La lucha continúa

Al cumplir 60 años de existencia, ALPI, una entidad pionera en la rehabilitación de personas con discapacidad motora continúa con su tarea silenciosa pese a la falta de ayuda oficial

Por Favio Orellana

(AUNO-TERCER SECTOR*) “Todos podemos ser discapacitados alguna vez en la vida. La vejez es una discapacidad, por ejemplo”. La presidenta de ALPI (Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil), María Laura Estévez de Steverlynck, sintetiza así la esencia de su trabajo en la institución que cumple 60 años en la rehabilitación integral de niños y adultos con discapacidad motora o de lenguaje.
En ALPI trabajan más de 110 profesionales. Sus estrechos pasillos dan cuenta de buena parte de la historia de la salud en el país. Su blanca sala de espera, otrora sede nacional del enfermo de polio, ahora ve desfilar poco más de 600 consultas mensuales. Sus amplias habitaciones albergan hoy 32 pacientes. Con la erradicación de esta enfermedad no mermó el trabajo en ALPI sino todo lo contrario: “No es que atendemos menos. Ahora tenemos tratamientos para accidentes de trabajo, traumatismos de bala, cerebrovasculares, amputados por accidente o enfermedad”, enumera la titular de la entidad.
ALPI nació por una necesidad: la epidemia de poliomielitis de 1943”, recuerda Steverlynck, “y empezó a funcionar en el Hospital de Niños, luego pasó a la calle Humberto Primo, en San Telmo, mientras se iba construyendo el actual edificio ubicado en Soler”. Durante esa época se abrieron filiales en el interior del país, “pero la de Buenos Aires era y sigue siendo la única con internación”, destaca la presidenta.
“La gente estaba muy sensibilizada por la polio. Por eso recibíamos donaciones de empresas y particulares. Era como un centro de beneficencia”. Sin embargo, hoy la filantropía no está de moda. Para generar fondos ALPI cuenta en su Comisión Directiva con una Comisión de Recursos que está a cargo de un grupo de más de 100 voluntarios que ayudan en los distintos eventos organizados por la institución. “Son fondos para reparar la parte edilicia, que tiene 47 años. También para modernizar las salas de los pacientes con todas las comodidades que se exigen hoy: aire acondicionado, televisión color, habitaciones de hasta 2 camas. Antes no se requería esta hotelería”.
Por eso, el 16 de octubre organizan la “#732;Noche Azul de ALPI”#8482; en el Plaza Hotel. Se trata de una cena donde se dará un show y se rifarán alhajas y cosméticos cedidos por distintas empresas del sector, todo destinado a la organización.
La poliomielitis, enfermedad causada por un virus que genera parálisis muscular, fue erradicada del país en la década del ´70 con la aplicación de las vacunas Zoic, y más tarde, con la famosa Sabin. A la mencionada epidemia del ´43, le siguió otra que abarcó los años ´55 y ´56. “Fuimos pioneros en el tema rehabilitación en el país. Tuvimos que traer gente de afuera para atender los casos de polio. La diferencia con Europa y EE.UU, es que nosotros nunca tuvimos guerras, por eso fue toda una novedad”, explica Steverlynck. De alguna manera, ALPI abrió el camino para que haya otros centros. Esos mismos centros que hoy le derivan gran parte de sus pacientes: “A ALPI llegan los pacientes que nadie quiere atender porque son los más costosos. El problema es que a veces no nos quieren pagar lo que cuesta”, reclama la titular de la institución con relación a algunas obras sociales.
“Muchas veces nos llegan casos que tenemos que atender por cuestiones de humanidad”, subraya y continúa, “por ejemplo, un día vino una persona que nos decía que PAMI le dejó de pagar el tratamiento cuando aún le faltaban 10 sesiones y nosotros nos hicimos cargo”. La presidenta cuenta el caso de otra paciente a la que la obra social estatal determinó que le seguía cubriendo solo uno de los muchos medicamentos que debía tomar. Los casos se multiplican por decenas.
La rehabilitación es un recurso costoso “porque se necesita de un equipo interdisciplinario que asista al paciente en todos los aspectos en función de que salga adelante”, explica. En ocasiones, los pacientes no solo son cuadripléjicos sino que tampoco tienen escolaridad. “Lo que hacemos entonces es educarlo. En eso nos ayuda el Gobierno de la Ciudad al darnos maestros, si no lo hacemos con voluntarios”, asegura.

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Cómo comunicarse:
ALPI. Instituto Marcelo J. Fitte, Soler 3945 “#8220; 1425 Buenos Aires.
Teléfono: 4821-1200. Correo electrónico: mjfitte@arnet.com.ar
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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector

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