Lomas de Zamora, ene 13 (AUN)- El escritor uruguayo Mario Benedetti escribió, entre otros tantos, un texto de crítica literaria entre 1977 y 1978, que tituló El recurso del supremo patriarca, que era complementario de otros tres: Literatura uruguaya siglo XX (1963), Letras del continente mestizo (1967) y Sobre artes y oficios (1968).
En aquel escrito de fines de los 70, en plena dictadura cívico-militar argentina, analiza a Borges, Carpentier, Roa Bastos, García Márquez, Urondo, Conti, Soler Puig, Martí y Lezama Lima; y temas generales relacionados a la identidad y a la penetración cultural, entre otros. En total son trece escritos.
El nombre del ensayo está tomado del primer texto del libro y alude a novelas de Carpentier, Roa Bastos y García Márquez. Benedetti realiza allí una crítica y establece un juicio sobre quién de los tres sale favorecido.
“Por algún extraño azar, estos tres notables narradores apelaron al mismo recurso: narrar la vida de un dictador latinoamericano, ese supremo patriarca que en un caso (el de la obra de Roa Bastos) tiene nombre y apellido, y en los otros dos es algo así como un ente promedio”, escribe (11).
Se trata de las novelas El recurso del método (Carpentier, 1974), Yo el Supremo (Roa Bastos, 1974) y El otoño del patriarca (García Márquez, 1975).
Antecedentes
Sobre los dictadores en América Latina se ha escrito mucho y esas no son tampoco las únicas novelas sobre el tema.
El motivo tiene los antecedentes de Tirano Banderas. Novela de tierra caliente (Ramón del Valle Inclán, 1926) y El señor presidente (Miguel Ángel Asturias, 1946). Carpentier leyó también la literatura argentina del siglo XIX.
“(…) Diría que en la literatura que se refiere en América Latina, al personaje del Dictador, el gran maestro, el precursor, el que reconozco como padre de ese tipo de relatos es Esteban Echeverría, el escritor argentino, un relato [_El matadero_] que encuentro sencillamente magistral, digno de inscribirse en la más grande literatura narrativa de todos los siglos”, cuenta Carpentier.1
Benedetti puntualiza que “en el primer cotejo quien sale extraordinariamente favorecido es Roa Bastos, ya que el saldo cualitativo que va de su obra anterior (por cierto muy estimable, en especial la novela Hijo de hombre) a Yo el Supremo, es sencillamente notable”.
Dice después que desde Pedro Páramo (Juan Rulfo, 1955) no se escribía “un obra tan original e inexpugnable” como la del paraguayo. (13-14).
Sobre el colombiano y el cubano, analiza: “(…) Con sus propios antecedentes, enfrentan la probable comprobación de que ni El recurso del método ni El otoño del patriarca son respectivamente sus mejores libros. Sin embargo, entre ellos hay diferencias, matices” (14).
“Es posible creer en los dictadores de Roa y Carpentier; en cambio, es virtualmente imposible creer en el de García Márquez. Y se da entonces esta paradoja: Como el lector no puede creer en este dictador tan maldito, su imagen resulta considerablemente menos real que la de los respectivos déspotas de Roa Bastos y Carpentier “, destaca el uruguayo.
La crítica académica y mediática, tan cómplice al momento de abordar una obra y tan gustosa de ‘despolitizarla’, suele eludir que en mucha narrativa latinoamericana aparecen dictadores sueltos o desligados de las respectivas oligarquías y de los más variados poderes.
También en el cine se registra ese procedimiento. Por ejemplo, en La casa de los espíritus (1993). Allí el poco creíble dictadorzuelo es una caricatura. Una parodia involuntaria. Un milico parecido protagoniza Patricio Contreras en El censor, la película argentina de 1995.
Benedetti, al final del ensayo, intenta poner ese tema en su lugar. “Que tres notables novelistas como García Márquez, Carpentier y Ro Bastas hayan coincidido en elegir la figura (promedio o histórica) de un dictador del pasado, es un categórico juicio sobre el presente (…) Pero también un alerta sobre el futuro”. (29)
Borges o el fascismo ingenioso
De esa forma titula Benedetti otro de los textos de su ensayo. Dice que para los europeos “la persona y la ideología borgeanas pasan poco menos que inadvertidas ante el pasmo que produce este ‘buen salvaje’ que cita versos de [Nicolás] Boileau y aforismos de Heráclito, ama el sánscrito y abomina del tango”.(93).
Benedetti habla de los panegiristas y de aquellos que se sienten “agraviados” por la literatura y las opiniones políticas de Borges, que a su vez están también en su prosa y poesía, y que ninguno de los dos sectores “hace por lo general el esfuerzo de establecer comunicación entre ambos Borges: el escritor y el opinante político”. (94)
Haciendo caso a su reclamo, asegura de manera esencial: “El discurso político de Borges, ese que a través de los años va atravesando y dando sentido a sus ficciones y a sus veredictos, no es por ciento una ambigua trayectoria, sino una larga y bien estructurada agresión a las fuerzas populares de su país y de otras tierras, ya se trate de ácratas o socialistas, comunistas o peronistas. No hay allí concesiones, ni desviacionismos (…)” (95) Más claro imposible.
Seguramente el hecho que movió a ese gran poeta uruguayo a indagar sobre Borges haya sido la calificación de “caballeros” que recibieron del argentino los miembros de la dictadura cívico militar que subvirtió el orden constitucional el 24 de marzo de 1976. El mismo destaca además que su texto toma como fuente el libro de Pedro Orgambide: Borges y su pensamiento político (1978).
Cierra el escrito: “(…) Entre los papeles que dejó Roque Dalton, éste sí poeta de su pueblo, había un breve poema que puede ser un buen complemento al libro de Orgambide. Se titula: ‘De un revolucionario a Jorge L. Borges’, y dice así: “Es que para nuestro Código de Honor, / Ud. También, señor / fue de los tantos lúcidos que agotaron la infamia. / Y en nuestro Código de Honor / el decir: ‘¡qué escritor!’ / Es bien pobre atenuante; es, quizás, / otra infamia…”. (99)
Libro y Nota:
-Mario Benedetti, El recurso del supremo patriarca, Buenos Aires, Ed. Nueva Imagen, 1987. Los ensayos que componen el libro fueron originalmente escritos entre 1977 y 1978 y fueron editados en México.
1 – ‘Carpentier, el hombre y la historia inimaginable’, reportaje de Edgar Montiel, en Entrevistas, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1985. Citado en Introducción a Alejo Carpentier, El recurso del método, Madrid, Cátedra, 2006, p. 20.
AUNO 13-01-14
HRC