Tizones y caronas

El texto de Hernández contiene también lamentables versos contra los negros y las negras. La animalización y el tono festivo como procedimientos.

Lomas de Zamora, enero 16 (AUNO) – “A los blancos hizo Dios, / a los mulatos San Pedro, / a los negros hizo el diablo / para tizón del infierno”.

Hernández escribe esos desatinados versos en el capítulo VII de la primera parte del Martín Fierro, que contiene mayormente cuartetas. Esa sola bastaría para ser denunciado por discriminación y aconsejar la lectura escolar con espíritu crítico.

Esa cuarteta está escrita en clave festiva y como figura en la primera parte y por lo tanto no está en el contexto del debe ser y los consejos de la segunda se podría señalar que se tratar de un humor alejado de la moralización.

Lo burlesco y las diatribas en los versos de Hernández jamás están destinados a personajes de la oligarquía pastoril, sino sólo a negros e indios. Siempre será más fácil hacer humor con aquellos carecientes de poder que con el poder mismo.

Las mujeres negras, en el contexto de un baile, tampoco quedan afuera de la impertinencia, la burla y las pretensiones de animalización, ideas homicidas y posterior uso de los derivados femeninos con valor agregado de elementos para la montura del personaje.

“Al ver llegar la morena / que no hacía caso de naides, / le dije con la mamúa: “Va… ca… yendo gente al baile”. La comparación es obvia.

La mujer ofendida no se queda atrás y le enrostra: “La negra entendió la cosa/ y no tardó en contestarme, / mirándome como á perro: ‘Mas vaca será su madre’.” “Y dentró al baile muy tiesa / con más cola que una zorra / haciendo blanquiar los dientes / lo mesmo que mazamorra”. “Negra linda… dije yo, / me gusta… pa la carona (…)”.

Todos sabemos que las caronas, negras o color suela, se usan para poner en el lomo de un caballo o mula y van ubicadas entre los primeros pellones o caronillas de lana y el apero.

Es un elemento muy trabajado, cuyo cuero se soba, se corta, se le hacen dobladillos lujosos con hilo especial y se la lustra con jugo de naranjas amargas.

En eso quiere convertir a la mujer negra. En el caso del moreno, dice que gruñe como chancho, y después de matarlo en un duelo la mujer del difunto grita como “loba”.

El negro es una luz…mala

Cuenta que después se enteró de que al negro no lo velaron, que fue enterrado allí mismo, no mereció honras fúnebres y que por eso “una luz mala” aparecía en el lugar. Está en el infierno y terminó como “tizón del diablo”.

El alma del negro sólo podría salir de ese lugar y estado si Fierro vuelve al lugar y lo entierra en un cementerio para que su alma deje de penar. Dice que tiene intenciones “de sacar de allí los güesos / y echarlos al campo santo”.

Es cierto que el primero que se las agarra contra los negros, especialmente contra las negras, es Esteban Echeverría en El matadero, escrito hacia finales del 30, pero publicado póstumamente en 1871 por Juan María Gutiérrez.

Después no pocos consagrados escritores dedicaron prosa y poesía a agredir a personas por el sólo hecho de ser negros. Borges, vocero literario de la oligarquía estancieril, cansó páginas contra “los tizones del diablo”:

Lo hizo en su relato ‘El atroz redentor Lazarus Morell’, incluido en el libro Historia universal de la infamia (1935), en plena Década Infame, y en poesías.

Como a Borges no le agradaba el Martín Fierro, a pesar de que finalmente lo compara con la Odisea, en el cuento ‘El fin’ (1944) al personaje principal lo hacer matar por un negro en una pulpería propiedad de un postrado. Un texto aparte merece ese hecho de sangre que funciona como una metáfora.

AUNO 16-01-15
HRC