Lomas de Zamora, abril 28 (AUNO).- Todos los carteles, banderas y remeras profesaban la misma consigna. No hubo signos políticos, sí un cántico uniforme. Fue una movilización que no necesitó imprescindiblemente de la palabra: la única premisa fue bailar. Ayer frente al Congreso de la Nación cientos de bailarines, coreógrafos, docentes y alumnos, entre otros, reclamaron una vez más una Ley Nacional de Danza.
Pasado el mediodía, bailarines del Colectivo Afro movieron sus cuerpos al ritmo de una batucada que los siguió hasta llegar al lado del escenario principal. Este primer número anticipó el contagioso clima de toda la tarde, ya que cada performance le pasó la corriente a los espectadores, que no quisieron quedarse quietos.
“Movete por una Ley Nacional de Danza” fue el hashtag que gritaba la gran bandera colgada de las rejas del edificio parlamentario. “Acá estamos, combatimos con nuestro arte”, pronunció determinante Daniela Fernández, habitual oradora del reclamo, y dio paso a reconocidos profesores de la Universidad Nacional de Artes (UNA), que coordinaron clases abiertas al público de zamba, chacarera, hip hop y contemporáneo. Koki, Pajarín Saavedra y Gaby Pardo, entre otros, pidieron energía y alegría.
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El Movimiento por la Ley Nacional de Danza convocó a esta manifestación y sus réplicas en el resto del país cerca del Día Internacional de la disciplina. El objetivo principal es exigir el tratamiento del proyecto que en este momento se encuentra en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. El año pasado fue presentado por tercera vez en el Congreso, cuando ya había perdido en dos ocasiones el estado parlamentario.
¿Qué propone? La creación de un Instituto Federal que aseguraría el fomento de la actividad a lo largo y a lo ancho del territorio argentino. Desde subsidios hasta encuestas, la danza necesita de todo pero lo más importante es el reconocimiento estatal de quienes se dedican a la danza como lo que son: trabajadores.
Rondando el escenario estaba la bailarina y coautora del proyecto Mariela Ruggeri, que en conversación con AUNO explicó que “está claro en cada uno de los artículos del proyecto que se habla de trabajadores”. “Con eso asentado, se da lugar a que en otra instancia se creen y se defiendan los derechos de esos trabajadores”, sostuvo.
“La danza está en cero. No tenemos circuitos para girar, no hay subsidios, tenemos una larga trayectoria pero no hay archivo, no hay fomento para la investigación. El 90 por ciento de la danza es independiente en el país pero no sabemos cuántos somos. En esas condiciones estamos. Necesitamos una legislación que nos permita tener un desarrollo sustentable”, detalló Ruggeri.
Según la coreógrafa, el año pasado se creó la Asociación Argentina de Danza, un gremio que todavía está en sus inicios. “Vamos pasito a pasito. Estamos en etapa de construcción. Siempre supimos que nuestra manera de manifestarnos era a través de nuestro arte pero siempre dando lugar a la reflexión de la problemática que atravesamos”, agregó.
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Sobre la avenida Callao las clases públicas ganaban adeptos mientras diferentes artistas intervenían los semáforos en las intersecciones con Rivadavia e Hipólito Yrigoyen. Rodolfo Prantte, docente de la UNA y bailarín de danza contemporánea invitado al evento, dio un mensaje a los alumnos callejeros: “El movimiento nos lleva hacia el futuro. Si nos quedamos quietos volvemos al pasado”.
Luego, en diálogo con esta agencia, opinó: “Estamos acá creando un espacio que demuestre que existimos. Lo hacemos bailando, que es nuestra forma de ser reconocidos. Pero también para que se reflexione sobre el impacto de la cultura en la sociedad. Es ilógico que haya una carrera de danza en una universidad nacional pero no un reconocimiento profesional”.
Entre la multitud se podían ver chicas en mallas de práctica con rodetes tirantes y armados, algunos tutús, zapatillas de jazz, ropa cómoda y grupos con el mismo vestuario y maquillaje. Alrededor de las 14, varias compañías oficiales e independientes y escuelas de danza crearon su escenario en la vereda frente a la puerta del Congreso.
Lo autóctono del folklore, la espectacularidad del jazz, la soberbia del flamenco, la intensa profundidad conceptual del contemporáneo, la alegre incertidumbre de la improvisación al sonido de un bongó, el asombro de los estilos combinados y más emociones que transmitieron los diferentes grupos nutrieron de aplausos pero también de expresión de lucha al espacio.
Recuperando el aire y con una sonrisa enorme en la cara, Maira Stagnaro, alumna de la UNA, expresó su preocupación: “Es un desaliento para nosotros que estamos estudiando. Vos te recibís y ya sabés que vas a tener que hacer todo a pulmón. Que el día de mañana nadie te va a reconocer que estás trabajando y no vas a tener los beneficios que tiene cualquiera que no es bailarín”.
Participaron alumnos de la Fundación Julio Bocca; la Compañía de Danza, el Grupo de Experimentación de Arte y Movimiento y la Compañía de Tango y Folclore de la UNA; el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín; el Ballet Folclórico Nacional; la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y el Grupo de Danza de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), entre otros.
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Cuando cesaron las coreografías, la conductora dio paso a la lectura de un documento. “A diferencia de los derechos civiles y políticos donde se reclama que el Estado no intervenga sino ante su violación, en el caso de los culturales se entiende que estos no pueden ser alcanzados ni garantizados si no es mediante políticas y prácticas activas que aseguren su implementación”, manifestó Fernández.
“Señores legisladores y Gobierno, creemos que está en manos de ustedes hacer que esta ley pueda ser sancionada y se regularice nuestra actividad que hasta hoy se encuentra vulnerada. La danza y sus hacedores son elementos indisociables de la cultura a la que ustedes pertenecen”, leyó la conductora de cara al palacio legislativo.
Se formó una ronda gigante que cortó por completo la avenida Callao. Jóvenes vestidos de negro con una letra estampada en blanco sobre sus remeras irrumpieron en el espacio y tomaron posición. Sonó la introducción de “El lago de los cisnes” y comenzaron a moverse y a combinar la exigencia de la danza clásica con la ruptura de la contemporánea.
Con un paso cortante la música dio un salto brusco al afro, el candombe, la cumbia, el disco y más clásico. En ese momento, se unió todo aquél que quisiera bailar. Como en años anteriores, se había difundido por las redes un video instructivo con la serie de pasos del flashmob —intervención coreográfica espontánea en un espacio público— que cerraría la jornada de reclamo. Y parecía que todos se los habían aprendido.
Los bailarines que coordinaron el número culminaron levantando 23 carteles: son las provincias argentinas afectadas por el vacío legal de esta expresión cultural que año a año sigue siendo invisible, ignorada y desprotegida por el gobierno de turno.
No fue irrelevante durante toda la tarde la imagen panorámica de la plaza del Congreso. La escuela itinerante y la movilización por la Ley de Danza en el mismo espacio de lucha. Dos expresiones a las que el Estado da la espalda, aún ante sus ojos.
La manifestación pasó y el proyecto sigue en el mismo lugar. Sin embargo, los trabajadores argentinos de la danza se seguirán moviendo, girando, contando historias, y contagiando emociones provincia por provincia, año tras año para ser escuchados. ¡Vistos! Que todo el país vea que la comunidad de la danza pide por su reconocimiento, su ley, y que nunca va a dejar de bailar.
AUNO-28-04-2017
MEM-MDY