Resultados y rendimientos que alimentan la ilusión

El equipo de Falcioni se mantiene arriba en un torneo parejo que no permite vislumbrar candidatos definitivos. En ese escenario de paridad, es el único invicto, tiene la defensa menos vencida y al goleador del certamen. El “Taladro” muestra buenas sociedades y puntos altos en todas las líneas. Ahora deberá afrontar una seguidilla de partidos muy complicados que determinarán si está en condiciones de seguir en la pelea por el título.

Mariano Verrina

Iban 40 minutos del segundo tiempo y Falcioni salió eyectado del banco de suplentes. Su equipo caminaba la cancha. Ya había hecho el gasto y hacía un buen rato que el 3-0 ante Godoy Cruz era irremontable. “Pelusa” elevó sus dos brazotes, formó una “u” gigante, y le metió un par de gritos a Santiago Ladino, que había entrado minutos antes, para que se despertara e intentara escapar de esa serenidad monótona que dominaba el trámite.

El DT volvió a su butaca. Pero un minuto más tarde salió nuevamente como loco. Esta vez los gestos eran para la platea. Y las manos iban de abajo hacia arriba, con las palmas bien abiertas, en claro símbolo de arenga. El mensaje se tradujo en varios cánticos. Aunque hubo uno que se destacó y rompió el molde del repertorio. “… que de la mano de Julio César/ todos la vuelta vamos a dar…”. Arrancó con un grito tímido, inseguro y temeroso desde un sector minoritario. Hasta que se fue contagiando y multiplicando en todo el Florencio Sola. Fue el momento en el que todo hincha de Banfield recordó que soñar no cuesta nada.

Los números no dejan hueco para la discusión: es el mejor arranque de Banfield en torneos cortos: en diez fechas disputadas, el equipo todavía no sabe lo que es perder (ganó 5 y empató 5) y es el único invicto del torneo; tiene el arco menos vencido (5 goles en contra) y al goleador del campeonato (Santiago Silva, con 9 tantos). Y los rendimientos le van quitando esa lógica pátina de utopía al sueño para ir moldeando realidades.

¿Qué tiene Banfield para soñar? Un equipo. Ni más ni menos. Cual Roberto Galán Falcioni fue formando parejas. Arrancó de adelante hacia atrás, tirando al tacho los prejuicios que arrastra su historial de entrenador. Y supo ver que los uruguayos Silva y Fernández encastraban justo. La continuidad adentro de la cancha extendió el gran vínculo que ya tenían afuera. En sus rendimientos está la base de este buen presente.

En el medio está el otro gran hallazgo de Falcioni: la sociedad Maximilaino Bustos- Walter Erviti. El DT eligió al ex San Lorenzo como bandera: lo puso cuando los barras querían sacarlo, le dio la cinta de capitán cuando los dirigentes pensaban venderlo y lo mimó lo justo y necesario como para que se sienta importante, pero sin considerarlo tampoco como un diferente. Walter cada vez que se cruza ante un micrófono destaca a su socio. Porque el Mencho Bustos corre por él. Se engrasa las manos y se tira a la fosa para que Erviti tenga el motor perfecto y los engranajes listos para manejar al equipo. Quite de uno y juego del otro, dosis similares de presión y ubicación. Cada uno es consciente de sus limitaciones. Y por eso están potenciando sus virtudes.

Por los costados la cosa también está equilibrada. En la derecha, Julio Barraza está pasando el mejor momento de su carrera y se encontró con Marcelo Quinteros, un mediocampista solidario que lo cubre cada vez que al “Pájaro” se le ocurre volar. El ex San Martín de Tucumán es el prototipo del jugador que recibe muchos más elogios de técnicos y compañeros que de los hinchas. Por la izquierda se luce James Rodríguez, un pibe diseñado para la play-station, que en ocasiones no resuelve como la jugada demanda, pero que le sobra técnica y tiene una excelente pagada, mejor con pelota en movimiento que con el balón parado. Atrás lo custodia Marcelo Bustamante, que en este semestre bajó su nivel porque el equipo no precisa tanto de su sacrificio.

Atrás está la pareja de centrales con acento español. Sebastián Méndez y Víctor López sacan todo lo que les pasa cerca. Uno más rústico y con menos técnica (el “Gallego”) y el otro (Víctor) posee una gran capacidad para leer las jugadas y anticipar al rival.

Atrás de todos está Cristian Lucchetti, el capitán. “El Laucha” suele jugar en los extremos y mezcla atajadas espectaculares con fallas infantiles. En este torneo tuvo mucho más de las primeras que de las segundas y por eso es el arquero que menor cantidad de veces fue a buscar la pelota adentro.

Hay equipo. Y a estos once de memoria hay que sumarle a Roberto Battión, el jugador número 12, que entra para darle aire al mediocampo y generalmente para aguantar la victoria. También puede acoplarse Julio Marchant, para profundizar por las bandas. Santiago Ladino, Pablo Vergara y José Devaca ofrecen diferentes características para reforzar la defensa. Adelante es donde más diferencia existe entre titulares y suplentes. Cuando uno de los dos uruguayos no estuvo, el equipo no ganó. Y tanto Cristian García, Maxi Laso o Luis Salmerón no pudieron acercarse al rendimiento de los orientales.

Se fue la mitad del torneo. Y hay casi diez equipos ajustados en un puñado de puntos que sueñan con el mismo premio. En este contexto, Banfield se anima. Se respalda en sus números pero también en sus rendimientos. Ahora llega Gimnasia, en el Bosque platense. Siguen Estudiantes, San Lorenzo y Vélez. Escalones bien altos, que terminarán de definir hasta dónde la ilusión puede convertirse en realidad.

AUNO-27-10-09
MV-LDC
auno@deportes.org.ar

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