “Fue un golpe grandísimo”, asegura con un gesto que mezcla tristeza y preocupación.

“Fueron dos perdidas terribles en pocos meses, obviamente irrecuperables, personas con las que una contaba. Levantaba un teléfono y le podías decir “pasa esto” y sabía que ibas a tener una respuesta. Enseguida te decían ‘vamos a hacer esto’, había acción, se ponía el cuerpo. Todo eso no se está pudiendo lograr últimamente”, reflexiona.

A pesar de los golpes, Florencia sigue de pie. En plan de lucha, no conoce otra forma. Reconvirtió su trabajo para que sea una acción y no un problema. “Cuando quise empezar en la fotografía social, me encontré con esto de que la sociedad no quiere una trava metida en un salón en un cumpleaños de quince. Es todo tan binario y heteronormativo que prefieren a una chica o a un chico”, explica.

Decidió abocarse al fotoperiodismo, la fotografía callejera, un espacio que ocupa no solo desde la cámara sino con todo el cuerpo, como “militante y activista”. La unión perfecta de sus pasiones, lo que la componen. Se metió en ese mundo para mostrar lo que otros no muestran, ella retrata lo que pasa en su comunidad. “Se enfoca a las travestis en situaciones de prostitución, degolladas, bizarras o mediática. Pero no se muestra que somos sujetos políticas”.

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Hace dos semanas participó de la segunda muestra fotográfica propia, en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, que fue declarada de Interés Legislativo. “Mucha gente se sorprende, ver una trava fotógrafa no es habitual”, dice con gracia. Aunque tiene la firme idea de seguir dándole rienda suelta a su trabajo.

Pero antes de ser fotógrafa, tenía los ojos tapados. Empezó a abrirlos con las muertes de sus amigas. “Un día tomaba mate con una amiga y a los dos días la enterrábamos, hablamos con otra y a los días se moría en el Muñiz”. En ese proceso de ver la luz, otra vez aparece el nombre de Lohana Berkins, como un ser alado que empoderaba a cada una de las travas.

“No le hacía caso al principio, quizás por estar inmersa en el sistema, que me hizo creer que por ser travesti tenía que ser prostituta; Lohana me habló para que me dé cuenta que puedo ser cualquier cosa. Puedo ser diputada, médica, enfermera, almacenera, lo que yo quiera, no algo tan terrible y violento como la prostitución”, dispara.

Florencia estuvo en situación de prostitución durante doce años. Le fue muy difícil romper ese caparazón y entender que había un sistema de opresión que hacía que estuviera parada en una esquina. “No era una decisión individual, había una estructura que hacía que yo esté ahí”, explica.

“A nosotras nos toca ser las prostitutas de este sistema. Nuestra comunidad tiene una expectativa de vida bajísima, apenas 40 años. El 80 por ciento de nosotras está en situación de prostitución. Por eso hablamos de un travesticidio social, de una responsabilidad de un Estado que es cómplice de lo que es un genocidio travesti-trans”, sentencia.

Florencia no duda en poner los reclamos bien claros arriba de la mesa: “El sábado también marchamos para hacerle frente al reglamentarismo, a personas que quieren reglamentar lo que nosotras consideramos una violación a los derechos humanos. Muchas de nosotros vamos a salir a decir que la prostitución es violencia”.

“El sábado voy a marchar con mis compañeras del Partido Comunista, pero soy un poco inquieta y voy a andar por todos lados, llevo mi cámara porque necesito retratar todo esto, andaré como hormiga de aquí para allá”, explica.
El sábado estará ahí, con la gente, en calle. Sin ninguna vestimenta especial: “Soy muy oscura para vestirme”, aclara. Va a preparar un cartel que diga “yo no le cuido la chota al patriarcado, la prostitución es violencia”. Solo eso. Simple. Claro. Como ella.

AUNO 03-06-2017
FAC-AFG

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