Gritos de 16 chicos y una voluntaria, mientras juegan un “picadito”. Arcos improvisados con camperas del uniforme del colegio. Gol de cabeza de uno de los chicos y festejo al grito de “¡Goool de Messi!”. Mientras tanto, Ana está sentada con uno de los pibes, que tiene dolor de cabeza. Él está recostado en el banco, con su cabeza apoyada en las piernas de la mujer, mientras ella le acaricia la cara. Ambos miran el partido.
Así es un momento de uno de los días que vive Ana Margarita Luján Martínez, una de las fundadoras españolas y presidenta de la Asociación Sol, que decidió en el 2008 dejar a su familia y viajar a Argentina para trabajar en la organización sin fines de lucro que surgió en España en el 2002. La entidad fomenta el desarrollo integral de chicos en otros países a través de un sistema de padrinazgo, por el que cada contribuyente español envía cada mes 30 euros para solventar los gastos en educación, salud y alimentación de chicos argentinos.
Además, Luján Martínez lleva adelante el Hogar de Día Sol con diez voluntarias, donde dan el almuerzo y guardería a chicos apadrinados y algunos del barrio. No tienen apoyo gubernamental y sólo reciben donaciones de Red Solidaria. La parroquia Nuestra Señora de Itatí de Banfield donó un espacio para el funcionamiento del comedor, el hogar y para recibir a las familias, porque no cuentan con un lugar propio. Con el chico sobre sus piernas, en el patio de la parroquia y el “picadito” de los chicos del hogar, la presidenta de la asociación contó su experiencia, el funcionamiento y las problemáticas de la organización que dirige.
¿Cómo es el día a día en la asociación?
Yo cumplo el turno de 13.30 a 18. En el hogar de día, tenemos chicos que están apadrinados y algunos que no, pero sus familias porque trabajan y confían en nosotros los envían. Tienen un rato de distracción al principio. Luego, hacen la tarea a partir de las 15. Siguen jugando. Tienen un rato de lectura, meriendan y se van a la casa. Además, coordino el trabajo del proyecto de España: el apadrinamiento de 39 chicos. Controlo la recepción del dinero e inspecciono el trabajo de las diez voluntarias, quienes hacen un seguimiento de las familias. Mi función es que tengan un desarrollo integral en el aspecto psíquico, social, espiritual y alimenticio.
¿Cuál es la situación en la salud, educación e integridad de las familias que reciben la ayuda de la asociación?
En cuanto a la salud, por la humedad en la vivienda hay muchos chicos con problemas asmáticos y enfermedades respiratorias. Tenían una deficiente alimentación. Vemos que no comen variado y eso se nota. En cuanto a la escolarización, es en lo que peor estaban.
¿Algunas familias reciben la asignación universal y además la ayuda económica de los padrinos?
Exacto. Pues al comienzo algunas familias tenían miedo de que les retiraran esa asignación porque los chicos asistían a colegios privados y eran apadrinados. Pero no. En Anses nos informaron que se les quita cuando la cuota escolar supera los 300 pesos mensuales. Pero como en los colegios pagos la cuota es mínima, perciben este beneficio. Muchas veces veíamos que los padres intentaban ocultarte que lo recibían, pensaban que por eso los íbamos a dejar de ayudar. La verdad es que la asignación que les dan les llega a lo básico. Por eso, ayudamos a algunos padres a conseguir empleo, para que salgan adelante por sí mismos.
La asociación es una gran familia. ¿Cómo fue tu infancia y la relación con tu familia?
Mis padres siempre nos han cuidado. Somos ocho hermanos, y yo la única mujer. Pasé muy buenos momentos con ellos. Eso me ayuda a conocer la psicología de los varones, que es con quienes me toca trabajar. Estoy más a gusto. Recuerdo que iban a jugar al balón o a los indios. Yo iba con ellos. Era otro chico más (entre risas). Vivía en un pueblo, Cuenca, un ambiente muy familiar. Ese es un punto a favor: el haber recibido amor en una familia y en el pueblo, para poder tratar bien a los niños.
¿Qué fue lo que la llevó a dejar España y venir a Buenos Aires?
Pues trabajaba en los jóvenes de Acción Católica. Luego en el año 2003 se reconoció a la asociación, y obtuvo personería jurídica. Allí me ofrecieron la presidencia. Luego se vio la necesidad, en 2008, de que alguien viniera a Buenos Aires, para evaluar si los primeros contactos con las familias y las ayudas económicas funcionaban. Venía por tres meses, pero como me gustó, me quede definitivamente. (El “picadito” terminó. Ganó el equipo del fanático de Messi, uno a cero. El chico que estaba sentado con Ana va a tomar jugo de naranja con los chicos, entre risas).
¿Cómo viviste el vuelo hacia Buenos Aires? ¿Que pensabas en el trayecto?
El viaje fue provechoso. Me dio tiempo para reflexionar. Pensaba todo lo que había dejado atrás…Me sentí por momentos sola en medio del universo. Pero sabía que hacía lo correcto.
Ya instalada en Banfield y con el paso del tiempo ¿Qué cambios identificás en los niños que reciben el apadrinamiento?
Hay muchos chicos que vienen rebeldes y se les nota que están carentes de cariño en el seno familiar. Por momentos te desanima, pero igual continuamos. Cuando los corriges e intentas educar de la mejor manera, al principio se enfadan o les dan las pataletas. Hay algunos que son problemáticos, pero con el tiempo, al ver que el cariño que les brindamos es real, no es una tapadera, hay muchos cambios en su comportamiento contigo o hacia sus compañeros.
¿En qué situación se encuentra el pedido de ayuda edilicia a la municipalidad de Lomas de Zamora?
La solicitud quedó estancada. Presentamos el proyecto con todos los papeles que pedían. Quedaron en llamarnos, pero nunca recibimos una respuesta para contribuir con la asociación. La única ayuda en Argentina que recibimos proviene de Red Solidaria, una organización que recibe donaciones de las empresas y las reparte a ONG. De la municipalidad no recibimos nada. Tampoco aspiramos a mucho. Por el momento estamos con los chicos, empezar poniendo las bases de un lugar propio para el hogar de día, y un mejor conocimiento de las familias.
¿Qué es lo que te da fuerzas para continuar adelante con la Asociación Sol?
El saber que dando es como uno más recibe. Si no fuera por eso, como decía la Madre Teresa de Calcuta “ni por un millón de pesos lo haría”, porque yo estaría muy bien en mi casa, con mis padres, en España. Uno se siente feliz en la medida en que da. He visto que dando y dándome yo, es como mejor me siento. Antes mi vida era distinta, iba como cualquier joven podía ir hoy en día. Pero me sentía vacía. Así, uno se siente útil, su trabajo da frutos y también aunque no los diera, el hacer todo por amor a los chicos es lo que me da la fuerza.
soledad dice:
Hermoso testimonio de entrega!!!!