(AUNO) En el país se realizan anualmente alrededor de 10.000 angioplastias. La intervención, considerada como un procedimiento “minimamente invasivo”, consiste en la introducción de un pequeño dispositivo metálico con forma de cilindro espiralado, llamado stent, dentro de la arteria coronaria cuando se encuentra obstruida, para mantenerla permanentemente abierta. Esta intervención remplaza a los by pass coronarios, que consisten en el reemplazo del tramo de arteria afectada.
El inconveniente que presentan los stents convencionales es la posibilidad de restenosis, es decir, el crecimiento excesivo de tejido como reacción por parte del organismo, a la presencia de un cuerpo extraño en la arteria coronaria.
La particularidad de los stents recubiertos con medicamentos es que “durante los primeros 15 días posteriores a la intervención, liberan drogas específicas que evitan la restenosis arterial” , explicó a AUNO el médico Jorge Belardi, director del Departamento de Cardiología Clínica e Intervencionista del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). La droga más utilizada es un antiinflamatorio, la rapamicina
El ICBA es uno de las 275 centros de salud de todo el mundo que participan en el primer registro de stents con drogas, que reúne información de 15.000 pacientes y en el que Argentina participó con 300 casos.
“Este estudio es muy importante, ya que el 95 por ciento de nuestros pacientes tuvo una excelente evolución, libre de complicaciones” aseguró Belardi, en referencia a los parámetros que en la Argentina “fueron similares a los del resto del mundo”.
“La acción del stent con droga sólo necesita un año de prueba, en el que evitará la restenosis, luego de ese período pasa a cumplir la función de cualquier sents convencional”, aseguró el Secretario de la Sociedad Cardiológica Argentina, Daniel Berrocal a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión.
En el país, “las intervenciones en las que se colocan stents con drogas pueden hacerse en cualquier centro en los que se realicen angioplastias”, señaló Belardi. El costo del dispositivo es aquí de alrededor de 3 mil dólares.
El alto costo de los stents restringiría la cobertura de la gran mayoría de las obras sociales locales, y en la medida en que los cirujanos que realizan este tipo de intervenciones cobran honorarios proporcionales al valor de los dispositivos que colocan, el acceso a este nuevo avance de la ciencia en el área de la salud, estaría lejos de las posibilidades de buena parte de los argentinos.
Sin embargo, la opinión de cardiólogos familiarizados con estas nuevas técnicas es que “el uso del stents con drogas disminuye en gran medida la posibilidad de una segunda intervención”, con lo cual el costo del nuevo dispositivo estaría de alguna manera justificado.
Aun así, las obras sociales se muestran reticentes a autorizar, hasta el momento, los altos valores de este nuevo dispositivo, en contradicción con la tendencia de la comunidad científica local, que reconoce, como en la mayoría de los países desarrollados, el alto nivel de eficacia de esta nueva opción para el tratamiento de este tipo de afecciones cardiológicas.
Por el lado de las obras sociales y algunas prepagas, el argumento que se esgrime es que el resultado de los stents con droga no garantiza que el paciente no pueda sufrir un infarto luego de ser intervenido. Argumentan además que como la utilización del dispositivo se implementa desde hace entre 5 y 3 años, aún no se sabe a ciencia cierta su grado de eficiencia ene l tiempo. Sin embargo, en algunas obras sociales y prepagas se admite que el problema para autorizar estas intervenciones radica en su alto costo.
AUNO 2-09-04