Un cierre «inevitable»

El gobierno porteño emitió una orden en la que acusó a las autoridades del hogar Estrella Azul por las «condiciones edilicias y administrativas» que presenta. Los chicos ya comenzaron a ser trasladados. Hubo una campaña para salvar a la institución.

Alejandro di Russo

Lomas de Zamora, abril 28 (AUNO).- El hogar de niños Estrella Azul, de Temperley, cerrará a causa de una orden emitida por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en la cual acusa a sus autoridades por las inadecuadas “condiciones edilicias y administrativas” del establecimiento. Por tal motivo, los diez chicos que vivían allí serán trasladados a diversos institutos.

Un grupo de personas, encabezado por Juan José Mansilla, compartía la preocupación sobre la problemática de chicos huérfanos o con padres con causas judiciales. Se reunía habitualmente en el Centro Cultural La Toma, de Lomas de Zamora. En 2003, comenzó a trabajar en conjunto con un hogar porteño llamado San Benito, del cual Estrella Azul funcionó en un principio como anexo.

Dos años después, tras la firma de un convenio con la Dirección General de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, Estrella Azul se convirtió en asociación civil, adquirió independencia y encaró “con éxito muchas adopciones”, destacó Mansilla. A raíz de aquél acuerdo, es regulado exclusivamente por el gobierno porteño.

A fines de 2016, los administradores del hogar pidieron a la Dirección un aumento en el presupuesto destinado a reformas edilicias, ya que consideraban insuficiente el dinero que recibían: 30 mil pesos anuales en dos o tres cuotas. Pese a este pedido, el gobierno emitió, un mes más tarde, una orden de cierre del establecimiento y responsabilizó a sus autoridades de “no hacer lo necesario” para mantenerlo.

Los trabajadores realizaron desde entonces jornadas solidarias para pintura y refacciones, además de festivales en los que tocaron artistas locales. Con el fin de salvar el hogar, se sumaron donaciones de juguetes e insumos por parte de negocios cercanos, centros culturales y clubes zonales.
A toda ayuda que llegó los chicos agradecieron con abrazos y ternura y sirviendo mates. Pero jamás se olvidaron de preguntar a la gente que los visitó si se quedaban “a jugar un rato”.

Sin embargo, ningún gesto de solidaridad le alcanzó a la ONG bonaerense para mostrarle a la Dirección el ímpetu y las ganas de refaccionar el edificio. “No respetaron la voluntad y opinión de los chicos”, afirmó Mansilla, integrante del equipo que administra el hogar, quien también, desconsoladamente, manifestó que el cierre “es ya inevitable”.

El edificio, por su parte, tiene las corrosiones obvias de un caserón antiguo del centro de Temperley, con paredes descascaradas por la humedad. También sillones hechos de pallets y camas rotas con colchones casi al ras del piso, que denotan aquello sobre lo que Mansilla protestó: “el dinero no alcanza”.

Más allá de las condiciones edilicias de la institución, el gobierno de la Ciudad alegó que no le convence “el trabajo horizontal colectivo” con el que se gestiona. La idea de que no exista una estructura vertical, un director en la asociación civil, choca con la de consejo de Estrella Azul, compuesto por psicólogos y trabajadores sociales. Esta forma de administración aporta “un trabajo en equipo con más miradas para abordar mejor las problemáticas” que rodean a los chicos y que de otra forma no podrían encararse, señaló Mansilla.

Las visiones encontradas en cuanto a lo administrativo no fueron el único punto de tensión, sino también la “autogestión” de la asociación civil en cuanto a la asignación de salarios.

La Dirección pagaba 14 mil pesos por mes para la mantención de cada niño, aparte del suministro de comida. Como los administradores de la ONG no contaban con un salario fijo otorgado por el Estado, tomaban un porcentaje de ese presupuesto. El organismo estatal “pretendía que el salario sea autofinanciado”, apuntó Mansilla. Es decir, que los trabajadores buscaran donaciones para pagar sus sueldos. Aún así, no recaudaban lo suficiente.

Ante la carencia de presupuesto para refacciones, según advirtieron las autoridades de Estrella Azul, en 2016 y lo que va del año determinaron “no aumentar el salario de los trabajadores para afrontar las reformas de la casa y los gastos”.
En el consejo están convencidos de que el Estado sabía de las “condiciones de flexibilización laboral” que afrontan para mantener un “proyecto que rompa con las lógicas de violencia institucional que ejercen los organismos” estatales que deberían amparar a chicos huérfanos. Por ejemplo, en Estrella Azul no toleran la separación de hermanos en el proceso de adopción, mientras que la Dirección de Niñez porteña sí la avala.

Un grupo de cinco hermanos ya fue trasladado a otras instituciones y en el momento en que trasladen a los restantes cinco chicos, el hogar cerrará definitivamente. En consecuencia, 12 trabajadores quedarán desempleados. Los chicos sufrirán la pérdida de “los vínculos sociales y fraternales” que establecieron con los coordinadores del hogar, lo que les provocará “angustias y la ausencia de figuras de apego”, afirmó Mansilla.

La Dirección tomó la medida sin lugar a un margen de prórrogas ni consultas. Ni siquiera tuvo en cuenta la recomendación de no trasladar a los chicos que luego hicieron los psicólogos. El administrador sostuvo que “todo pasó muy rápido y no hubo tiempo a reaccionar”.

A los trabajadores del hogar sólo les quedó como opción hacer denuncias a organizaciones como el Consejo de Derechos de los Niños, la Secretaría Tutelar General de la ciudad de Buenos Aires y los juzgados de familias intervinientes. Ninguna prosperó. Tampoco la voluntad de amparo y ayuda por parte de las autoridades del Municipio de Lomas de Zamora. Al consejo encargado de Estrella Azul le queda “la certeza de que esto no tendría que haber sido así”.

AUNO-28-04-2017
ADR-MDY

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