(AUNO*) Desde hace un par de años, los argentinos comenzaron a convivir con un potencial nuevo peligro que los llevó a prestar atención a un elemento con el que se trata habitualmente: la presencia del desconocido PCB en transformadores de energía. Esta situación, a partir de la difusión de supuestos casos de personas que habrían fallecido por casos de cáncer como consecuencia del contacto con este producto, instaló un debate que colocó a los Bifenilos Policlorados “#8220;o PCB en inglés”#8221; en la posición de enemigos públicos número 1.
Ante esto, las empresas nucleadas en la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica (ADEERA) elaboraron un documento para difundir los “mitos y realidades” de este producto, desde su punto de vista, y resaltaron que “todos los estudios sobre salud realizados hasta el momento comprueban que no puede atribuirse al PCB´s como causa de cáncer en humanos”.
“El verdadero riesgo es la problemática ambiental, y no el riesgo toxicológico, lo que se minimiza a través de un adecuado tratamiento. El potencial riesgo en el ambiente es que esta sustancia se incorpore a la cadena alimentaria. Cuidando su uso y el tratamiento de sus desechos adecuadamente, no hay riesgo para la población”, indicó la entidad, que enfatizó que al haberse exportado para su destrucción los transformadores que contenían PCBs puros, “se eliminó el 99 por ciento del fluido existente”.
“La calificación que realiza la Organización Mundial de la Salud como ´probable cancerígeno´ se debe a la formación de tumores hepáticos que se evidenciaron en pruebas de laboratorio realizadas en roedores que fueron alimentados diariamente con altas concentraciones de PCB´s, no comprobándose la misma patología en seres humanos hasta el presente”, resaltó la Asociación. Sobre el mismo punto, informó que tanto la OMS como la Agencia Internacional para Investigación sobre Cáncer (AIRC) “clasifica como cancerígenos humanos (con mucho mayor riesgo que el PCB) a 88 agentes como por ejemplo el tabaco, los anticonceptivos orales, la radiación solar, las lámparas solares, las bebidas alcohólicas, el trabajo de pintores, la ocupación de peluquero por el contacto con las tinturas, los asbestos, el benceno, el cadmio, el cromo 6 y los compuestos de niquel, entre otros”.
Los PCBs son mezclas de químicos orgánicos sintéticos, que pueden varias desde líquidos aceitosos hasta sólidos, que permanecen en el interior de algunos transformadores porque en la industria eléctrica, “por su estabilidad físico-química, su alta capacidad como aislante eléctrico y su resistencia a la combustión, se lo ha utilizado como refrigerante y aislante eléctrico”. Desde hace un tiempo, en todo el mundo se limitó su comercialización y se restringió su uso con el fin de llegar progresivamente a la completa prohibición de los PCBs, pero se permite su utilización en equipos ya instalados.
Y pese a lo que se lo vincula solo con los transformadores, su presencia también se encuentra en los clásicos radiadores eléctricos que cuentan con aceite en su interior, papel carbónico, punturas, selladores, adhesivos, componentes de resinas y gomas sintéticas, baldosas, ceras, tintas de impresión o lubricantes. Aunque siempre se consideró más peligrosa a la sustancia que podría chorrear de un transformador porque nadie se comería hojas de carbónico o tomaría un trago de lubricante.
“El riesgo para la población es la ingestión de alimentos contaminados. Esto no está asociado con los aceites utilizados en los transformadores ni la proximidad a ellos, sino con el origen de los alimentos y de contaminaciones que pudieron ocurrir en el pasado y a mucha distancia del lugar de vivienda o ingestión” resaltó ADEERA. Sobre este punto, la organización resaltó que “aún así, el riesgo por ingestión de alimentos contaminados es bajo y según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, el riesgo de consumir 250 gramos de pescado contaminado “#8220;por ejemplo con 7 partes por millón de PCBs es menor al de fumar un solo cigarrillo”.
ADEERA resaltó que los transformadores al ser “recipientes cerrados”, en condiciones normales de uso y mantenimiento “los aceites refrigerantes que está dentro de esa caja no entran en contacto con el ambiente, y por eso en operatoria normal no libera fluidos al hábitat natural o entorno”. “De todas formas, ante una eventual situación de pérdida de contenido refrigerante de un transformador, las empresas eléctricas tienen planes de contingencia para su inmediata reparación, que incluye acciones ambientales para remediar cualquier tipo de contaminación”, aseguraron.
Sin embargo, esta no es la creencia generalizada, y en muchos municipios del Gran Buenos Aires y la Capital Federal, ya existen regulaciones o están a punto de implementarse. En todo el país rige desde noviembre de 2002 la ley 25670, que establece un límite de 50 partes por millón para el contenido de PCBs “#8220;similar al de muchas naciones-, y se fijó como plazo el año 2010 para la eliminación o descontaminación de los equipos cuyos fluidos superen esta concentración, lo que constituye una exigencia mayor a la que definió la Comunidad Europea. En caso de alcanzarse los objetivos de esta ley, según ADEERA en 2010 Argentina podrá declararse como “líbre de PCB”, un estatus con el que solo cuenta Chipre.
Si bien en Capital Federal rigen límites similares a los de la Ley Nacional “#8220;aunque se deben eliminar para 2005 los equipos que superen las 500 partes por millón-, cuestionaron que en la provincia de Buenos Aires la Subsecretaría de Política Ambiental haya resuelto un límite de 2 artes por millón, “desconociéndose su sustento técnico científico a nivel internacional”.
AUNO 10-6-03 mar