El primer aniversario de una «muerte dudosa»

Marcos Dunda, un joven de 17 años, amaneció muerto en el instituto de menores de Lomas. La autopsia alegó un paro cardiorrespiratorio. Sin embargo, los padres aseguran que el adolescente era «un chico sano» y reclaman que se investigue la causa y haya «justicia».

“Los responsables de la muerte de Marcos son (el ex director provincial tutelar Eric) García porque negó su traslado, (la ex subsecretaria de Minoridad Cristina) Tabolaro porque era la responsable y (el director del Centro de recepción de Lomas de Zamora, Carlos) Barreto porque se lavó las manos”, denunció a AUNO Enrique “Cacho” Dunda, padre del joven de cuya muerte se cumplió un año.

El hombre sostiene que esas autoridades de todos los niveles “lo tendrían que haber sacado de ahí y llevado a donde debía ir, un centro de rehabilitación”. Marcos Dunda murió el 22 de marzo de 2007 en el Centro de Recepción de Menores de Lomas de Zamora y la Justicia aún no definió por qué.

El joven de 17 años había ingresado a la institución el 13 de enero del año pasado y permaneció allí más de dos meses, hasta su fallecimiento. Sin embargo, el centro no debería haber sido su destino final ya que el titular del Juzgado nº 2 de Quilmes (donde Marcos tenía una primera causa), Pedro Entío, había ordenado que fuese trasladado a la institución terapéutica Los Tilos, en City Bell, para iniciar un tratamiento de rehabilitación.

Según el padre del joven fallecido, “Entío pidió el traslado cuatro veces” a las autoridades de ese centro, “pero García lo denegó diciendo que no había vacante; era mentira, si al juez ya le habían dicho que estaba todo listo y lo estaban esperando”. (ver Las sombras de una muerte… )

Marcos llegó al instituto de menores lomense luego de que una vecina del barrio donde él vivía con su papá, en el partido bonaerense de Wilde, lo denunciara por “agredir a un remisero”, aunque luego nadie se presentara a ratificarlo”, comentó el hombre. Desde su ingreso y hasta su muerte permaneció en una misma celda, donde convivió con un mismo chico. Pero la noche del 21 de marzo de 2007 lo pasaron a otra celda, en el módulo 3 y con otro chico. Al día siguiente, amaneció sin vida.

“Supuestamente él había pedido el pase. Lo mandaron con un pibe que estaba ahí por homicidio y del que Marcos se había hecho amigo en los últimos días”, relató el papá. No obstante, la relación entre el traslado y la muerte de su hijo, pocas horas después, le generan dudas: “Ahí algo le hicieron a Marcos, los que manejan el centro o algún detenido. Él no tenía que estar ahí, no tenía porqué haber muerto. Lo tendrían que haber cuidado, pero no lo hicieron”, reclamó.

Según el acta de defunción, sufrió una “muerte natural provocada por un paro cardiorespiratorio”, es decir, que le dejaron de funcionar el corazón y el sistema respiratorio, el motivo por que muere toda persona. La misma causa figura en el informe de la pericia de autopsia en la que, además, se determina que Marcos sufría una afección cardiaca. En ese informe, el médico forense observó que el chico tenía el “corazón de tamaño aumentado” e interpretó “como probable, una afección orgánica de base que se descompensó por un factor intercurrente”.
“Nadie muere por tener el corazón grande”, lanzó con un tono irónico la mamá de Marcos, Guillermina del Carmen Saucedo, y luego aseguró que su hijo “no tenía ningún problema de salud”. Por pedido de Marcos, ella nunca fue a visitarlo.
La única vez que Saucedo puso un pie en el centro lomense fue para reconocer el cuerpo sin vida de su hijo. Ambos padres del joven coincidieron en que ese día “personal del centro le ofreció a Guillermina pagarle un cementerio privado y hacerse cargo de todos los gastos del entierro”, actitud que a Cacho le pareció “una señal de que tenían sentimiento de culpa”.

“A mi me engañaron, se tiraban la pelota entre ellos (Barreto y Entío), cada uno se echaba la culpa por el traslado de Marcos”, sostuvo, además admitir que se siente “culpable” por haber creído que en el centro trataban “bien” a su hijo. “Cuando iba cada domingo no me daba la sensación de que lo tuvieran mal”, explicó. Sin embargo, tras la muerte, el hombre supo más detalles del comportamiento de Marcos puertas adentro de la institución. “Me enteré de que a veces no quería salir al recreo para no tener problemas con un par de chicos con los que no se llevaba bien. Si me lo hubiese dicho… Pero no, era muy reservado”, lamentó.

Tres días antes de su muerte, Marcos había visto a su padre durante las visitas dominicales. “’Sacame de acá’, me había dicho. Con eso ya me estaba diciendo que algo andaba mal”, infirió Dunda.

El tiempo transcurrió y ya pasó un año de la “muerte dudosa” del joven. Lo sugiere la causa que está en manos de Marisa Marco, titular de la UFI nº 10 de Lomas de Zamora. “Ya sabemos quienes son los principales responsables, pero es necesario que nos lo reafirme la fiscal —consideró Cacho—. A Marcos no lo vamos a recuperar, pero vamos a encontrar a alguien que diga la verdad.”

AMB-AFD
AUNO-21-03-08
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