La presencia de aluminio en el organismo puede interferir en la absorción de nutrientes esenciales

La exposición del hombre al aluminio a lo largo de la vida, según un estudio de la Universidad Nacional del Litoral, puede dificultar la absorción de nutrientes básicos, como el calcio, el hierro y el fósforo. Esto provocaría efectos más graves en personas con problemas hepáticos y renales.

Por Melina Pietra

(AUNO*) Aunque es imposible calcular la exposición del ser humano al aluminio en el transcurso de su vida, un estudio de docentes e investigadores de la Universidad Nacional del Litoral advierte que la presencia de este elemento en el organismo puede alterar la absorción del calcio, el hierro y el fósforo, nutrientes esenciales para el organismo. Algunas investigaciones llegan más lejos y relacionan la absorción del mineral con el desarrollo del Mal de Alzheimer.

“El aluminio, presente en nuestra vida cotidiana, puede entrar por vía digestiva, sistémica (directamente a la sangre, como en el caso de los pacientes dializados), por la piel y también por vía nasal”, explicó el director del trabajo de investigación, Daniel Orihuela, a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO). “Como el aluminio no cumple ninguna función fisiológica conocida, necesariamente utiliza los sistemas de transporte de otros elementos, como el calcio, el hierro y el fósforo”, agregó.
El aluminio, además de utilizarse en el ámbito de la construcción y la industria, está presente en muchos utensilios de cocina “#8220;ollas y sartenes, por ejemplo- y también en elementos insospechados como los caramelos antiácidos, el agua potabilizada, las leches maternizadas, y los alimentos envasados en latas y envoltorios de aluminio. Además se lo puede hallar en filtros de cigarrillos, amalgamas dentales, aerosoles nasales, desodorantes, en ciertas hojas de té, la sal de mesa y hasta en el polvo de hornear.
El estudio, realizado sobre ratas y pollos en el Laboratorio de Investigaciones Fisiológicas Experimentales de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, determinó que el aluminio “interfiere con el trabajo de las células y les impide metabolizar adecuadamente los nutrientes esenciales”. Esta absorción deficiente puede provocar, como consecuencia, anemia, fragilidad ósea y alteraciones en el flujo biliar.
“En presencia del aluminio, el calcio se absorbe menos, lo que puede llevar a la fragilidad ósea (y a dificultades en el crecimiento, para los más chicos). También se absorbe menos hierro – lo que posiblemente derive en una anemia- y menos fósforo, un constituyente esencial de huesos y dientes”, explicó el docente.

Según Orihuela, el mineral además “alteraría el metabolismo general del calcio y del hierro no sólo la absorción, podría afectar las membranas biológicas modificando su estructura y/o función y actuar sobre los sistemas antioxidantes de las células, teniendo todo esto diversas consecuencias, muchas aún desconocidas”.
“Las personas con problemas renales, hepáticos, aquellas que han recibido un transplante o se exponen periódicamente a tratamientos de diálisis, son las más expuestas, ya que sus funciones vitales se encuentran deterioradas”, remarcó el director del proyecto y describió: “El aluminio, se elimina a través del riñón, función que no cumplen plenamente los enfermos renales, y altera la función hepática (disminuye el flujo de bilis), lo que incide en la función más importante del hígado, la detoxificación de sustancias que ingresan al organismo”.
El docente destacó que, entre otras características, el aluminio es “bioacumulativo, es decir, que no puede ser eliminado del organismo fácilmente y se incrementa con el correr del tiempo”.

El equipo de investigación, para ilustrar la cotidianidad del aluminio, puso como ejemplo la cocción de alimentos con ingredientes ácidos en una olla. “Al hacer esto, la olla puede llegar a solubilizar una cierta cantidad del metal, en general muy pequeña, que puede pasar al alimento”, manifestó Orihuela. Y explicó que “si se realiza diariamente, durante mucho tiempo, podemos estar ingiriendo cantidades importantes de aluminio soluble la forma química más potencialmente perniciosa sin darnos cuenta”.
El aluminio soluble, el más peligroso, se caracteriza por ser “biodisponible”. Como explicó el investigador, “para que el aluminio produzca algún efecto biológico, debe estar en una forma disponible para las células vivas: esto implica estar disuelto en un medio acuoso, en estos casos, el agua”.
El equipo docente recalcó la importancia de mantener una “natural prudencia”, debido que al experimentar con animales, “se impone una limitación a las conclusiones que se extraen de esos estudios, las cuales quedan circunscriptas a las condiciones experimentales usadas”. “Lo que ocurre en un animal inferior o en células de cultivo, no necesariamente va a ocurrir en un humano”, indicó.
Además, Orihuela reveló que “los efectos nocivos del aluminio tienden a ser insidiosos y no existen síntomas claros e inequívocos de intoxicación, es decir, que pueden estar presentes también en muchos estados patológicos”.

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