(AUNO-TERCER SECTOR*) La risa es una de las primeras emociones que las personas aprenden a expresar. Anterior a la palabra, traslada un mensaje de confianza y de cordialidad entre los hombres. Octavio Bustos está convencido de esto, y desde la actuación, el campo sobre el que entiende, trabaja para llevar sonrisa solidaria a las personas que más la necesitan.
Llegó con sus espectáculos de humor y contenido social al penal de Devoto, a barrios carenciados, y siempre que tiene la oportunidad brinda un show a beneficio de quien lo pida. Modelo del artista comunitario, por estos días se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación con su personaje Popovosky, un linyera “muy porteño, curioso, anticuado, algo fabulador y muy reflexivo”, a juicio de su creador e intérprete, Octavio Bustos.
Para el actor, su personaje “tiene la cualidad, como todos los clowns, de ver lo positivo, las pequeñas cosas, y desde ahí ve la vida y a los demás. Desde mi punto de vista, el espectáculo intenta ser un fresco de nuestra realidad social, una manera particular de hablar de aquello que nos duele desde el humor, para exorcizarlo, para no acostumbrarnos y poder, de alguna manera, transformarlo”.
Bustos señala a AUNO-TERCER SECTOR que su vínculo con el arte social “nació de una percepción de la situación general de las cosas y de un planteo personal: “#732;¿Qué puedo hacer para colaborar? ¿Qué me permitiría expresarme y conciliar a las personas?”#8482;”. De ahí surgió el clown, “que te permite acercarte a todos los públicos, desde los chicos hasta los adultos”, confiesa con sonrisa distendida.
La idea de que todas las personas, estén en la condición en la que estén, puedan acceder al remedio de la risa lo llevó a realizar funciones en la cárcel de Devoto. “Quería brindar algo a la gente privada de su libertad”, cuenta Bustos, y afirma que allí se sintió “muy cómodo. Son todos muy hospitalarios”. El actor entró al penal de la mano del Centro Universitario de Devoto (CUD), que se encuentra bajo la órbita de la Universidad de Buenos Aires.
A Bustos le gustaría repetir la experiencia, pero “es muy complicado entrar”. Después de su actuación, se formó una ronda en la que los presos le hicieron preguntas. La más repetida fue la de “por qué ir a dar un show ahí”. Esta indagación resultó curiosa para Bustos: “Parecía que ellos se hacían cargo de ser lo más bajo de la sociedad”, explica y se explica a sí mismo para después comprobar que lo mirarían extrañados cuando les dijo que su deseo era “llevar el espectáculo a todas partes”.
“Si en Devoto funcionó, puede funcionar en todas partes”, pensó Bustos, y decidió ir con su espectáculo todo terreno a la Villa 31. “Fue muy lindo salir a las calles a buscar a los chicos para hacer el show”. De la presentación guarda una postal en su cabeza: la de sus botines de payaso chapoteando en el barro de junio.
A los lugares postergados se acerca “con la secreta esperanza de sembrar una semillita”, la del arte. “Todos los que estamos metidos en esto entramos de chicos a partir de una impresión muy fuerte causada por un cuadro, una canción, un libro o cualquier tipo de espectáculo”, generaliza Bustos.
“La cultura es un bien social”, define, y precisa: “la cultura como un bien que llega a todo el mundo, armada desde lo nacional, desde lo que nos pasa como sociedad. El arte es parte integral en el desarrollo de los chicos. El Estado les puede proveer de una copa de leche, pero para su crecimiento necesitan algo más”.
Popovoski (el chow) se presenta durante todos los domingos de marzo a las 20.30 en el Centro Cultural de la Cooperación, avenida Corrientes 1543, en la Ciudad de Buenos Aires. Para este año programa dar una función para el MOI (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos) que tendrá lugar en un edificio tomado. También actuará a beneficio de dos salas de teatro independiente de Mendoza.
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Cómo comunicarse:
popovoski@yahoo.com.ar
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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector
