Los múltiples sentidos de los tatuajes

Las marcas indelebles que cada vez más personas se hacen en su cuerpo pueden obedecer a diferentes motivos. Especialistas consultados por Auno explican qué significan para los jóvenes, para los adultos y para la población carcelaria.

En una sociedad donde hay tanto para elegir, los fines sociales parecen ser reemplazados por un nuevo valor, el de la individualización. Marcar la diferencia parece ser algo fundamental y, a la vez, sirve para decir lo que que cada uno quiere. Es en ese contexto en el que puede explicarse el auge de los tatuajes.
En diálogo con la Agencia Auno, la psicóloga Mariana Castillo explica que hacerse un tatuaje como marca indeleble se convierte en una “experiencia duradera que es perseguida en un contexto en el que casi nada dura mucho”.
Lo importante es, precisamente, el contexto, porque la función que cumple un tatuaje impreso en el cuerpo de una persona variará según nos encontremos en un determinado lugar y entre determinadas personas. En las cárceles, por ejemplo, la práctica del tatuaje pone al descubierto un submundo de significados.

Los presos

Los presos fueron unos de los primeros grupos que usaron los tatuajes para diferenciarse del resto de la sociedad, ya sea como señal de rebeldía o como símbolo de pactos entre logias carcelarias.
El término “tatuaje” es de origen polinesio: “ta” significa golpear y la expresión “tau-tau” es utilizada para hablar del choque entre dos huesos. Los antiguos pobladores de la Polinesia fueron los primeros en grabarse motivos en la piel.
Los hombres se tatuaban hasta tal punto que no quedaba un trozo de piel desnuda en su cuerpo. Así como en sus comienzos el tatuaje indicaba qué función tenía una persona en la sociedad, hoy la exhibición de esta huella y su carga emocional se involucran en las distintas relaciones que el sujeto entabla en su vida cotidiana y, de esta manera, produce sentido. Ayer y hoy, el tatuaje otorga un sentido de identidad.
Entre los principales tatuajes que se observan actualmente se encuentran los “tumberos” y los “escrachos”. Los “tumberos” reciben ese nombre porque son frecuentes en las instituciones carcelarias y reformatorios –ambos considerados tumbas-, donde los sujetos permanecen encerrados, privados de libertad, con restricciones horarias y divididos en pabellones y en habitáculos con poca luz.
También utilizan esa práctica los grupos juveniles de barrios marginados porque es de menor costo y se pueden realizar con elementos caseros, aunque los riesgos de infección y transmisión de enfermedades están a la orden del día. Estos son los denominados “escrachos”.
Acostumbrados a flirtear con la muerte y el peligro, los presos no dudan en jugar al filo de la ley. A través de los dibujos profieren mensajes amenazantes contra el orden establecido.
Por ejemplo, cuando un preso se hace el tatuaje de una serpiente enroscada en una espada está expresando simbólicamente que se ha comprometido a matar un policía. Y su promesa no tiene retorno, es imborrable.

La metáfora

En muchos casos, los tatuajes carcelarios demuestran y afianzan metafóricamente los lazos familiares. En otros, expresan agresividad o confieren mayor jerarquía a quien los porta, dentro del círculo de presidiarios. Desde motivos místicos como imágenes de santos y vírgenes, cruces o figuras de Cristo y del diablo hasta sus nombres enteros o iniciales para reafirmar su identidad, la mayoría de los presos tiene tatuajes.
Así lo demuestra una investigación realizada en la cárcel de Rawson, Chubut, donde 115 de 200 internos tenía tatuajes.
También hay tatuajes afectivos que muchas veces consisten simplemente en el nombre de la persona amada. Éstos son los más comunes entre los presos que cumplen largas condenas, porque casi nunca reciben visitas y hablan de vínculos que se perdieron o que jamás llegaron a concretarse.
Otra variante es la de los tatuajes agresivos, con dibujos de animales feroces, aves de rapiña, venenos, espadas o puñales. Con ellos, los presos pretenden mostrar rudeza para ganar un lugar de importancia entre los demás. Uno de los tatuajes que merece mayor respeto entre los presos es el dibujo de una calavera porque significa que el portador no dudará en matar si se le presenta una situación límite.
Los tatuajes llamados sexuales también son muy comunes. Están los que buscan identificarse como un estigma y dejar bien claro qué tipo de relaciones pretenden, como los homosexuales que inscriben en su piel el dibujo de dos mariposas juntas.
También están los que usan la piel para dar forma a sus imposibles fantasías amorosas. Según los tatuadores más experimentados, este tipo de tatuajes se ubica con frecuencia en las piernas.
De todas formas, los tatuadores más populares de la galería porteña Bond Street afirman que los lugares del cuerpo que se eligen para plasmar cualquier tipo de tatuajes son muy variados. La gran mayoría se ubica en los brazos, las piernas o el pecho, aunque cualquier parte puede ser apropiada.
Con las nuevas tecnologías, las técnicas de tatuado han dejado de lado lo artesanal, y las herramientas utilizadas ya forman parte de la industrialización. Sin embargo, en las cárceles los tatuajes se hacen manualmente, utilizando tinta china o con biromes.
Lo cierto es que entre rejas, rencores y penitencias, los tatuajes llenan sentidos los cuerpos de los presos. Y como la condena, se convertirá en un estigma que los acompañará para el resto de sus vidas.

Por qué un tatuaje

La psicóloga Castillo enumera algunas de las principales motivaciones para tatuarse, aunque destaca que es una cuestión “subjetiva y totalmente personal”. Son diferentes las motivaciones que pueden llevar a tatuarse a las personas tanto dentro como fuera de las cárceles.
La causa más simple podría ser el simple placer estético. Sin embargo, enumera otras: destacar un momento especial en la vida, actitudes radicales propias de la adolescencia, sentirse vinculado a un grupo o cultura y adquirir una imagen de fuerza o valor, como expresión de un sentimiento.
La profesional cuenta que también pueden tener “fines médicos por ejemplo, tatuarse el grupo sanguíneo, en algunas culturas, puede ser símbolo de estatus o para hacer culto a la juventud para contar con algo que les recuerde su juventud cuando hayan pasado los años”.

La voz de la experiencia

En uno de los pintorescos locales de la galería porteña Bond Street, Carlos, un legendario tatuador, responde acerca de los tatuajes en la actualidad:
-¿Cuál es el tatuaje que se realiza la gente con más frecuencia?
-Hay una amplia variedad de tatuajes que se hacen, muchas veces por moda se hacen unos más que otros. Pero, en general, no se encuentra un estereotipo, es una cuestión de mucha libertad. Varían entre las figuras de distinto tipo, escudos, animales y los nombres o letras. Desde hace unos años, se vienen haciendo mucho los ideogramas chinos, que con un solo símbolo, tenés amplios significados.
-¿Desde qué edad se tatúa la gente, generalmente?
-Desde los 18, porque sino antes tienen que concurrir con la autorización de los padres y con un mayor. También hay gente muy grande que se los hace. Hace unos días vino una abuela con sus dos nietos a tatuarse algo como símbolo familiar. Cada edad tiene un argumento distinto, pero todos vienen muy convencidos.
-¿Cuál es la parte del cuerpo elegida más comúnmente para tatuarse? – Depende también de la edad y del tatuaje. Son comunes entre las chicas los tribales en la cintura, por ejemplo. Eso depende de la moda. Pero ha venido gente a tatuarse hasta en sus partes íntimas. La elección de la parte del cuerpo para tatuarse es tan libre como el tatuaje mismo.
-Según la experiencia que tenés en esta tarea, ¿qué consejo le darías a alguien que se quiere tatuar?
-Que nadie se tatúe símbolos políticos o religiosos, o dibujos relacionados con modas pasajeras. Con el paso del tiempo cualquiera puede cambiar de forma de pensar, por ejemplo en el caso de quienes se tatúan el nombre de su pareja y después se separan. Hay que pensar muy bien qué tatuarse y qué significado tiene para uno mismo.

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